"Quiero plantearle al país y al mundo la política de Estado con que nuestro país va a profundizar y que va a fortalecer en relación a la Antártica", dijo el Presidente Piñera en enero pasado durante su visita de cuatro días, precisamente al continente blanco.
En la misma conferencia de prensa, realizada en la Base Prat de la Armada y en la que estuvo acompañado por el ministro de Defensa Andrés Allamand, el Mandatario especificó los ejes que tendría su política Antártica: mejoramiento y modernización de las bases existentes, reforzamiento de Punta Arenas y Puerto Williams como "puertas de entrada" al continente, ordenamiento de la normativa antártica nacional, promoción del turismo controlado en esa zona y, principalmente, la creación de una nueva base, dentro del Círculo Polar.
Pero el Presidente no se detuvo ahí. Pocas horas después llamó a una reunión urgente en el puente de mando del buque "Aquiles". Ahí estuvieron el ministro de Defensa, Andrés Allamand; los comandantes en jefe del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea; los jefes del Estado Mayor Conjunto; representantes del Instituto Chileno Antártico y los encargados de la Dirección Antártica, dependiente de la Cancillería.
¿La misión? Desde ese mismo día, el grupo debía conformar un Comité para el Estudio de las Bases Antárticas y elaborar, en unos pocos meses, un informe sobre el lugar donde podría estar emplazada la nueva base.
En la reunión el Presidente resaltó que todas las bases chilenas están ubicadas en la periferia Antártica y que, por razones estratégicas, era crucial cambiar eso.
Entre otras cosas, en el Gobierno evalúan que una base dentro del círculo polar posiciona bien a Chile de cara a su reclamación territorial, más aún considerando que ésta se superpone con las demandas de Argentina y Gran Bretaña, países que también están impulsando planes para el continente blanco.
Otro punto que se consideró es que en los últimos años se ha expandido el turismo privado en el continente y han surgido más intereses por los yacimientos petrolíferos que existirían en las inmediaciones. Todo esto ha generado un debate favorable a entregar el control de la Antártica a instancias globales, que es contrario al interés de Chile. Por esta razón, La Moneda consideró necesarias una presencia y penetración "incuestionables", basadas en el trabajo científico.
Con esas instrucciones, el comité, liderado por el ministro Allamand, comenzó a trabajar, guardando los detalles en secreto, hasta hoy.
Las dos opciones
Además del Comité, que se reunía periódicamente, en el Ministerio de Defensa se conformó un grupo de diez expertos para dedicarse al tema a tiempo completo.
Según fuentes del Gobierno, luego de varios estudios, se identificaron tres posibles áreas en donde ubicar una nueva base Antártica: isla Adelaida -lugar donde está emplazada la base cerrada Teniente Carvajal-, la zona de Glaciar Unión en los montes Elsworth, muy al interior del continente- y la Isla Alejandro I. Esta última sería finalmente descartada por el alto costo operacional y, principalmente, los extensos plazos que requeriría su puesta en marcha. La intención es que la base esté lista en el período de tiempo más breve posible.
Así, el 1 de junio, el Comité le presentó dos alternativas al Presidente.
La posibilidad de emplazar la base en la isla Adelaida sería la favorita del Inach, principalmente por la gran importancia científica del lugar, centro de las más importantes investigaciones a nivel mundial sobre cambio climático. Asimismo, la mayor ventaja sería que al ya existir una base ahí -actualmente cerrada- no habría que solicitar permisos ni presentar estudios para levantar un emplazamiento.
El problema es que debido a las condiciones climáticas del lugar la pista de aterrizaje natural que existía se resquebrajó, quedando inutilizable. La única posibilidad sería pedir prestado el aeródromo de la base inglesa de Rothera, ubicada a unos pocos kilómetros al norte. Esto implicaría que la principal forma de llegar sería en barco, método que sólo se puede usar un par de meses al año.
Otro punto en contra es que las condiciones en las que se encuentra el terreno son inciertas, por lo que se requeriría la realización de un estudio, que costaría 632 mil dólares. Por ahora, se calcula que habilitar la base tendría un precio de casi cuatro millones y medio de dólares.
La otra opción, en Glaciar Unión, es la mejor evaluada por el Gobierno debido, principalmente, al avance estratégico que implicaría para Chile. Esto, debido a que la base estaría emplazada en el corazón del continente Antártico, a 1.080 km del Polo Sur, siendo la tercera base más cercana a ese lugar, tras Amundsen-Scott de Estados Unidos (situada justo sobre el Polo Sur) y Kunlun, de China.
Otra gran ventaja sería que la base se emplazaría en una zona sobre la que sólo Chile tiene una reclamación de soberanía, al contrario de las otras bases, ubicadas en territorios reclamados por Argentina y Gran Bretaña.
Otro factor que se consideró es que Chile ya tiene experiencia en el área, pues se encuentra a pocos kilómetros de la zona donde estaba la base Arturo Parodi, más conocida como Patriot Hills, que se dejó de utilizar en 2008. Al igual que ésta, Glaciar Unión contaría con una pista de aterrizaje natural de hielo azul y estaría conformada por pequeños módulos de vivienda y tres o cuatro grandes módulos de provisiones e investigación. La base, al contrario de lo que pasaba con su antecesora de la misma área, estará protegida del clima por los cerros y montañas de alrededor.
A esta base sólo se podría acceder en avión y funcionaría entre enero y marzo con una dotación de entre 20 y 30 personas de la Armada, el Ejército, la FACh y el Inach, convirtiéndose en la primera base operada por las tres fuerzas armadas. Su instalación costaría 3,3 millones de dólares y habilitarla cada año 2 millones más. Hoy, el lugar es una de las locaciones más visitadas por científicos de todo el mundo y por costosas expediciones turísticas privadas.
Además de estos gastos, el plan incluiría comprar un nuevo buque rompehielos, a un costo aproximado de 100 millones de dólares y tres aviones alemanes Basler BT-67, que costarían cerca de 30 millones de dólares.
Asimismo, se le presentó al Presidente una propuesta de reparación y modernización de las bases existentes cuyo precio es de casi 30 millones de dólares.
La decisión presidencial
Por estos días, el Presidente Piñera está analizando los pros y contras de ambas propuestas, especialmente los costos de instalación.
Sin embargo, fuentes de Gobierno cuentan a "El Mercurio" que el Mandatario tendría una decisión ya tomada que anunciaría en los próximos días.
La idea sería encargar la instalación inmediata de la base en Glaciar Unión, la que perfectamente podría estar lista para el verano de 2013, transformándose en el punto más austral de Chile.
Sin embargo, al mismo tiempo, se comenzaría el estudio para analizar la viabilidad del emplazamiento en la base Teniente Carvajal.
En resumen, el Presidente habría considerado ambas propuestas como complementarias para reforzar la nueva política antártica chilena.
US$165 millones aproximadamente, se gastarían en el plan antártico del Gobierno.
Artículo original