40 días y 40 noches

Nota: Falto agregar a los 40 ladrones a este mix... en 40 días, sólo alcanza para maquillajes. Seguirán allí, en sus puestos, los operadores políticos y la corrupción que ya está instalada en el aparato estatal, como deja en evidencia la constante aparición de casos.

A la Concertación de hoy se le podría aplicar, me parece, el párrafo con que Charles Dickens abre su "Historia de dos ciudades": "Era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos. Era el tiempo de la sabiduría y de la necedad... era la primavera de la ilusión, era el invierno de la desesperanza... Íbamos directamente al cielo, nos dirigíamos derecho en la dirección opuesta".

La misma Concertación que ha ofrecido al país cuatro muy buenos gobiernos que han logrado avances notables en los terrenos de la reconciliación, la justicia social, la apertura cultural y la democratización, se ve sacudida, sin embargo, por constantes rencillas que le hacen difícil a su candidato transmitir un mensaje de futuro.

En los mismos momentos en que la Presidenta Bachelet concita aplauso casi unánime dentro y fuera de Chile, las encuestas muestran que la mayoría de los ciudadanos no se decide todavía a dar su apoyo al candidato que encarna su proyección.

Para la Concertación, y en lo inmediato, el éxito supone aprovechar al máximo los 40 días y las 40 noches que quedan hasta el día de la elección presidencial en un intenso trabajo en terreno para llegar con su mensaje al mayor número de electores posible. Lo más probable es que el esfuerzo propiamente electoral se prolongue hasta el 17 de enero, cuando se elija, en definitiva, entre Frei y Piñera.

Mientras tanto, sin embargo, y en paralelo, parece importante tomar conciencia de la necesidad de introducir cambios en la Concertación. El desgaste de algunos de sus dirigentes es evidente. La distancia cultural entre su elite y los ciudadanos, especialmente los más jóvenes, es un dato. Deberán reformarse, de todas maneras, muchas de las estructuras de funcionamiento de los partidos actuales. Será necesario ampliarla a sectores independientes, ambientalistas y del mundo social.

Esta reflexión adquiere especial importancia en momentos en que algunos confunden ser críticos con ser díscolos; abrirse al futuro con renegar del pasado, y renovar instituciones gastadas con fomentar el personalismo. La renovación no puede consistir en jubilar a todos lo que tienen más de 50. Los cambios verdaderos surgirán de procesos que involucrarán, necesariamente, a varias generaciones. Se trata, en suma, de una obra colectiva, no de la acción de unos pocos iluminados.

La construcción de la Concertación es un caso notable de aprendizaje histórico. Si quiere seguir viviendo, tiene que volver a escuchar. Es mucho, en efecto, lo que ella puede y debe aprender a partir de lo que los ciudadanos han venido expresando en el curso de esta campaña presidencial.

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