"Son duras las cubanas", dice el actual ministro de Planificación y Cooperación, quien a sus 32 años es el más lolo del gabinete piñeráctico.
De su padre Miguel Kast, ex ministro del "Tata", al que perdió cuando tenía 6 años, heredó lo mateo y se convirtió en ingeniero, economista, investigador y consultor del Banco Mundial. Sin embargo, sus primeros pesos los ganó poniendo música en casorios. "También soy barman (titulado del Inacap) y trabajé en una disco para hacerme mi mesada", cuenta.
"Mi padre vivió muy fuerte la pobreza de niño. Fue un hombre de campo, sencillo, que trabajó en la trilla desde los 13 años. Mi familia está cercana al mundo popular y por eso yo me siento más cómodo en la fiesta de un campamento que en el cóctel de un embajador", dice.
Antes que se lo llevara un cáncer, su padre le dejó un caset con consejos para ser un gallo de bien. "Mi sueño es terminar con la extrema pobreza. No quiero ver a más niños sin sueños", dice.
- ¿Y en qué topamos?
- Primero hay que nivelar la cancha y luego evitar que un grupo trate de privilegiar sus intereses por sobre los de los más necesitados. Hay sectores que impiden que la movilidad social sea grande. Con los grupos de poder hay que ser tajantes, no son aliados de este gobierno.
- ¿A qué asocia pobreza?
- Se me viene a la cabeza la palabra injusticia, porque no estamos en una sociedad donde cada chileno recibe una oportunidad digna. Viví con mi padre en Conchalí, fundé Un Techo para Chile y he construido decenas de mediaguas. La marginalidad la veo también en quienes quedan cesantes, caen en depresión y no tienen cómo alimentar a su familia.
Kast jugó báquet en la "U" hasta los 18 y en 1999 viajó a Cuba: "En La Habana Vieja conocí a mi señora. Nos presentaron amigos en común, salimos, luego la empecé a visitar, hasta que volví a Chile. Demoré dos años en convencerla que viniera".
"En Cuba pasé el mejor año de mi vida, hice grandes amigos y aprendí a gozar las cosas simples. Acá las discusiones políticas caen en la descalificación, pero allá saben escuchar, son más abiertos que los que acá se hacen llamar de izquierda", dice.
Gracias a su esposa Emelia aprendió a bailar salsa como un experto: "También bailo tango, porque viví arriba de la tanguería El Cachafaz".
Kast jura que el gobierno de Piñera pasará a la historia por terminar con la miseria extrema. "Aumentaremos los subsidios para las familias más vulnerables. No podemos tolerar una sociedad sin oportunidades y con familias de cuatro personas que no logran juntar 100 mil pesos al mes".
La tarea más urgente tras el cataclismo es levantar 40 mil casas de emergencia antes del 11 de junio: "Será titánico, porque en toda su historia Un Techo para Chile ha construido 36 mil y acá tenemos dos meses y medio".
"Como ministro ya no tengo tiempo para salidas ni deporte y llego muy tarde a casa, pero mi cubana es fuerte y me apoya", remata.
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