La elite política y social brasileña está convencida de la inevitabilidad del ascenso de su país a la condición de líder regional y gran potencia global. Lamentablemente para sus intereses, con cierta frecuencia se adelanta hacia el futuro y adopta los modales y la estética correspondiente a que ya se hubieran materializado sus aspiraciones. Hay que reconocer que, también con frecuencia, con cierto sonrojo y modestia nos tranquilizan aclarando que no van a ser “otro imperio más”.
Hace treinta años, Argentina aun trataba de competir con Brasil (movilización de tropas incluida) respecto a cuál de los dos países iba a regir nuestros destinos. Una arena central de esta competencia era la carrera nuclear.
En 1975 Brasil firmó un acuerdo con Alemania Occidental para la compra de ocho reactores nucleares, una planta piloto para el reprocesamiento de plutonio y una planta de enriquecimiento de uranio, paquete que le entregaría el total del ciclo de combustible nuclear para, se suponía, fines exclusivamente pacíficos. En la realidad, Brasil iba transfiriendo la tecnología que recibía al proyecto Solimões, - conocido posteriormente como el “Programa Paralelo” -, cuyo objetivo era la producción de armamento atómico.
Argentina trató de mantenerse a la par en esta carrera nuclear militar en la cual tenía cierta ventaja tecnológica. La escalada de las tensiones entre este país y Chile, iniciada a mediados de 1977 que se fueron agravando hacia 1978 y se prolongarían hasta 1982, convenció a los militares argentinos de cerrar un frente, el brasileño, y dedicar sus esfuerzos a doblegar a Chile. Esta alternativa se concretó mediante el tratado de Corpus - Itaipú firmado entre ambos países en 1979.
En este ambiente, Brasil concurrió ante Chile con sus “buenos oficios” haciendo presente su desaprobación por la "terquedad e intransigencia" mostrada por nuestro país al no aceptar las demandas argentinas y nos previno que nos enfrentaríamos solos a las consecuencias de nuestra falta de flexibilidad.
El desconocimiento de Argentina del Fallo Arbitral de la Haya, de nuestros derechos y de nuestra dignidad nacional, no fueron consideradas para nada por nuestros desinteresados amigos. Afortunadamente quienes nos gobernaban en esos años no se asustaron ni en lo más mínimo y continuaron su lucha, hasta ganar e imponer la razón y la justicia.
Es evidente, y natural, que la motivación de Brasil para aportar sus “buenos oficios” era favorecer sus propios intereses y no los de Chile. Es también evidente que los chilenos que entonces les creyeron (que los hubo y que ahora quizás también los hay), olvidaron que los países se mueven por intereses y no por amistad. Los países no son personas.
La prensa de ayer nos informa que nuevamente Brasil, primero en forma oficial y ahora por boca de Lula, vuelve a ofrecer sus “buenos oficios”, ahora ante la crisis que ha levantado Bolivia al abandonar las conversaciones bilaterales entre ese país y el nuestro, a las cuales quieren volver como si no hubiera pasado nada.
Los juicios que emiten nuestros amigos brasileños son interesantes de analizar:”Chile debe ser más comprensivo con Bolivia”: ¿qué creen que hemos estado haciendo por años en las negociaciones bilaterales que los bolivianos abandonaron?, ¿no es ser comprensivo conversar con un país que se niega a tener relaciones diplomáticas con Chile?, ¿es falta de comprensión hacer vista gorda de la colusión boliviana con el tráfico de drogas y con el robo de automóviles en Chile?, ¿no es ser comprensivo aceptar sin chistar todo tipo de insultos y descalificaciones como si vinieran de niños maleducados y no de un presidente y jefe de estado?.
"Bolivia y Chile tienen intereses distintos, pero complementarios. Uno no tiene mar. Otro, no tiene energía", dijo Aurelio García, ex asesor de Lula y actual colaborador de Dilma. Si, ¿pero es que el señor García no ha escuchado que, en medio de la peor crisis en Chile por la falta de gas, luego del incumplimiento de los contratos correspondientes por parte de Argentina, Bolivia se negó a que “ni una molécula de su gas llegara a Chile?. Todo señala que Bolivia no quiere ser amistosa con Chile.
Durante la visita del ministro Antonio Patriota, el jefe de la diplomacia brasileña planteó al gobierno chileno que Brasil vería con muy buenos ojos que Santiago y La Paz retomaran el diálogo con miras a encontrar una solución a la demanda marítima boliviana.
Obviamente se trata de que Brasil necesita que Chile se allane a las pretensiones de Bolivia. Brasil tiene una importante dependencia del gas boliviano y, además, requiere de los corredores bi-oceánicos que cruzarían el continente hacia el Pacífico a través del territorio del atribulado país altiplánico. Es decir, esta no es la gestión de buena voluntad de un amigo benévolo, sino una acción objetiva y coherente con el interés nacional brasilero que busca un rédito. Obviamente, Chile puede aspirar a lo mismo.
Esto nos genera una disyuntiva, ¿está en el interés de Chile beneficiar a Brasil?. Quizás si, pero obviamente el interés chileno también debe beneficiarse. Esto no es gratis. Menos aun cuando ha sido Bolivia la que ha roto las conversaciones y ha insultado reiterada y gravemente a Chile. Los soldados condecorados son solo la guinda de la torta. Eso no puede barrerse bajo la alfombra como si nada. Tiene consecuencias y esas deberían ser que Bolivia reconozca sus errores y los repare.
Nuestro gobierno ha dicho que Bolivia debe abandonar su pretensión de manejar sus relaciones con Chile demandándonos en un tribunal internacional y simultáneamente continuar las conversaciones, luego de fracasar en su intento de multilateralizar sus aspiraciones, en la OEA.
El Canciller Alfredo Moreno ha hecho pública la política de nuestro Gobierno: Chile no tiene deuda alguna con Bolivia; “está dispuesto a darle facilidades de otro tipo, pero entregar una parte de nuestro territorio no es una cosa posible”. Chile “No está en condiciones de otorgar a Bolivia un acceso soberano al Pacífico, menos aun sin compensaciones, … no existen ejemplos de otros países del mundo que hayan hecho algo semejante y …. que hay tratados internacionales como el de 1904, que respaldan su decisión” y dio toda clase de antecedentes que avalan lo justa y legítima de nuestra posición.
Está claro que el Canciller Patriota, de Brasil, tiene muy claros los intereses de protagonismo, liderazgo y supremacía de su país, pero sería conveniente que se informara de nuestros intereses, de sus fundamentos y de nuestras acciones.
No cabe duda que la amistad internacional es necesaria, pero también está claro que ella se basa en el respeto a los otros estados.
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