Una investigación de la UDP deja atrás la imagen del chileno agobiado y sin tiempo: el 73% se declara satisfecho con su empleo. Menos horas de trabajo y una nueva generación que prioriza el equilibrio con su vida familiar están cambiando el escenario.
¿Le costaría creer que hoy nos sentimos mayoritariamente satisfechos con nuestro trabajo? Seguramente. Porque en la mente de casi todos aún permanece instalada una imagen que se forjó hace 30 años.
El despegue de la economía en los 80 generó una profunda y acelerada transformación en la forma de trabajar de los chilenos. Exitismo y rentabilidad pasaron a ser conceptos predominantes en las empresas y, en menos de 10 años, nos convertimos en uno de los países con jornadas laborales más extensas. Entre 1980 y 1994, según la OIT, el promedio de horas anuales trabajadas aumentó en 64. Y en 2001, lideramos el ranking mundial de horas trabajadas, con 2.244 al año. ¿Resultado? Problemas de salud mental (ansiedad, depresión), padres que no vieron crecer a sus hijos, matrimonios que compartieron muy poco. Un escenario con el que difícilmente alguien podría declararse satisfecho.
Pero las cosas parecen estar cambiando. Porque aunque a usted le cueste creerlo, varias investigaciones muestran que los chilenos están cada vez más satisfechos con su trabajo.
Desde 2005 la Universidad Diego Portales realiza una encuesta nacional que indaga sobre los grados de satisfacción de las personas con los diferentes ámbitos de su vida. En 2009, el 73,6% de los chilenos se declaró satisfecho con su trabajo, casi nueve puntos porcentuales más que cinco años antes. La Encuesta de Calidad de Vida del Ministerio de Salud refleja la misma tendencia: en 2006, siete de cada 10 chilenos se mostró satisfecho con su trabajo, registrando también un aumento notorio respecto de principios de la década.
MENOS HORAS
Una de las primeras explicaciones a la que podría echarse mano es la reducción de la jornada laboral, que comenzó con la reforma que disminuyó de 48 a 45 las horas semanales. Es cierto que seguimos entre los 10 países con mayor número de horas trabajadas en el año. Pero según el estudio de competitividad del International for Management of Development (IMD), hoy los chilenos trabajan anualmente 58 horas menos que en 2001. Algo similar ocurre con las horas extras: en 1998, el 67% de las empresas declaraba tenerlas en la Encuesta Laboral del Ministerio del Trabajo (Encla); en 2008, la cifra descendió a menos de la mitad (42,5%) e involucrando a sólo el 29% de los empleados.
Sin embargo, el análisis de los especialistas va más allá de las cifras. Ellos prefieren hablar de una nueva clase de trabajador. Uno que busca en su empleo algo más que la seguridad de recibir un sueldo a fin de mes y que no pretende permanecer en una empresa los mismos 20 ó 30 años a los que aspiraban sus padres. ¿Se imagina a su abuelo negociando con su jefe, no sólo el sueldo, sino la posibilidad de que le paguen el gimnasio o de trabajar desde la casa de vez en cuando?
"Hoy, los jóvenes valoran mucho más el equilibrio entre su vida laboral y familiar. Son mucho más exigentes. Quieren tiempo para sí mismos, mayor posibilidad de aprendizaje y de desarrollo. No buscan estabilidad", dice la sicóloga laboral Karla Gatica, jefa de proyecto del Great Place to Work, entidad que desde 2001 se dedica a evaluar el clima organizacional de las empresas en el país.
Fue a mediados de los 90 cuando el concepto de balance entre trabajo y familia comenzó tímidamente a penetrar el ambiente laboral chileno, impulsado por las transnacionales que se instalaron en el país. Un concepto que las nuevas generaciones hicieron suyo y que defienden con firmeza. Tanto, que hoy son cada vez más las empresas que han debido incorporar políticas destinadas a resguardar este aspecto como una manera de retener a los talentos. "En 2001, cuando comenzó Great Place to Work, muchas empresas nos cerraron sus puertas, porque les daban más importancia a la rentabilidad que al capital humano. Ese año, sólo 60 compañías aceptaron ser evaluadas. El año pasado fueron más de 250, entre pymes y grandes empresas", comenta Gatica.
