Hoy rabiaba de la envidia. Veía en la TV las noticias de los resultados de las elecciones chilenas. Piñero le ganó a Frei. Chile es uno de los países, sino el más progresista de América Latina, uno de los punteros. Este año cerró sin inflación. Al contrario, presentó una ligera deflación. Y aún cuando en las manos de la doctora Bachelet hubo progreso, el pueblo prefirió votar por lo que se califica como “derecha”. Una lección en la cual, sin computadoras, con un voto manual, antes de las 5 de la tarde se conocían los resultados. Nada de sospechosos retardos. Nada de un corre y corre de las autoridades electorales. Nada de grupos presionando por la limpieza y prontitud de un resultado. Nada de un resultado en las tinieblas nocturnas.
Y muy rápidamente, tras conocerse los resultados, la admisión por parte del oficialismo de la pérdida de su candidato en el proceso. Vi a la doctora Bachelet hablando por teléfono con los vencedores, luciendo una franca sonrisa, sin destilar el odio de los resentidos, sin menospreciar el triunfo, aceptando democráticamente los resultados que le desfavorecían.
Está en ese comportamiento el secreto del porqué Chile progresa. Demuestra que sus líderes hablan con el intelecto y no con la pasión desbordada de quienes pretenden ser líderes. Con seguridad apreciaremos que ambas partes no regatearán los méritos del contrario. Existirá indudablemente una continuidad en obras y proyectos. Y el país seguirá progresando, aún con la presencia de una crisis económica mundial. No presentarán soluciones equívocas. No devaluarán su moneda. Negociarán con cualquier país y mantendrán las garantías económicas que servirán como base para el fortalecimiento de las inversiones tanto nacionales como extranjeras.
¿El nuevo presidente llevará al país por nuevos rumbos? Con toda probabilidad así será. ¿Progresará Chile más de lo que ha progresado hasta ahora? Mi capacidad de análisis no llega a esos niveles. Pero indudablemente el país será fortalecido y podría ser un ejemplo pero que dudo sea aprovechado por nosotros. Seguiré muriéndome de la rabia…
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