Un estudio realizado por profesionales del área sostiene que lograr que un quinto de la matriz energética del país sea abastecida con estas fuentes, podría costar US$ 4.873 millones. El calculo considera que para llegar al 20% de la generación en una década más se requerirán 1.857 megawatts adicionales (MW) de potencia instalada de renovables no convencionales. Esto equivale a 1.250 MW de carbón, que suponen una inversión de US$ 2.500 millones. En el caso de las hidroeléctricas de embalse, se requerirían 1.550 MW de capacidad instalada, que cuestan US$ 2.330 millones.
Una mirada distinta al respecto tiene el actual ministro de Energía, Ricardo Raineri, quien señala que las ERNC implican introducir en la matriz eléctrica energía de bajo costo, lo que significará una disminución de los valores marginales en los sistemas eléctricos, lo que se traduce en un mejoramiento de la competitividad de nuestros productos y de cuentas domiciliarias más bajas.
Chile es un país que tiene condiciones privilegiadas para el desarrollo de energías renovables no convencionales. Por ejemplo, tenemos el 25% de los volcanes activos del mundo, lo que nos coloca en una condición muy especial para el desarrollo de la geotermia y respecto de lo que es la energía mareomotriz, tenemos una larga costa lo cual nos sitúa como uno de los paisajes que también puede generar condiciones favorables que permitan explorar cómo operan las distintas tecnologías de este tipo de energía.
Energía mareomotriz
Sergio Andrade Barrientos oceanógrafo y biólogo marino e integrante de la Corporación de Derecho Privado Enermar, ONG que promueve, difunde, investiga y planifica las energías marinas en Chile, destacó el potencial que tiene Magallanes en este campo, el cual viene dado por la posición latitudinal que tiene la región y su desmembramiento de canales y fiordos, en donde las mareas y el derretimiento de agua dulce interactúan con fuertes corrientes y oleajes, por eso cuando pensamos en la gran energía y la comparamos con otras zonas vemos que en la región tenemos una veintena de lugares que pueden satisfacer, al menos, con la tecnología hoy disponible los requerimientos de zonas aisladas como Puerto Toro o Puerto Edén, como la Primera y Segunda Angostura del Estrecho de Magallanes, el paso Kirke, la Angostura Inglesa, el canal Jerónimo, el Canal Gajardo, el Canal Fitz Roy, etc.
Actualmente, en el mundo se ensaya con diversos prototipos comerciales en unos 12 países, salvo algunos de tecnología ya probada para 250 a 500 KW o incluso 1 MW. Con respecto a las turbinas para corrientes en el mar, existen variadas formas, tamaños y diseños (rotores, hélices y osciladores), se trata de buscar lugares con 30 a 40 metros de columna de agua, donde las corrientes de marea fluyan con velocidades entre cuatro a seis nudos (2 a 3 m/s), por ejemplo turbinas de 250 MW de potencia utilizan un espacio de 20 metros por 30 metros (entre los 40 y los 10 metros de profundidad). “Se trata de buscar lugares con corrientes parejas y no muy fuertes ni energéticas para minimizar la mantención y los daños potenciales”, explica.
Andrade señaló que Enermar tiene una cartera de proyectos de zonas aisladas, en las cuatro provincias y también algunas iniciativas más grandes para la industria. “En el Estrecho de Magallanes podría llegar a producirse energía del orden de los teras o petas. En términos mareomotriz, ya cuando hablamos del orden de los gigas es lo que está haciendo Hidroaysén en la décima región, nosotros estamos en tres órdenes de magnitud mayor. Desgraciadamente en la administración anterior no tuvimos eco, porque la energía mareomotriz no era una prioridad y el nivel central estaba preocupado de generar energía para Santiago”, precisó.
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