Mucha defensa y poca seguridad

No es que Lima esté interesada en el desarme regional para destinar más recursos a las demandas sociales. Lo que busca, en verdad, es aislar a Chile en el ámbito regional. Mostrar a un país agresivo y armamentista.

Perú insiste, a través de José Antonio García Belaunde, su ministro de Relaciones Exteriores, que Chile está embalado en una carrera armamentista. En Santiago, Jaime Ravinet, el ministro de Defensa, reitera lo que han dicho sucesivos gobiernos: “Chile no está en ninguna carrera armamentista (...) Chile no tiene aspiraciones territoriales de ningún tipo”.

Es el clásico diálogo de sordos entre ambos países en que uno hace imputaciones y el otro las ignora. Es peor aún, cada cual sospecha que existen motivos ulteriores para las posturas respectivas.

En el Perú algunos interpretan las compras de armas como una búsqueda de una superioridad bélica chilena destinada a intimidarlos.

El ejemplo, que suele ser invocado, fue la movilización militar argentina por las disputa de tres islas en el canal de Beagle.

Una amenaza que convenció a Chile de que más le valía renunciar a lo que le había concedido el laudo de Su Majestad británica.

A cambio, hubo de conformarse con los resultados de la mediación papal que le restó la proyección marítima de las disputadas islas.

Más valía la paz que algunas millas virtuales del Océano Atlántico. Argentina ejecutó un clásico y exitoso empleo de fuerza en el cual no fue necesario abrir fuego y causar bajas.

En Chile no faltan quienes interpretan las propuestas peruanas de alcanzar un acuerdo de no agresión como una maniobra política. No es que Lima esté interesada en el desarme regional para destinar más recursos a las demandas sociales.

Lo que busca, en verdad, es aislar a Chile en el ámbito regional. Mostrar a un país agresivo y armamentista.

El Perú fue acusado de poco consecuente cuando el año pasado hizo desfilar algunos tanques chinos MBT-2000 que eran una avanzada de la proyectada compra de un centenar de unidades.

Pero Fernando Rey, ministro de Defensa, señaló a comienzos de mes que la adquisición ha sido archivada. En cambio, el gobierno dará prioridad a la adquisición de helicópteros y aviones que permitan auxiliar ante los desastres naturales.

Rey puntualizó: “Vamos a recomendarle al Consejo de Seguridad Nacional que se postergue la adquisición (de tanques chinos) para poder priorizar la compra de lo que necesitamos ahora con mayor urgencia”.

Aludía a las zonas azotadas por lluvias y deslaves de los últimos meses y, en particular, al ocurrido en la región Huanuco, donde hubo 32 muertos y más de 670 damnificados. Pero están también los que creen que fue una ofensiva de los competidores contra los tanques chinos la que frenó la compra.

Algunos generales dudaban de que el MBT-2000 pudiese igualar al Leopard 2 A4 alemán en servicio en Chile. Cualquiera haya sido la razón de la anulación de la compra, ella sirve, desde la óptica chilena, en la preparación del terreno para neutralizar una respuesta chilena en caso de obtener un fallo favorable en la Corte Internacional de Justicia, en La Haya, en el diferendo sobre delimitación marítima.

En lo que concierne a la región, como conjunto, hay indicadores preocupantes en relación al gasto bélico que muestran un drástico aumento.

El Instituto Estocolmo de Investigaciones por la Paz Internacional (Sipri) señala en un informe, recién publicado, que las compras de armas han aumentado en 150% en Sudamérica en el período 2005-2009, en relación a los años 2000-2004. El alza está acompañada, además, por un incremento de los presupuestos militares.

Chile es el líder indiscutido de las adquisiciones bélicas en Sudamérica en el quinquenio 2005-2009, situándose, según Sipri, como el decimotercero mayor importador de armas del mundo.

Chile, como Perú y Brasil, con los recientes derrumbes de favelas en Río de Janeiro, enfrenta serios desafíos en el ámbito de los desastres naturales.

Luego del terremoto del 27 de febrero, de poco servían 44 aviones de supremacía aérea F-16. Para fortuna del país, sus tres Hércules C-130 de transporte pesado estuvieron operativos y fueron empleados al máximo de sus capacidades.

La alusión a la fortuna alude a que, en general, al menos una de estas aeronaves se encuentra en mantención.

La conclusión obvia es que, al igual que en el Perú, cabe buscar un balance entre las adquisiciones para misiones netamente bélicas y aquellas orientadas a brindar seguridad a la población ante los frecuentes eventos naturales que ponen en peligro sus vidas.

El óptimo sería una política de cooperación regional para contar con aviones, helicópteros, hospitales de campaña y otros medios necesarios para las emergencias.

La solidaridad recibida por Chile, en especial de Argentina y los demás vecinos, demuestra que están las condiciones para semejante coordinación ya no para un desastre particular sino que para una política permanente.

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