Argentina y Venezuela, las ovejas negras de la región

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Esos países tienen un nivel de insolvencia superior a economías europeas que tienen en vilo a los mercados globales. Pese a esta delicada situación, las políticas individuales de cada actor permiten que éstos no representen en Latinoamérica un foco de temor... todavía.

Las miradas del mundo han estado puestas durante gran parte de 2010 en la salud de la economía griega y a las probabilidades de que ese país entre en un proceso de cesación de pagos. Sin embargo, las economías de Venezuela y Argentina se encuentran en una situación de mayor fragilidad que Grecia, pero no se ha puesto atención en esos vecinos de la región. Si bien hoy no representan un foco de preocupación, pueden derivar a futuro en un riesgo para una zona en la que conviven dos clases de países: los que están con las cuentas ordenadas y los que no. Dentro del primer grupo está Chile, Brasil, México, Perú y Colombia.

El nivel de los CDS (Credit Default Swaps) de Grecia se encuentra en torno a 815 puntos, pero lo superan en riesgo Argentina, con 890 puntos, y Venezuela, con 1.234 unidades. Un CDS es un contrato -con un tipo de instrumento derivado- para asegurarse contra un riesgo de impago de un bono o préstamo. Por lo tanto, mientras más posibilidades haya de que el país o empresa que emite ese bono caiga en morosidad o incumplimiento de pago, más alto será el castigo (spread) exigido por el vendedor de este CDS, que es el que responderá con dinero si es necesario. En el caso de emisiones de países, llamados bonos soberanos, sirve como referencia para medir el riesgo país, siendo una alternativa al índice elaborado por JP Morgan.

Expertos descartan que una potencial caída de los países sudamericanos genere un impacto similar a lo que ocurriría si uno de la Unión Europea entrara en cesación de pagos, destacándose en este sentido que Latinoamérica es una zona de contrastes a diferencia de lo que ocurre en el viejo continente. No obstante, se advierte que ninguna de las economías de la región sería inmune a un default de Argentina y Venezuela.

Para Andrés Solimano, director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) de Chile, “la gran diferencia es que Grecia está en el área del euro, entonces la inestabilidad y una eventual salida de la zona sería una crisis muy grande para toda Europa, por lo que un problema de un país pasa a ser un conflicto continental”.

A esto se suma, según el economista, que hay muchos bancos europeos que tomaron deuda de Grecia, como las entidades alemanas, francesas e inglesas, entre otros, entonces al haber una cesación por parte de la banca, hay un efecto en los balances del sistema financiero de la zona. “Por lo tanto, con menor crecimiento en la eurozona ya se está haciendo más complicado, porque sus deudores se hacen más riesgosos, no hay tanta demanda en créditos y entonces se complica el sistema financiero de Europa”, puntualiza Solimano.

Los riesgosos

Argentina aparece dentro de los países con mayor riesgo de caer en impago de sus compromisos de deuda en el mundo. Y es que su pasado la condena, pues no han sido pocas las veces que se ha declarado en default, haciendo perder miles de millones de dólares a los inversionistas. La experiencia más reciente fue en 2001 y hace unas semanas terminó con relativo éxito el proceso de canje de deuda impaga desde inicios de la década, con 67% de aprobación. Con esto, sumada a una operación similar a la de 2005, se reestructuró el 90% de los bonos en default del 2001, lo que le dio un nuevo aire a la economía del país.

De hecho, Fitch Ratings la semana pasada emitió un informe en el que mejoró la clasificación de riesgo de ese país a B desde RD, con tendencia estable. En la perspectiva de la clasificadora, destaca el reporte, esto representa un paso positivo hacia la normalización de las relaciones con los inversionistas.

“Las relativamente manejables necesidades de financiamiento del sector público, mejores perspectivas económicas de corto plazo, así como también una demostrada flexibilidad para responder a los shocks de confianza internacional y local en 2009, dan soporte a la capacidad trasandina para cumplir con sus obligaciones de deuda en nuestro horizonte de proyección”, dijo Erich Arispe, director de Grupo Soberano de Fitch.

Sin embargo, la debilidad macroeconómica y la institucionalidad, la poca predictibilidad de las políticas y el incremento de la intervención estatal en la economía limita los pronósticos de crecimiento a mediano plazo. Asimismo, la poca credibilidad en los datos oficiales, como el PIB y la inflación, también merma la confianza del inversionista.

La también agencia Standard and Poor’s no es tan optimista respecto de Argentina: “Este evento (canje de deuda) es sumamente importante para normalizar la relación de Argentina con los mercados financieros internacionales. Sin embargo, la calificación soberana de la Argentina continúa limitada en su nivel actual por la falta de diversidad en las fuentes de financiamiento que el gobierno tiene disponible”.

Y es que a pesar del paso adelante dado, la obtención de recursos en los mercados internacionales “seguirá siendo un desafío importante para Argentina dados los litigios en curso y el monto de deuda que optó por permanecer fuera del canje, estimada en US$6.200 millones”, dice el informe de Standard and Poor´s.

Por otra parte, Venezuela está fuera del radar de los inversionistas internacionales, no hay informes sobre su mercado y, por ejemplo, empresas aseguradoras no están cubriendo los riesgos de los exportadores. Esto explica parte del retroceso de más de 50% de los embarques chilenos a Venezuela en los cinco primeros meses de 2010. Uno de los aspectos que preocupa es que subsidia a otros países, como a Cuba al cual aporta petróleo, lo que hace dudar a los mercados si esto será sostenible en el mediano plazo, dado los parámetros de la economía internacional y del manejo interno.

