Mientras que la imagen de la presidenta chilena recorre el mundo por su convocatoria a la concordia y el encuentro luego de que su fuerza política perdiera las elecciones, la imagen de su par argentina se multiplica por su invocación permanente a la intolerancia y el desencuentro.
No se habían disipado todavía de la memoria visual del continente las imágenes de Chile -un ejemplo de quienes han aprendido de los errores de su historia y recompuesto su cultura institucional- cuando, en Buenos Aires, la presidenta de la Nación planteó que no viajará a China para no dejar al vicepresidente Julio Cobos a cargo del Poder Ejecutivo.
“No cumple con esas funciones”, dijo ella como excusa. “Implica el riesgo de que actúe en la Rosada como jefe de la oposición al gobierno”, sinceraron sus voceros políticos. Presionada por la crítica de la oposición ante sus decretos de necesidad y urgencia, acababa de convocar a la comisión bicameral del Congreso para que debata su decisión, ejecutada ya, de expulsar de su cargo al presidente del Banco Central, Martín Redrado.
Esa decisión, como la otra sin consulta al Congreso de pagar compromisos de la deuda externa con reservas del Banco Central, han constituido otro traspié político del gobierno y otra evidencia del ejercicio hegemónico de las decisiones sobre las grandes políticas, marginando los canales institucionales que la sociedad ha acordado para equilibrar el ejercicio del poder público.
En esas horas, la Presidenta reiteró las ironías e imputaciones al Vicepresidente de la Nación -elegido junto a ella por la ciudadanía en las urnas- y extendió sus acusaciones de conspiraciones e intentos de desestabilización contra la mayor parte del arco opositor. Simultáneamente, aparecían en las carteleras en la vía pública de Capital Federal afiches que extendían estas imputaciones a los protagonistas de la oposición. “Golpistas”, resumían. Por cierto, incluían al Vicepresidente. Esa intolerancia, ese pensamiento hegemónico -característico del matrimonio presidencial- nos han llevado a la tragedia y al fracaso institucional varias veces a lo largo de la historia nacional.
Las circunstancias nos pusieron en un durísimo contraste entre el domingo y el martes. El domingo nos conmocionó desde Santiago la imagen de la presidenta Michelle Bachelet -que se va sin reelección, pero con una notable adhesión popular- llamando con afecto y seriedad institucional a Sebastián Piñera, el hombre que, al frente de la oposición, acababa de ganar el gobierno legítimamente, marginando del poder público a la concertación política de la propia presidenta, después de 20 años de continuidad. E hizo lo propio con Eduardo Frei (h). Uno ganador. El otro perdedor. “Chile ganador”, dijo insistiendo -como los otros protagonistas de la contienda democrática- en la imperiosa necesidad de “un Chile unido en las grandes políticas”.
Luego, en las visitas protocolares, fue claro el respeto institucional y la conciencia de lo aprendido en la compleja historia política de Chile, en la que aún perduran imágenes de desencuentros y tragedias.
Casi al contrario de lo que llegaba al mundo desde nuestro Río de la Plata, Ricardo Lagos, Michelle Bachelet, Eduardo Frei y Sebastián Piñera -con una cultura política renovada y acorde con los nuevos tiempos- acababan de ofrecer una jornada ejemplar para tonificar su democracia, el respeto institucional por encima de las necesarias pasiones y la insistencia en las políticas de Estado que permanecen inamovibles desde hace ya un cuarto de siglo en un Chile, que ya es mencionado en el continente como ejemplo de todo lo que mostró el domingo.
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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.
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