Tomado de diario El Comercio, Quito - Ecuador
En su reciente visita al Ecuador, Michelle Bachelet dijo que el gobierno chileno estaba comprometido con mantener políticas fiscales anticíclicas. ¿A qué se pudo haber referido la Presidenta de Chile con tanto término técnico? Analicémoslo con algún detalle.
Todas las economías pasan por períodos de expansión y de contracción. A la constante repetición de períodos buenos y malos en la economía de un país se la conoce como el ‘ciclo’. La sabiduría popular ha utilizado el símil bíblico de los años de vacas flacas y de vacas gordas para describir el mismo fenómeno.
Los períodos de expansión se caracterizan por crecimiento económico (crecen el consumo, las importaciones, las exportaciones, etc.) y, en general, suelen estar asociados con reducciones en los niveles de pobreza y un mejoramiento en la distribución del ingreso. En los períodos de contracción, el crecimiento económico suele ser bajo e incluso puede haber una caída en el nivel de actividad; los niveles de pobreza tienden a subir y la distribución de la riqueza tiende a empeorar, con lo que los más afectados suelen ser los más pobres.
Una política fiscal anticíclica es aquella que va en la dirección inversa al ciclo económico, es decir, aquella que expande el gasto público en momento de una contracción generalizada y que contrae el gasto del gobierno cuando la economía está pasando por un momento de bonanza. También se puede considerar una política anticíclica aquella que baja los impuestos en los años malos y que los sube en los años buenos.
La ventaja de una política anticíclica es que permite reducir los extremos del ciclo económico. Así, los años más extraordinarios son un poco menos extraordinarios y los años más duros son un poco menos duros. Al hacer que los años de vacas flacas sean menos ‘flacos’, lo que se logra es reducir el golpe que, en los momentos de crisis, reciben los más pobres.
Claro que para lograr ese objetivo tan deseable es necesario haber ahorrado en las épocas de bonanza porque sólo así se puede disponer de suficientes recursos en los momentos difíciles como para poder amortiguar ese golpe que afecta, sobre todo, a los más débiles.
Los ciclos de la economía chilena dependen, en buena medida, del precio del cobre. Este se ha cuadruplicado en los últimos tres años, lo que le ha dado a ese país una gran cantidad de recursos que no estaban previstos. En concordancia con su política anticíclica, han decidido ahorrar la gran mayoría de estos recursos y ponerlos en fondos que garantizan que en los años difíciles el gasto social no sufra ninguna reducción e incluso pueda expandirse. Con esto se espera evitar un empeoramiento en las condiciones de vida de las personas de menores recursos.
Aparentemente, la doctora Bachelet, al igual que toda la clase política de su país, tiene plena conciencia de que el ahorro es una buena herramienta para suavizar los ciclos económicos y aminorar los golpes de las crisis. Pero no sólo que tiene plena conciencia de esa realidad, sino que utiliza con gran solvencia los conceptos del buen manejo económico. Esto indica que los médicos también pueden ser buenos presidentes. Al menos en Chile.
domingo, agosto 13, 2006
Perú-Chile
Tomado de diario Expreso, Lima - Peru
Las relaciones peruano-chilenas son las más dramáticas y aún trágicas de las Américas. Es aparte el caso de Paraguay agredido ignominiosamente por la triple alianza de Brasil, Argentina y Uruguay.
El Inca Túpac Amaru invadió lo que por entonces era Chile. Sólo fue resistido por los feroces e indomables araucanos. Al fiero Caupolicán, Rubén Darío le dedica un hermoso soneto.
Las tropas y los soldados del Virrey del Perú Abascal aplastaron en Chile la primera revolución libertadora.
Chile tomó una especie de desquite con la expedición libertadora de José de San Martín, cuyos navíos y soldados eran por la mayor parte de Chile y cuyo almirante fue el británico Lord Cochrane.
El temible estadista Diego Portales preparó las expediciones contra la Confederación Perú-Boliviana, cuya supremacía Chile se negaba a admitir. Santa Cruz cercó a Blanco Encalada en Paucarpata, y los chilenos obtuvieron un tratado muy generoso con armas y bagajes, sin una paz firme y sin ratificación parlamentaria.
Pero los chilenos no habían de cejar. Al mando de las fuerzas aliadas peruano-chilenas, Bulnes obtuvo la victoria decisiva de Yungay, en la que el futuro Mariscal Ramón Castilla fue decisivo vencedor.
