Perú: Sepa por qué creció en 150% la compra de armas en Sudamérica en los últimos años

América del Sur está todavía lejos del nivel de gasto militar que se observa en regiones como Asia o el Medio Oriente. Sin embargo, en el último lustro, el subcontinente ha dado un preocupante salto: ha comprado un 150% más de armamento que durante el período 2000-2004. Los expertos, sin utilizar el término carrera armamentista, advierten de los riesgos que comporta esta tendencia en países donde existen necesidades mucho más urgentes que adquirir tanques y aviones de combate.

Chile es el primer importador de material bélico de América Latina. De acuerdo con datos recopilados por el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (Sipri), las compras chilenas efectuadas entre el 2005 y el 2009 se multiplicaron por seis respecto a las adquisiciones del primer quinquenio del siglo XXI. Entre las compras recientes destacan, por su costo y poder destructivo, los 18 aviones holandeses F-16 y los 140 tanques alemanes del tipo Leopard. En la actualidad el vecino del sur se ubica en el puesto 13 del ránking mundial de los importadores de armas.

En esa misma lista, cuatro puestos más abajo está Venezuela. El segundo importador de armamento de la región ha sorprendido por los contratos millonarios firmados con Rusia. En setiembre del año pasado, Moscú le otorgó una línea de crédito de 2.200 millones de dólares que presumiblemente utilizará para comprar sistemas de defensa aéreos y tanques.

Brasil, el tercer importador de armas de la región, mantiene la envergadura de sus adquisiciones en los últimos diez años, pero en cambio viene dando pasos de gigante como fabricante de material bélico. El más reciente informe del Sipri revela también que, sin llegar a los extremos de los tres países citados, otros gobiernos de la región (Colombia, el Perú, Ecuador y Bolivia) han realizado costosas inversiones en armas en los últimos años.

El gasto militar en su conjunto (incluye compras de armas, los costos de personal y gastos por operaciones y mantenimiento, entre otros) ha crecido en un 50% en Sudamérica en el período 1999-2008, casi el doble respecto a la década anterior (los datos del 2009 todavía no están disponibles).

Pese al marcado crecimiento de la economía registrado en los últimos años, la parte del PBI dedicada a fines bélicos no ha disminuido: se ha mantenido alrededor del 1% y 2%, con excepciones como las de Chile y Colombia, que pasan el 3%.

EL PORQUÉ

A Mark Bromley, experto del Sipri en América Latina, le preguntamos si hay una razón de fondo que explique el aparente hambre de armas. “El factor común que subyace a las importaciones es la necesidad de modernizar las Fuerzas Armadas en la región tras el estancamiento registrado en los años 80 y 90”, responde.

“Al continuar el análisis, país por país, nos topamos con diferentes tipos de justificaciones. En Venezuela tenemos al presidente Chávez que habla de la amenaza estadounidense y la necesidad de defenderse ante ella. Brasil pone especial énfasis en su meta de vigorizar la industria nacional de armamento. En el caso de Chile se conjugan dos factores: la aspiración de tener la armada más moderna de la región y la disponibilidad de holgados recursos provenientes de la venta del cobre”, agrega.

VOZ DE ALERTA

El Sipri descarta usar el término carrera armamentista para calificar lo que ocurre en nuestra región: “Vemos evidencia de una conducta competitiva en cuanto a la adquisición de armas en Sudamérica”, señala Bromley. “Sin embargo, no todas las compras de armas son necesariamente desestabilizadoras. No importa tanto qué y cuánto se compra, sino cómo se compra. Los gobiernos deben ser transparentes sobre sus adquisiciones y tranquilizar a sus vecinos sobre sus metas. De otra forma, se incrementa la desconfianza y se alimentan las tensiones”, explica el experto.

Y cita el caso del Perú: “Chile es uno de los países más transparentes de la región, sin embargo, incluso los buenos mecanismos de transparencia aplicados no son suficientes. El Gobierno Peruano, por ejemplo, ha encargado misiles antitanque rusos y tanques chinos como una aparente reacción a las compras de Chile… Hace falta que todos en Sudamérica desplieguen más y mejores esfuerzos para explicar y justificar sus adquisiciones de modo que se construya la adecuada confianza entre países vecinos”.

En esta óptica, el Sipri aboga por el uso de los instrumentos que ya existen en la región para estos fines: “¿Para qué crear nuevos mecanismos si existe uno en el marco de la OEA ya ratificado por 13 países que prácticamente no se usa?”, se pregunta Mark Bromley en alusión a la Convención Interamericana de Transparencia en la Adquisición de Armas Convencionales, que obliga a comunicar nuevas compras en un plazo máximo de tres meses tras haber sido efectuadas.

Con la publicación de su informe sobre Sudamérica, el instituto de Estocolmo no quiere sembrar alarma en la región. “No perdamos de vista que se viene de muy abajo respecto a los niveles de gasto militar y que América Latina sigue siendo después de África la región que menos recursos dedica a la transferencia de armas”, aclara Bromley. “El marcado aumento de las importaciones es un signo preocupante que debe mantenernos alertas y generar el debate. El desafío es crear la voluntad política para procurar ponerle freno a esta escalada de compras militares en unos países con tantas necesidades pendientes de atención”, añade.

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