SALIR DE CHILE a invertir en el exterior no es precisamente un paseo. No puedo olvidar mi experiencia personal con un banco en Argentina ni las miles de aventuras y desventuras de empresarios chilenos que, prendados de Buenos Aires o engatusados por la "labia" de sus contrapartes empresariales, dejaron allá algo más que la camisa, hartas lágrimas y muchos malos recuerdos.
Sin embargo, esta segunda ola de inversiones chilenas en el exterior parece más pensada y más cuidadosa. Las vemos en el Perú, en Colombia y en Brasil. Y de ellas, la más señera ha sido el apareamiento de Lan y Tam, para convertirse en Latam.
Por muchos años el balance consolidado de todas las líneas aéreas del mundo arrojó pérdidas. Ultra sensibles a los conflictos laborales, difícilmente pueden funcionar sin pilotos o sin cargadores de maletas. Muchas compañías vieron succionados sus flujos de caja por potentes sindicatos, que las llevaron a la quiebra.
Hemos visto desaparecer del mapa a Panagra (en ella hice mi primer vuelo a Buenos Aires, a los cuatro años), a Braniff, a PanAm y a tantas otras, víctimas de quiebras o de fusiones forzadas. Y Lan, antes de la familia Cueto, no lo pasaba mucho mejor. Luego de ser privatizada, pasó por varias manos sin mucho éxito. Por lo tanto, llevarla primero a ser una compañía rentable (no muchas lo logran) y luego a una etapa de crecimiento y consolidación tan notable, es una hazaña digna de reconocimiento. Ahora, con esta asociación pasa a ser una de las top ten del mundo. Y en Chile no tenemos muchas empresas top ten.
El crecimiento de las empresas chilenas hacia el exterior va a ser un tema común para nuestra clase empresarial. Chile es hoy un exportador neto de capitales. Algo impensable hace algunos años. Ahora, en vez de atraer capitales desde el exterior, hay que desalentarlos, para proteger a nuestros exportadores. Por lo tanto, con capital más abundante, las empresas chilenas buscarán necesariamente mejores rentabilidades fuera de nuestras fronteras. También lo harán porque nuestro mercado es muy pequeño y, con la actual tasa de natalidad, sólo lo veremos decrecer en unas cuantas décadas. Lo ven ya las empresas del retail que están creciendo fuerte en Colombia y Perú. Las del papel y celulosa hace años buscan bosques más allá de las fronteras; las de corretaje de Bolsa no sólo se instalan en países vecinos, sino en la propia Nueva York.
Lo de Lan es emblemático, porque sus aviones recorren el mundo entero. Su buen servicio refleja lo que puede representar Chile para cientos de miles de viajeros y, como aporte a la imagen país, eso vale más que otras exportaciones. Es una marca registrada chilena, como el vino embotellado en origen. Porque el cobre que se consume en el mundo no lleva marca chilena, sino la de empresas como Siemmens, Ford o Toyota, cuyos productos llevan cobre chileno escondido entre sus partes y piezas.
El éxito de Lan es uno de los logros más importantes del Presidente Piñera durante su anterior vida empresarial. Y es un tapaboca para los "cazadores de conflictos de interés", que nunca le han creado valor a alguien.
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