El 5 de abril de 1879, Chile declara la guerra al Perú y Bolivia. Típica guerra de agresión porque Chile ambicionaba nuestro salitre. La guerra estaba decidida de antemano porque la flota chilena era abrumadoramente más fuerte, aunque Grau en el Huáscar detuvo, a lo largo de seis meses, cualquier tentativa de invasión.
Perdimos el departamento de Tarapacá y para las provincias de Tacna y Arica se convino en un plebiscito que decidiría la definitiva nacionalidad. A la postre, sólo recuperamos Tacna, la Ciudad Heroica, luego de medio siglo de resistencia.
Nosotros, respetuosos siempre de los tratados, hemos tenido que aceptar inclusive el oprobioso tratado de Ancón y su corolario, el tratado de 1929 que consagró, al parecer, la paz definitiva entre ambos países.
Últimamente, ha surgido un motivo de conflicto en relación con los límites respecto del mar territorial, el que debe ser resuelto no por la razón o la fuerza sino por la Carta Internacional de la Haya.
El gran historiador don José de la Riva Agüero llegó a proponer una nueva confederación que fuese peruano-chileno-boliviana.
A la fecha, Chile se ha embarcado en una carrera armamentista. Tiene, por ejemplo, o está a punto de tener tanques dotados de cohetería -tierra-aire-.
¿Contra quién o para qué se arma Chile? Nos asisten todas las suspicacias, y –llegado el caso- debemos recurrir a la intervención de los Estados Unidos, la única y en todo caso la máxima súper potencia del planeta. Hemos de olvidar, no por nuestra falta ciertamente, los ideales de la solidaridad latinoamericana.
Las relaciones peruano-chilenas son las más dramáticas y aún trágicas de las Américas. Es aparte el caso de Paraguay agredido ignominiosamente por la triple alianza de Brasil, Argentina y Uruguay.
El Inca Túpac Amaru invadió lo que por entonces era Chile. Sólo fue resistido por los feroces e indomables araucanos. Al fiero Caupolicán, Rubén Darío le dedica un hermoso soneto.
Las tropas y los soldados del Virrey del Perú Abascal aplastaron en Chile la primera revolución libertadora.
Chile tomó una especie de desquite con la expedición libertadora de José de San Martín, cuyos navíos y soldados eran por la mayor parte de Chile y cuyo almirante fue el británico Lord Cochrane.
El temible estadista Diego Portales preparó las expediciones contra la Confederación Perú-Boliviana, cuya supremacía Chile se negaba a admitir. Santa Cruz cercó a Blanco Encalada en Paucarpata, y los chilenos obtuvieron un tratado muy generoso con armas y bagajes, sin una paz firme y sin ratificación parlamentaria.
Pero los chilenos no habían de cejar. Al mando de las fuerzas aliadas peruano-chilenas, Bulnes obtuvo la victoria decisiva de Yungay, en la que el futuro Mariscal Ramón Castilla fue decisivo vencedor.
El 5 de abril de 1879, Chile declara la guerra al Perú y Bolivia. Típica guerra de agresión porque Chile ambicionaba nuestro salitre. La guerra estaba decidida de antemano porque la flota chilena era abrumadoramente más fuerte, aunque Grau en el Huáscar detuvo, a lo largo de seis meses, cualquier tentativa de invasión.
Perdimos el departamento de Tarapacá y para las provincias de Tacna y Arica se convino en un plebiscito que decidiría la definitiva nacionalidad. A la postre, sólo recuperamos Tacna, la Ciudad Heroica, luego de medio siglo de resistencia.
Nosotros, respetuosos siempre de los tratados, hemos tenido que aceptar inclusive el oprobioso tratado de Ancón y su corolario, el tratado de 1929 que consagró, al parecer, la paz definitiva entre ambos países.
Últimamente, ha surgido un motivo de conflicto en relación con los límites respecto del mar territorial, el que debe ser resuelto no por la razón o la fuerza sino por la Carta Internacional de la Haya.
El gran historiador don José de la Riva Agüero llegó a proponer una nueva confederación que fuese peruano-chileno-boliviana.
A la fecha, Chile se ha embarcado en una carrera armamentista. Tiene, por ejemplo, o está a punto de tener tanques dotados de cohetería -tierra-aire-.
¿Contra quién o para qué se arma Chile? Nos asisten todas las suspicacias, y –llegado el caso- debemos recurrir a la intervención de los Estados Unidos, la única y en todo caso la máxima súper potencia del planeta. Hemos de olvidar, no por nuestra falta ciertamente, los ideales de la solidaridad latinoamericana.
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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.