Una bofetada democrática a los modelos revolucionarios, que poco practican la decencia
La victoria de Sebastián Piñera en Chile, es un digno ejemplo de tolerancia, transparencia y sentido nacionalista, que explica muy bien, por qué los chilenos apuntalan los índices de bienestar económico, confianza, gobernabilidad, seguridad jurídica y madurez política de la subregión.
El pueblo chileno -que sufrió los embates de una dura dictadura- ha sabido despertar con inteligencia y dignidad, de su letargo. Desde la victoria del No (plebiscito de l988), que abortó la permanencia de Pinochet en La Moneda, Chile ha venido registrando un ascenso sostenido en el plano social y económico. Con la llegada al poder del hoy derrotado candidato oficialista Eduardo Frei (1994-2000), comienza una era de concertación política y reformas, que trazó el camino contra la pobreza y la división. Frei potenció la economía bajo el esquema de inversión en infraestructuras, salud y energía, compensando la crisis asiática y la crisis energética de la sequía.
El Dr. Ricardo Lagos (abogado-politólogo de la Universidad de Duke), sucede a Frei Ruiz-Tagle (período 2000-2006). Adopta una política de apertura y de alta diplomacia, en medio de crisis ambientales, corrupción y polarización latente. Militante del Partido Socialista Chileno, mantuvo la unidad y superó la crisis territorial con Bolivia y Argentina, a la par de firmar TLC con China, EEUU, Corea y la Unión Europea. Lagos es reconocido por conducir la consolidación democrática de Chile. Entrega el poder a su ex ministra de Salud, la doctora Michelle Bachelet (médico-pediatra), quién llega a la Presidencia de la mano del Partido Socialista, logrando un nuevo período de estabilidad y bienestar, con una aprobación que culmina con un 80%. Cabe agregar que la doctora Bachelet, es médico formada en la Universidad Humboldt de Berlín, RD-Alemana (la del telón de acero), desde lo cual ha tenido el mérito de anteponer "lo mejor" de dos mundos.
Hoy un empresario próspero (banquero, socio de LAN Chile, egresado de Harvard), asume la presidencia de Chile por estrecho margen. El común denominador que ha prevalecido en los últimos 20 años de solidificación de la democracia chilena, ha sido el talante de sus mandatarios: sujetos educados, civilistas, cuyo monolítico sentido estadista y gerencial, ha hecho de Chile una nación del primer mundo. No por casualidad Bachelet saluda a Piñera y le felicita cordialmente. No por acaso, Frei reconoce su derrota y ofrece colaboración, a pocas horas de un conteo manual. Gestos que están muy lejos del desconocimiento procaz y escatológico. Una bofetada democrática a los modelos revolucionarios, que poco practican la decencia y la compostura como ejemplo de poder. Felicitaciones Chile. ¡Sana envidia!
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