A horas de la catástrofe del 27F, y en virtud de los desórdenes ilimitados, los llamados de autoridades solicitando el envío de apoyo militar se oían por los micrófonos de la Radio Bío Bío.
Durante su gobierno, don Ricardo Lagos decidió reformular la política de manejo de catástrofes vigente desde el gobierno militar. Como objetivo general, se planteaba la disposición de una planificación multisectorial en materia de Protección Civil. Surge así el Decreto 156, de 12 de marzo de 2002, que desplazaba a las FF.AA. del rol central en el manejo de estos acontecimientos, que cumplían desde hacía 25 años.
Por otra parte, días antes del terremoto y maremoto del 27 de febrero, el Ministerio de Defensa, encabezado entonces por Francisco Vidal, firmó un decreto que disponía que las FF.AA. quedaran subordinadas al mando de la Onemi en caso de emergencias.
De acuerdo a la Ley, el estado de catástrofe, en caso de calamidad pública, lo declara el Presidente de la República, determinando la zona afectada por la misma quedando de inmediato bajo la dependencia inmediata del Jefe de la Defensa Nacional designado. Así, y como lo señala la Ley Orgánica Constitucional de los Estados de Excepción Art. 6° “Declarado el estado de catástrofe, las facultades conferidas al Presidente de la República podrán ser delegadas, total o parcialmente, en los jefes de la Defensa Nacional que él designe, con sus correspondientes deberes y atribuciones.
Dada la magnitud de la tragedia, la Presidenta Michelle Bachelet cerca de las 15 hrs. del 28 de febrero, firmó los decretos Nº 152 y Nº 153 ambos “Declara Estado de Excepción Constitucional de Catástrofe por Calamidad Pública” en las Regiones del Maule y Bío Bío, respectivamente. Ambos establecen el período de duración del estado de excepción, por 30 días. Se designa como Jefe de Defensa Nacional para la Región del Maule, al General de Brigada Bosco Pesce Quappe y como Jefe de Defensa Nacional para la Región del Bío Bío al Cdte. De Operaciones Terrestres del Ejército, General de División Guillermo Ramírez Chovar
A partir de la firma de este estado de excepción, el Comandante en Jefe del Ejército inicia un proceso de activación de tareas y misiones a distintas unidades. Una de las primeras acciones fue el aumento de dotación militar a 15 mil efectivos desplegados entre las regiones afectadas.
Las acciones ejercidas por el ejército durante la catástrofe y hasta meses después fueron desde el restablecimiento de la seguridad interior, la instalación de hospitales de campaña, patrullajes diurnos y nocturnos, distribución agua en 27 camiones aljibe del ejército, cooperación en faenas recuperación de redes distribución agua potable, clasificar y empaquetar alimentos, establecimiento puente aéreo coordinando con entidades del Estado la recepción de ayuda internacional, búsqueda de personas, aporte centrales repetidoras, restablecimiento de comunicaciones con sectores aislados, operación de 19 aeronaves en Transporte y traslado de civiles. Efectivos militares, compuesto también por un buen número de mujeres (13,94% de la dotación militar corresponde a mujeres), colaboraron en tareas de remoción de escombros. Mientras el Hospital Militar de Santiago puso a disposición de las autoridades del sector, camas UTI, UCI, coronarias y básicas, para ser empleadas conforme a necesidades.
Para el personal militar profesional de Chile, el despliegue de medios humanos y materiales es recurrente, no constituye novedad el tener que auxiliar a la población, haciendo uso de la experiencia adquirida en múltiples misiones de apoyo en situaciones críticas, las que implican efectuar coordinaciones con autoridades; planificar y llevar a cabo cometidos con carácter de urgencia; interactuar con la población civil sometida a situaciones de extremo estrés; procurar seguridad tanto a la ciudadanía como a sí mismos; empleo de los medios y equipamiento disponibles, además de desplegar iniciativa y capacidad de ingenio para resolver problemas en diferentes ambientes, la mayoría de las veces adversos o francamente peligrosos.
A un año del desastre, ponernos de pie nuevamente implica un trabajo conjunto que debemos hacer como país, con unidad detrás de nuestros símbolos, como la bandera que alzó ese hombre en el pueblo costero se hizo un icono de los esfuerzos por reconstruir Chile. Mientras reconstruimos nuestro país, civiles y militares reconstruyamos nuestras las relaciones, mirando hacia dentro, lo que es bueno para Chile y no lo que conviene a los gobiernos o instituciones extranjeras que solo han colaborado en la división de nuestro país.
Artículo original
Hola
ResponderBorrarLes invitamos a conocer
http://www.ginagarosi.cl/
Gracias
demasiado invisible ya..nadie los ve!!!
ResponderBorrarcomunista de mierda!!!!!!!!!!
ResponderBorrar