Ecuador sobre Chile: “Con privilegios no hay república”

Nota: Es increible como los seguidores de Chavez utilizan verdades a media para minimizar los avances económicos de Chile, su apertura comercial y apoyo al libre mercado. Apuntan con desprecio sus dedos inquisidores a "la desigualdad del ingreso". Lo que no dicen estos personajes, es que la "desigualdad del ingreso" sólo mide la diferencia entre los sectores que obtienen mayores ingresos y los que tienen menores ingresos en un país. El asunto es que ese dato no describe realmente "cuan pobres son los pobres" ni que tan avanzado está un país. Ecuador puede tener menor desigualdad que Chile, pero ese dato omite que los ecuatorianos son incluso más pobres que los peruanos. Si los ecuatorianos son más pobres que los peruanos y tienen menor desigualdad, sólo quiere decir que los ecuatorianos -en general- son más pobres que los chilenos, y que sólo distribuyen mejor su pobreza. Limitar el análisis a comparar la "desigualdad del ingreso", sólo responde a un análisis interesado e ideologizado. Un pobre de Chile tiene un ingreso y calidad de vida muy superior a un ecuatoriano, venezolano o peruano.

Afirmaba Benigno Malo y es aplicable al siglo XXI, donde todavía muchos añoran la continuidad de la vieja república de los privilegios. Los vimos opuestos a la Constitución de Montecristi, los vemos opuestos a la reforma institucional del Estado, a una nueva visión del territorio y las poblaciones. Algunos, pocos o muchos, esperaban que los cambios sociales se den de la noche a la mañana. Usar la maquinaria de los decretos para en el papel cambiar el rostro de miseria y pobreza. Quienes añoran la vieja república de los privilegios no se reducen a ser de derecha, sino que también hay sectores de la vieja izquierda que vivió coexistiendo con el poder que declaran pretender acabar. Usufructuaron de las redes del poder a todo nivel, incluso intelectual. Esa vieja izquierda añora la vieja república de lúcidos e iluminados dirigentes, coincidiendo con la rancia y conservadora derecha heredera de privilegios sociales. Esa vieja izquierda y sus historiadores que siguen haciendo apología de unas independencias de privilegios de unos pocos por sobre los muchos; tradiciones inventadas donde los actores siguen siendo individuos de abolengo, con sueños de modernizar -imitando a la vieja Europa- las poblaciones reduciendo lo indígena, lo negro, lo montubio a ese ideal del mestizaje. Vivimos la disputa de las historias. Una disputa por el control social de los discursos con trasfondos mesiánicos. Hemos visto las acusaciones de mesianismo y caudillismo pero este también lo observamos en el mesianismo y caudillismo histórico e incluso académico. Es absurdo radicalizar el principio de quién tiene y detenta la verdad. La radicalidad de una revolución reformista, aunque se lea contradictorio, debe ser juzgada no desde moralismos personales o grupales, o haciendo estética de los juegos políticos, eso es reproducir la vieja práctica de las élites racistas.

Desde la izquierda a la derecha ponen de ejemplo a Chile como modelo de democracia, unos felices del retorno de la derecha, otros tristes de la pérdida de la izquierda, pero todos admirando la civilidad, “madurez” y racionalidad del “político chileno”. Eso ejemplifica cómo en América Latina se han inventado tradiciones; evidencia un profundo desconocimiento de la historia social de la región.

La Concertación chilena, una amalgama de partidos llevados hacia el centro, ha logrado evidentes niveles de crecimiento, pero éstos no tienen sentido si no se reflejan en la reducción de la desigualdad, por tanto, lo primero niega lo segundo, demostrando una modernización superficial dependiente del extractivismo minero.

Chile se ubica entre los 4 países con peor desigualdad en la distribución del ingreso (PNUD) en la región, junto a Brasil, Bolivia y Paraguay, y alta dependencia de las exportaciones de cobre e insuficiente industrialización de productos con valor agregado; en conjunto presenta uno de los niveles de pobreza más altos de la región. ¿A quién ha beneficiado el crecimiento? ¿Ese es el modelo de república con privilegios que añora y desean nuestras ilustradas clases dirigentes? O sea, ¿una democracia llena de alegorías, formas rituales, estéticamente blanca e ilustrada donde todo lo demás es vulgaridad, ignorancia y huele a pueblo?

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