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martes, marzo 23, 2010

Por qué somos cada vez más impacientes los chilenos

Los tacos de mañana y tarde son la prueba más obvia de que cada vez nos estresa más esperar. Según los especialistas, la poca paciencia se debe a la necesidad de tener siempre el control, el culto a la inmediatez y nuevas generaciones a las que las criaron sin decirles que no.

Ocho minutos y 38 segundos en un restaurante. Cinco minutos y cuatro segundos al teléfono. Apenas 10 segundos para que se cargue una página web, si se tiene entre 18 y 24 años. Eso es lo máximo que las personas están dispuestas a esperar en cada instancia antes de perder la paciencia.

Según un estudio de la empresa británica de telecomunicaciones Talk Talk, el promedio entre los 2.000 encuestados antes de impacientarse en cualquier actividad es de ocho minutos y 22 segundos. Para Nerea Ugarte, sicóloga de la Clínica Ciudad del Mar, la cifra es "preocupantemente baja". Pero no le extraña. No en la cultura occidental, en la que "la principal problemática y necesidad actual es tener en sí mismos el control de todo lo que hay alrededor".

Que la urgencia y la inmediatez sean las reglas a seguir "es un imperativo social y cultural -explica la sicóloga Mariana Fagalde, académica de la Facultad de Sicología de la Universidad Diego Portales-. En la actualidad, con la idea del progreso, la eficiencia y la valoración por la adquisición, la inmediatez se convierte en un híper valor". Los hábitos de la sociedad actual hablan por sí solos: las compras a crédito, los tratamientos exprés para bajar de peso y los medicamentos para dormir son ejemplos que, según Fagalde, evidencian el culto a la inmediatez.

CELULARES CULPABLES
Internet es el Olimpo de las respuestas rápidas y el multitasking. El icono de la inmediatez como primer mandamiento. Pero, según Guillermo Gabler, siquiatra de la Clínica Alemana, "esto partió con los celulares. Inauguraron la simultaneidad. Antes, el ser ubicuos, el estar en todos lados, era una propiedad de los santos. Hoy todos somos santos". Los 90, según su argumento, serían la década en que se detonó la necesidad de la inmediatez. Pero internet sólo expandió el proceso.

"Que sea tan valorado, que nos satisfaga tanto nuestras necesidades básicas -explica Fagalde-, se debe a que es un instrumento que se acopla muy bien a las carencias y prácticas actuales".

Pero, según ella, la pérdida de la paciencia se debe a la desvalorización del tiempo. No al mundo online. "Existe un sistema de creencias propio de esta era que nos lleva a valorar lo rápido y criticar y devaluar las prácticas que legitiman la necesidad de los procesos". Estos, al contrario de las gratificaciones instantáneas, "requieren el paso del tiempo, de esfuerzo, de voluntad y de compromiso".

Aunque la tecnología sea un factor relevante, son los cambios sociales los que, según Nerea Ugarte, provocan la adrenalina de lo instantáneo. "La impaciencia actual se relaciona principalmente con los estilos de crianza de una sociedad globalizada". De generaciones emergentes que se criaron con padres que trabajan más de lo que quisieran, y que no dijeron que no por culpa o por negligencia. Eliminar la palabra "no" en la crianza, según Ugarte, genera niños y adolescentes incapaces de tolerar la frustración. Niños que serán adultos impacientes. "Cada retraso de un tercero -el computador, el mesero o el automovilista- se vive como un 'no', un límite que no depende de uno. Por lo tanto, es altamente frustrante".

CHILE TERCERMUNDISTA
Otro de los factores que influyen en la impaciencia es la noción de que todo es desechable. Las cosas ya no tienen el valor que tenían antes. Gabler, de la Clínica Alemana, lo ejemplifica con los teléfonos: "Antes tener uno era casi un lujo, y duraban mucho tiempo. Hoy, arreglar el que se echa a perder es más caro que comprar uno nuevo y mucho mejor que el que tienes". Por eso, para el siquiatra, la pérdida de la paciencia tiene que ver también con el desapego.

Pero la "desechabilidad" no explica las reacciones de molestia ante situaciones de espera. Según él, aunque "la paciencia ya no se percibe como una necesidad", la clave está en el cambio de escenarios. "Los mayores de 35 años vivimos en un Chile que fue muy tercermundista, e hicimos una transición hacia el desarrollo muy acelerada". Básicamente, no tener paciencia porque un auto no parte apenas le dan la luz verde se debe a que antes no había tacos -ni suficientes autos para provocarlos.

Ugarte cree que la sensación de que todo es desechable parte con el notebook y termina, incluso, con las relaciones interpersonales. Según ella, la impaciencia es un factor común en las relaciones amorosas. Varias parejas pelean por "la incapacidad de uno de los dos de tolerar los retrasos o la irresponsabilidad del otro, derivando en agresiones verbales y descontrol".

Esa es, quizás, la única instancia en la que la impaciencia puede revertir su efecto negativo. Y servir como herramienta de diagnóstico. Cuando la impuntualidad de la pareja es la excusa de alguno de sus pacientes para su enojo, diciendo que no pueden eludir esos arranques, ella les explica que "claramente pueden, ya que a mí me esperaron 15 minutos y no me están agrediendo en ese momento. O sea, su problema es claramente otro".

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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.