Científicos de los oceanográficos de A Coruña y Tenerife descubren que el pez espada se oculta a mayores profundidades con plenilunio y recorre hasta 100 kilómetros al día
Algo de razón tenían los patrones de los palangreros de superficie gallegos que faenan en el océano Pacífico cuando programaban sus campañas en función de la luna. Y es que el pez espada es, por así decirlo, una especie muy lunática. Escapa de la claridad de la luna llena hundiéndose esas noches a mayor profundidad de lo habitual, a más de 70 metros de la superficie. Así lo han constatado los biólogos tinerfeños y coruñeses que han estudiado el comportamiento del pez espada frente a las costas del norte de Chile y que han visto publicado en la revista ICES Journal of Marine Science el que es el primer análisis que se publica sobre el empleo de marcas electrónicas en el pez espada y uno de los primeros que se realizan a nivel mundial.
La influencia lunar en el emperador «se sospechaba», asegura Jaime Mejuto, investigador del Instituto Español de Oceanografía (IEO) de A Coruña, pero hasta ahora no había elementos fehacientes que demostrasen que la luna es más favorable para la captura de esta especie.
El trabajo que ha permitido obtener mayores conocimientos del pez espada se realizó a bordo de dos barcos gallegos, el Makus y el Mariané, dos palangreros de superficie con base en Vigo, desde los que se implantaron un total de 30 marcas electrónicas en ejemplares de pez espada y marrajo dientuso, sendas especies objetivo de este segmento de flota con gran implantación en Galicia, sobre todo en el sur.
Esas señales permitieron a los biólogos obtener por satélite datos sobre la temperatura, la trayectoria y la profundidad a la que los 30 ejemplares marcados estuvieron durante cuatro meses, en concreto de marzo a junio del 2007.
Y la influencia de la luna en la especie migratoria no es la única sorpresa que han recibido los científicos del IEO que han analizado las poblaciones de la dorsal chilena de Nazca, donde se concentra una gran parte del esfuerzo de pesca de todo el Pacífico sudoriental. Es más, los resultados han desmontado certezas que se tenían muy asumidas. Como que se mueven por un área mucho mayor de la que se pensaba, con lo que «hay más biomasa de la que se creía», asegura Jaime Mejuto, investigador del IEO de A Coruña que participó en el estudio. Eso, sin duda, «tendrá un importante impacto tanto en la evaluación de los stocks como en la gestión de la pesquería», dado que habrá que tener en cuenta «los nuevos escenarios».
Largas «caminatas»
El comportamiento migratorio horizontal, que se desconocía hasta ahora, ha llamado poderosamente la atención de los científicos, a los que también han desconcertado las «caminatas» que puede darse un pez espada.
Si anteriormente se creía que los ejemplares de esta especie podían recorrer al día en torno a 20 o 25 kilómetros, con las marcas electrónicas han podido constatar que algunos individuos pueden recorrer hasta 100 kilómetros al día. Ni tampoco se imaginaban que de día pudiesen encontrarse cómodos a más de 600 metros de profundidad.
Adquirir todos esos conocimientos ha sido posible gracias a las marcas electrónicas, una tecnología totalmente diferente a la de las convencionales que permite un seguimiento continuo del animal, gracias al sistema de satélites Argos. Si las marcas analógicas solo proporcionan información sobre la fecha y zona de captura y recaptura, las electrónicas aportan datos sobre su ruta migratoria y la profundidad y, además, no es necesario recapturar el ejemplar para conocer esas cuestiones.
¿El inconveniente? Que solo es posible recabar información durante un año, dado que se agotan las baterías. Y el precio, pues frente al dólar que cuesta la marca convencional, la tecnológica vale 3.000 dólares.
Artículo original
No hay comentarios.:
Publicar un comentario