Poco a poco fue haciéndose más común encontrar en Chile compañías que ofrecieran financiamiento para posgrados, horarios flexibles, trabajar desde la casa o acortar la jornada del viernes, por mencionar algunas posibilidades. Incluso, existen algunas empresas que a las 18 horas cortan la energía eléctrica a los computadores para asegurarse que sus empleados no se queden más tiempo en la oficina.
"Antes era raro ver a un papá joven con su hijo en la plaza un día de semana, ahora es algo normal. Ellos son los protagonistas del cambio que está surgiendo", dice el sicólogo de la U. del Desarrollo Sergio Landaeta.
MEJOR CLIMA LABORAL
Pero eso no es todo. Según los registros de Great Place to Work, entre 2001 y 2009 el clima laboral en las empresas mejor evaluadas mejoró en un 12%. Porque también ha habido algunos cambios en la manera de relacionarse dentro de la empresa: de la estructura jerárquica imperante en lo 80 se pasó a una más horizontal en muchas compañías. El "usted" hacia el jefe se cambió por el "tú" e incluso ellos dejaron de ocupar oficinas aisladas. "Hoy, muchas empresas están preocupadas de entrenar a sus gerentes en liderazgos efectivos, donde el autoritarismo da paso a un jefe que fomenta la autonomía y el desarrollo de sus subalternos", dice Gatica. Eso aporta para generar mejores ambientes laborales.
Una encuesta de Trabajando.com preguntó por los seis aspectos del trabajo que más satisfacían a las personas. La relación con los compañeros y los jefes obtuvo el mayor porcentaje, seguido por el horario y la posibilidad de compatibilizar trabajo y familia.
La relación con los compañeros también logró alto grado de satisfacción entre los encuestados por la consultora Bumeran.com este año: el 61% confía en sus colegas y el 95% está acostumbrado a trabajar en equipo.
IDEAS ARRAIGADAS
Claro que todos concuerdan en que Chile aún está muy lejos de alcanzar los estándares de calidad de vida y de satisfacción con el trabajo que exhiben algunos países desarrollados. De hecho, algunos especialistas no son tan optimistas en su análisis. Para Jurgen Weller, oficial de Asuntos Económicos de la Cepal, todavía permanece arraigada entre los chilenos, sobre todo entre los de más edad -tanto empleadores como empleados-, la idea de que quedarse más tiempo en la oficina implicará un mayor reconocimiento y, por ende, la seguridad de no perder el trabajo. Eso explicaría que sigamos siendo uno de los 10 países con jornada laboral más extensa.
La socióloga de la U. Diego Portales Ana Cárdenas es aún más escéptica. En su opinión, las actuales condiciones de trabajo son peores a las que existían en los 90: "Había mayor estabilidad laboral, niveles de desempleo menores, un contrato de trabajo más extendido. Pero las nuevas generaciones crecieron en un contexto laboral muy distinto. A ellos, hablar de un trabajo seguro les resulta anacrónico. Y si se tiene una población que ha sido sociabilizada en este nuevo contexto, para ellos no es tan negativo porque no operan bajo los mismos parámetros", dice.
Insatisfechos con el sueldo
Pero si hay algo con que los chilenos no están para nada satisfechos, es con el dinero que reciben a fin de mes. En el estudio de la UDP, de los nueve aspectos consultados, el ingreso ha sido siempre el que genera menor grado de satisfacción. En 2009, por ejemplo, menos de la mitad de los encuestados (47%) dijo sentirse conforme con su salario. Y en la encuesta de Trabajando.com, en tanto, el 40% declaró que dejaría su actual trabajo si consigue otro con mejor sueldo. "El sueldo ha sido siempre una de las dimensiones más problemáticas. La diferencia es que ahora la sociedad está mucho más endeudada que en los 90", dice Ana Cárdenas, de la UDP.
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