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domingo, octubre 25, 2009

Profesorado o la vocación de pasarla mal

Por Fernando Villegas

No es cosa fácil, en Chile -y quizás en cualquier parte del mundo, salvo Japón y China-, enfrentar un aula de clases. Lo sé por experiencia propia. Fui profesor en dos instituciones distintas, ambas privadas y con un alumnado que, a diferencia del que deben enfrentar los maestros de colegio, era gente mayor y/o jóvenes en su veintena y estaban allí, en los pupitres, por voluntad propia. Tenían todas las razones del mundo para atender bien la clase y disciplinarse, pero aun así y en ambas experiencias, una de dos años de duración, la otra alrededor de cuatro o cinco, no pocas veces me sentí arando en el mar.

Digamos las cosas por su nombre: de entre las virtudes que adornan la personalidad de los chilenos, la diligencia, capacidad de trabajo, seriedad y disciplina no destacan como las más notables. Es así aun en medios profesionales, quienes a menudo, como alumnos, muestran la ojota. Lo es, incluso, con quienes parecen trabajar seriamente, porque nuestra idea de qué es serio resulta bastante acomodaticia. Aun a nivel universitario, como bien puede referirlo cualquier profesor, la tarea es cuesta arriba. Los hábitos de estudio, de existir, son facilones; la disposición para tomarse en serio lo que significa estar en una universidad que los padres pagan con sangre, sudor y lágrimas es muchas veces casi nula.

Imaginen entonces cómo es enfrentar a niños provenientes de hogares donde ni madre ni padre han sabido disciplinar a sus cabros, porque ellos mismos carecen de hábitos de lectura, no saben hacer otra cosa que ver TV, son mediocres o malos empleados, sacan la vuelta, se quejan de todo y crean así las condiciones para criar a una prole intelectualmente zafia, burda y maleada. Agreguen a eso a los niños de familias más deterioradas, donde hay un padre y a veces ambos dados al frasco o la droga, cesantes, donde reinan la violencia y las palabrotas. Y sumen las condiciones ambientales, esto es, los valores predominantes en los medios de comunicación y el barrio y de hecho en todas partes, donde ya no hay otro énfasis que el ganar dinero, sacarles el bulto a los deberes y ser vivo y exitoso a como dé lugar. E imaginen, para terminar, todos esos elementos juntos y revueltos en el ámbito de un aula y un colegio y, además, en medio de una atmósfera permisiva, donde es imposible siquiera concebir que un niñito saque una mala nota por ser él un flojo o un tonto, menos aún sancionarlo por mala conducta, considerarlo culpable y responsable de algo. Hoy un mocoso puede blandir una navaja y amenazar al profesor y éste debe dar las gracias si lo dejan salir con el pellejo intacto.

Ese es el ambiente que deben encarar los profesores de casi todas las escuelas municipalizadas y aun los que trabajan en establecimientos privados caros. Por tanto, culparlos a ellos del 100% del problema educacional es injusto, casi ridículo. Este es un tema que deriva de las actuales condiciones de la totalidad de la sociedad chilena, partiendo por la formación de los propios alumnos en sus primeros años de vida, en familias donde no se hace ningún esfuerzo para lograr una buena crianza, suponiendo que supieran qué es una buena crianza.

Esto no exime a los profesores. Son también parte del problema. Me lo han reconocido muchos de ellos, por mail. Me llegan todas las semanas. Lo cierto es que hay un número sustantivo de ellos que nunca quiso ser profesor y llegaron a esa destinación laboral de rebote.

No es, eso, un buen antecedente. Y hay quienes, como ha sido probado en pruebas de evaluación, no saben siquiera el ABC de las materias que supuestamente deben impartir. Hablo de profesores de inglés que apenas saben inglés, profesores de matemáticas que no recuerdan la regla de tres, profesores de geografía -los he visto en clase- que creen que el verano y el invierno dependen de la cercanía o lejanía de la Tierra del Sol. Culpable es también un ministerio repleto de teóricos de sillón dados a cortar y pegar desde internet materiales pedantes y teorías ridículas. Una de las últimas ha sido -y creo sigue siendo- la idea de que la tarea del profesor es "enseñar a aprender", mero y tonto juego de palabras que, sin embargo, ha guiado un programa escolar tras otro.

Hay en Chile deudas históricas por todas partes, sin excluir la del profesorado mismo hacia el país. En cuanto a la reclamada por éstos, cabe decir una cosa: en el gobierno militar se empobreció brutalmente al profesorado, al punto de desplazárselos desde una posición de clase media acomodada, a la de una suerte de proletariado intelectual. Aún hoy, pese a las numerosas mejoras, no han superado esa condición. ¿Por qué no habrían de reclamar algo que se les birló? Otra cosa es que se pueda y deba pagar precisamente esa cifra.

Muchos la considerarían excesiva para sus merecimientos, pero los "méritos" son cosa irrelevante cuando hay un deudor y acreedor, lo que vale son los contratos o términos de acuerdos, no las gracias cívicas de los contrayentes.

¿Por qué entonces ante este intríngulis no partir de cero, de una hoja en blanco? Hablo de restituir al profesorado siquiera una parte de dicha deuda, pero también revisar de arriba abajo los programas de estudio, imponer exigencias y disciplinas en los colegios, en vez de la atmósfera de relajo y "derechos" que prevalece. Y finalmente, exigir del profesorado pruebas de calidad. Todas las partes han de asumir responsabilidades y tareas, si no vamos a pasarnos los próximos 20 años con la misma prédica vacía e infructuosa sobre el "hay que" mejorar la educación.

Artículo original

4 comentarios:

  1. Yo veo tolerancia cero, y veo a Villegas, y a menudo es interesante el escucharlo y ver como argumenta en ciertos temas, pero debo decir que el debe ser la persona que puede llegar a ser más catastrofista y pesimista de los que he escuchado en mi vida, llega a a desesperar gran parte de las veces por ello, más igualmente vale la pena filtrar lo que dice y en síntesis uno puede quedarse con varias cosas.

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  2. Anónimo10:57 a.m.

    Me parece un buen diagnostico el que hace Villegas.
    En este caso le encuentro bastante razon.
    saludos

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  3. Y 20 años de concertcion,,, no es nada.... creo que se leia mas en el goberino de Pinochet que en el de estos berracos inconsecuentes....

    incluso estos berracos subieron el IVA tambien a los libros...

    NAda han hecho estos ineptos... gracias viellegas por tu testimonio... se nota la mano de los cirjanos de la cortina de hierro en estos temas.... osea fomnatar la ignorancia...


    Saludos,

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  4. Anónimo3:04 p.m.

    La concertación se llena la bocota hablando de la educación jajajaj
    La deuda histórica es un derecho y estos farsantes han tenido 20 años
    Para reparar en parte esta deuda. Hoy los idiotas hablan del un aumento en la remuneración de un 200% una mentira mas si a los Prof. que se les debe el tema de la deuda histórica jamás le han reparo en un peso todos viven con unas pensiones de muertos de habré y el ministro y el otro viejo ojeroso tiene el descaro de hablar de aumento progresivo y sostenido jajaj una burla mas de estos concertacionistas . Jajaja ya sabremos cuanto se llevan para la casa para reparar su salida del gobierno ……jajajajajajajaja

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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.