Llegó la "estación del amor" y sus cambios influyen positivamente en la mayoría de las personas, quienes empiezan a sentirse con más ánimo, más alegres y con una energía especial. Sin embargo, hay otros para los que esta época del año constituye el inicio de un período negro, de desánimo que incluso puede llevar a la muerte.
Las personas deprimidas pasaron un invierno pésimo que las mantuvo encerradas, en algunos casos acostadas y sin ganas de nada, por lo que al llegar la primavera y ver que la gente comparte y disfruta con los días, ellos toman mayor conciencia de su estado de ánimo dándose cuenta que están mal.
Es en la juventud donde se produce un elevado número de potenciales suicidas.
"La conducta suicida en la infancia y en la adolescencia se ha convertido en un tema recurrente. En las dos últimas décadas, los suicidios han pasado a ser en la población juvenil, la segunda o tercera causa de muerte, después de los accidentes de tráfico. El rango de edad en que más frecuentemente se da el suicidio juvenil, es entre los 14 y los 19 años. De hecho, registros de la Organización Mundial de la Salud indican que, de todas las personas que se han intentado suicidar en la última década, cerca de la mitad corresponde a menores de 25 años", explica Lucía Godoy, docente de la Escuela de Fonoaudiología de la U. Andrés Bello.
"Si bien los hombres son los que más logran suicidarse, son las mujeres quienes más lo intentan, ya que de cada cinco personas que buscan matarse, cuatro son del sexo femenino", agrega.
Factores
Aunque es difícil entender el fenómeno del suicidio, hay numerosos factores que pueden predisponer a las personas a acabar con sus vidas en un intento desesperado por escapar del dolor que sienten.
"En el caso de los más jóvenes, relatan como causas haber sufrido abuso sexual o físico, historia familiar de suicidio o violencia, fallecimiento de un amigo íntimo, noviazgos rotos, embarazos no deseados y falta de apoyo la pareja y de los padres, enfermedades terminales como sida o cáncer, pobres resultados académicos, abuso de alcohol y drogas", detalla la psicóloga.
"Sin embargo, cualquiera que sea la supuesta causa que lo provoca, al igual que el acto suicida mismo, sólo son los síntomas de un problema mayor, el cual siempre debiera tener atención especializada: la depresión. De hecho, todas las causas anteriormente señaladas, están ligadas al grado de depresión que viven los jóvenes que se hacen daño. La depresión es sin duda, la causa real del suicidio", aclara.
Atención de los padres
La profesional subraya que es necesario que durante la adolescencia los padres estén conscientes de que sus hijos van a deprimirse, porque van mal en la escuela, porque la novia los dejó o porque simplemente les es difícil relacionarse con sus semejantes.
"En esta fase pueden llegar a sentirse tristes, incluso porque son demasiado gordos o bajos, porque tienen espinillas en la cara, porque no tienen suficientes amigos o porque sus padres los comparan demasiado con sus otros hermanos. Para asegurar que el adolescente pueda enfrentar el rechazo social y los problemas propios de la adolescencia, se debe, desde niño, formar con valores sólidos y enseñarle a manejar los éxitos y los fracasos. Esto no evitará las dificultades propias de la adolescencia, pero al menos le ayudará a enfrentar la vida y a descartar la idea de que matarse es la solución a la depresión y a los problemas", destaca la docente de la U. Andrés Bello.
"Cuando un adolescente expresa su intención de quitarse la vida, jamás se debe desatender ese llamado de atención. Seguramente, muchos de estos chicos no van a llevar a cabo actos suicidas. Pero lo importante es que algunos sí lo harán. La mayoría de las personas que se suicidan han verbalizado previamente a alguien, su deseo de morir o, concretamente, han amenazado con suicidarse", dice la profesional.
Pautas de un posible anuncio de suicidio:
- Ordenar sus cosas y tirar o regalar sus pertenencias favoritas.
- Sacar sus fotos de la habitación.
- Dormir con fotos de amigos o familiares o encontrarlas en lugares muy llamativos, como debajo de la almohada.
- Perder interés en actividades que previamente le resultaban placenteras.
- Expresar sentirse "horrible" interiormente.
- Volverse súbitamente alegre o eufórico luego de un período de depresión.
- Abusar del alcohol o de las drogas.
- Aburrirse seguido, tener dificultad de concentración y disminuir su rendimiento educativo.
- Quejarse de molestias físicas frecuentes, como dolores de estómago, de cabeza, fatiga, etc., siempre relacionadas con estados emocionales.
- Escaparse del hogar.
Además pueden presentar:
- Cambios en el apetito: significativo aumento o pérdida de peso.
- Dificultades con el sueño: le cuesta dormirse, se despierta durante la noche o muy temprano por la mañana, duerme en forma excesiva.
- Lentitud en pensamientos o movimientos, o agitación: camina constantemente, no puede quedarse quieto.
- Fatiga o pérdida de energía: se queja a menudo de que se siente cansado o refiere que tiene que hacer un gran esfuerzo para realizar las actividades cotidianas.
- Sentimientos de desvalorización o culpa excesiva: es muy crítico de sí mismo, se culpa mucho por pequeños errores.
- Dificultades para concentrarse: exacerbación o aparición de signos de distracción, indecisión y olvidos.
- Pensamientos de muerte, ideación o intentos de suicidio.
En sus relaciones sociales y familiares pueden ser:
- Intolerantes ante el elogio o las recompensas.
- Agresivos sin causa aparente. Conducta rebelde o violenta.
- Aislados de sus amigos, familiares o actividades usuales.
- Descuidados en su aspecto personal. Abandono del cuidado de su apariencia física.
- Expresa ideas como "la vida no vale la pena ser vivida", "no seré un problema para tí por mucho más tiempo", "ya nada importa" o "no te preocupes ya no te volveré a ver".
La profesional recomienda que "se debe tener en cuenta que estas señales tienen que estar presentes casi todos los días por un período no menor de dos semanas y representar un verdadero cambio respecto a sus conductas habituales, generando dificultades en la relación con los demás o en las actividades cotidianas. Además, debe considerar que los síntomas no deben ser atribuibles al uso abusivo de drogas o medicamentos, ni ser producidos por otra enfermedad psiquiátrica, duelo o condición médica", concluye la docente de la UNAB.
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