Pese a crisis, nuevo presidente recibirá Chile con arcas llenas

El próximo presidente de Chile dispondrá de una situación financiera envidiable en la región para enfocar sus primeros meses de Gobierno en reactivar una economía que lentamente comienza a levantarse, tras caer este año en su primera recesión en una década.

El multimillonario empresario de la derecha opositora Sebastián Piñera lidera los sondeos para los comicios presidenciales de este domingo, aunque no conseguiría la mayoría, por lo que iría a una segunda vuelta el 17 de enero, posiblemente con el candidato oficialista, el ex presidente Eduardo Frei.

Chile ha sido gobernado por casi dos décadas por el bloque de centroizquierda Concertación, que le dio estabilidad y prosperidad económica al país imprimiendo un tono social al modelo liberal de mercado que heredó de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).

Aunque analistas coinciden en que más allá de quien gane las elecciones no habrá un cambio en el rumbo económico, las miradas apuntan al uso de los millonarios fondos soberanos y la capacidad de endeudamiento para acelerar la actividad y combatir el alto desempleo, pero sin fortalecer más al peso frente al dólar.

"La política fiscal y monetaria están razonablemente bien arraigadas y operan en un marco relativamente estable e institucionalizado, por lo que es poco probable que cambien mucho con cualquiera de los candidatos", dijo Guillermo Mondino, jefe de Investigación para Latinoamérica de Barclays Capital.

Chile cuenta con la economía de menor riesgo crediticio de América Latina y el país ha ganado aplausos por haber ahorrado en fondos soberanos los recursos que obtuvo del auge en el precio del cobre y que le permitieron financiar el gasto fiscal en un año en que el PIB caerá entre 1,5 y 2,0 por ciento.

Piñera y Frei son partidarios de mantener la regla fiscal de ahorrar para tiempos duros, al igual que el independiente de izquierda Marco Enríquez-Ominami, tercero en los sondeos, quien no obstante estaría abierto a revisarla en caso de que se requiriera de más endeudamiento.

Enríquez-Ominami ha planteado subir los impuestos a las empresas mineras y aquellas que explotan recursos naturales, como parte de una reforma tributaria que también considera bajar los impuestos a las personas.

La popular presidenta Michelle Bachelet dejará al nuevo Gobierno con casi 20.000 millones de dólares en dos fondos soberanos y en activos del Tesoro Público, todo un desafío en materia de manejo financiero responsable, dicen especialistas.

"No creo que (Piñera o Frei) sean fiscalmente irresponsables. Creo que no hay espacio para demandas populistas y creo que (quien gane) será muy cuidadoso con algo que ha funcionado bien y es apreciado por el mercado", dijo Alberto Ramos, economista jefe para América Latina de Goldman Sachs.

Sin embargo, la presión del nuevo presidente por arrancar y asegurar una rápida reactivación económica para alejarse del fantasma del alto desempleo, podría justificar el uso de los millonarios fondos soberanos y empujar un alza del gasto público más allá de lo contemplado en la Ley de Presupuestos del 2010.

"Este es un reto (...) pensamos que hay incentivos para no echar tanta mano a los fondos y esto tiene que ver con un tipo de cambio que se ha apreciado mucho, por factores que son externos", dijo Alejandro Puente, economista jefe del BBVA Chile.

El peso chileno se ha apreciado frente al dólar casi un 30 por ciento en lo que va del 2009, lo que tiene un impacto negativo en la competitividad del sector exportador del país, muy intensivo en mano de obra.

"Dado el actual escenario internacional, un mayor gasto fiscal financiado con recursos de los fondos soberanos supondría una mayor oferta de dólares en el mercado y un peso todavía más apreciado", dijo Puente.

MARGEN DE MANIOBRA

Para enfrentar la crisis global, Bachelet usó una parte de los millonarios fondos soberanos en un plan de estímulo fiscal de 4.000 millones de dólares, mientras que el autónomo Banco Central bajó la tasa clave a un mínimo histórico de 0,5 por ciento.

Ante una esperada recuperación de la actividad económica, el Gobierno optó por un retiro gradual del impulso fiscal y fijó para el presupuesto del 2010 un gasto público de 4,3 por ciento, menos de la mitad del nivel alcanzado este año.

No obstante, el presupuesto del próximo año contempla que el nuevo Gobierno podrá endeudarse hasta por 6.000 millones de dólares en moneda nacional o extranjera y adicionalmente podrá solventar, vía endeudamiento, el pago de otros bonos por unos 1.800 millones de dólares.

"Hay cosas limitadas en 2010 que se pueden hacer (...) porque la política fiscal ya ha sido delineada por Bachelet con el presupuesto de 2010. La pregunta es para el 2011, que es realmente cuando las políticas de la nueva administración se podrían aplicar", dijo David Duarte, analista de 4CAST.

El Gobierno que asumirá el 11 de marzo del 2010 contará con 7.800 millones de dólares para destinar a la inversión pública y 450 millones de dólares de libre disponibilidad.

Con ello, dicen en el Ejecutivo, la nueva administración podrá financiar el déficit fiscal proyectado de 1,1 por ciento con un "mix" flexible de deuda, a fin de velar por un nivel competitivo del peso chileno.

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