Pero Venezuela y Argentina no son los únicos países que enturbian el ambiente de los que “pagan”, pues también está Ecuador, que si bien no está al nivel de Argentina y Venezuela, es una interrogante, ya que al ser una economía dolarizada oficialmente, pone una restricción fuerte al déficit fiscal. Entonces los desbordes vienen por el lado fiscal y los mercados tienen duda sobre su situación, detalla Solimano.

¿Efecto dominó?

A diferencia de lo que ocurría en décadas pasadas, los economistas sostienen que los países de América Latina están en su conjunto mejor preparados para enfrentar los problemas de uno de los integrantes del continente.

En la actualidad, se resalta que una de las grandes ganancias de los últimos años en la política económica latinoamericana es la mayor solidez macroeconómica en los países, inflación más baja, déficit fiscales menores, deuda externa inferior y mayor flexibilidad cambiaria. Esto habría sido clave para que Latinoamérica no se haya visto tan afectada con la crisis que se generó en el mercado subprime de Estados Unidos.

Sebastián Briozzo, analista de Standard & Poor’s, afirma que “los inversionistas externos se han vuelto más sofisticados, lo cual reduce el temor de una caída generalizada en América Latina a causa de unos pocos actores. Esto porque ya no se ve a la región como un todo como ocurría antes, hoy se comprende bien lo que sucede en cada país. De haber una crisis en alguno de estos países, no hay implicancias directas en otro”.

En contrapartida, Solimano advierte que si hay una crisis de deuda o económica en uno de los países, las mesas de dinero de bancos internacionales verían en Latinoamérica un poco más riesgo que antes. “No a todos los afecta igual, pero la región no saldría completamente inmune, particularmente si se trata de un país grande como Argentina y Venezuela”, explica Solimano.

El efecto más negativo vendría en los socios comerciales de los países más complicados y los que tienen inversión extranjera, como Chile en Argentina, con una apuesta comercial importante. Por ejemplo, las exportaciones nacionales a ese país crecieron 21% hasta los US$401,3 millones, situándose entre los cuatro principales mercados de la región para nuestras exportaciones después de Brasil, México y Perú.

Pero el economista de Flacso advierte que hay mejoras que se deben realizar, “como la estructura productiva muy concentrada en materias primas y productos basados en recursos naturales. Se debe apuntar más en economía del conocimiento, es decir, a una industria con alto nivel de valor agregado y mayor tecnología, a lo que se debe sumar una reducción de la concentración económica, ya que hoy existe una dualidad entre empresas grandes y modernas y un gran sector pyme con acceso a crédito caro y con dificultad de mercado”.

Vías de escape

Para cambiar la percepción de riesgo que tienen los inversionistas externos sobre las economías cuestionadas de América Latina, los expertos señalan que se deben seguir diversos caminos, aunque muchos de ellos apuntan al manejo político.

El director de Flacso destaca que un mecanismo que se utilizó después de la crisis asiática fue acumular reservas internacionales, lo que sirve como seguro. “Se debe tener un nivel de reservas internacionales que permitan financiar importaciones y alcanzar un nivel de actividad interna, lo cual permitiría contar con un margen en el caso de producirse una caída en el intercambio o que disminuya el crédito externo”, explicó.

Dentro de las medidas económicas que deberían tener los países de alto riesgo, los expertos las concentran en una moderación del crecimiento del gasto público y el fortalecimiento de la base tributaria.

También Solimano agrega que las economías en dificultades deben direccionarse hacia regímenes cambiarios flexibles, “lo que permite que el tipo de cambio sea una variable de ajuste, lo cual no lo permite hoy el euro, por ejemplo”.

Pero principalmente se advierte que los cambios deben venir por el lado político. Gabriel Torres, vicepresidente y analista de riesgo soberano de Moody’s, señala que “la preocupación en países que se ven con mayor riesgo obedece a manejo político. Debe haber más consenso en políticas públicas básicas, lo que se refleja en países de la región en la que existen mayores expectativas, como en el caso de Brasil y Chile, donde a pesar de cambios en la administración se da una continuidad en el manejo económico”.

Cuando se habla de riesgo político, los economistas se refieren a temores para la inversión extranjera, a cambios en las reglas de juego en materia impositiva o como se ha dado en el caso de Venezuela, donde se han repatriado utilidades de transnacionales.


Los fuertes Chile y Brasil

Chile presenta el mejor nivel de riesgo de default de la región, situándose entre los 19 con menores CDS -lista encabezada por Noruega-, en gran medida por su fortaleza económica, de instituciones y la buena posición financiera del gobierno, ayudada esta última por la regla de superávit estructural.

Un análisis de la agencia clasificadora Moody’s resaltó que la economía chilena ha demostrado una y otra vez su habilidad para superar los shocks, siendo el último el terremoto y tsunami del 27 de febrero. Su debilidad, eso sí, es el comercio exterior, ya que posee una alta dependencia a las exportaciones de cobre, aunque un punto positivo es la diversificación geográfica de los embarques en montos relativamente similares a EEUU, Europa y Asia.

Respecto de Brasil, los economistas coinciden en que tras las elecciones presidenciales de ese país no debieran haber cambios, mientras que la solidez de su actividad se basa en una demanda interna potente y una oferta exportadora de materias primas, aspectos que llevarían a que su PIB crezca 7,2%, según el Banco Central del gigante latinoamericano.

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