El Mundo de España: La nueva clase media chilena avala al derechista Sebastián Piñera

Regresan de su viaje a Europa con las maletas repletas de regalos y miles de anécdotas que contar. El hotel donde estuvieron alojados era sencillo, pero limpio, las francesas no son tan lindas como las imaginaban; la Plaza de San Pedro: imponente.... Son la nueva clase media o media alta que ha surgido en Chile a partir del retorno de la democracia, en 1990. Un fenómeno socio económico y cultural que ha revolucionado los moldes de un pueblo que hasta la década de los 90, presentaba una estructura granítica, como la cordillera de los Andes que atraviesa el país de un confín a otro.

A principios del régimen militar, en los 70, el 45% de los chilenos eran pobres o indigentes. En el 2006, el estudio de Caracterización Económica (CASEN) señalaba que el índice de la pobreza se redujo a un 13.7% y el de la indigencia a 3.2%.

Estas cifras implican que más de 1,5 millones de ciudadanos, que hace 40 años apenas sobrevivían con sus salarios u ocupaciones, hoy disponen de una vivienda digna, empleo estable, acceso a la salud, la educación y el consumo.

De los índices socio-económicos damos a un salto a las encuestas que adjudican al candidato presidencial de la Derecha, Sebastián Piñera, más del 34% de la intención de voto, señalándolo como el favorito en estas elecciones.
Elecciones del votante

Claramente, el jefe de Alianza por Chile ha logrado superar la barrera del 25% a 30% que tradicionalmente obtenía la “derecha dura”, diferenciándose de la Democracia Cristiana, el partido de clase media por excelencia. “Aún si contamos a los electores de centro-izquierda que se pasaron a Piñera, es evidente que el candidato opositor tiene una considerable base de apoyo entre los chilenos que ascendieron uno o dos peldaños en la escala social”, dice Leonardo Kohn, de Instituto de Estudios Sociales (IES).

De ser cierta, esta apreciación indica que el votante chileno –y el de cualquier otro país- no siempre se guía por criterios objetivos. Porque, ¿cómo consiguieron esos pobres ascender por empinada escalera social? Bajo el primer gobierno de la Concertación (1990- 1994) los bancos estatales y alguno de los privados abrieron líneas de créditos para los pequeños comerciantes, incluso a quienes vendían sus productos (fruta o ropa usada) en la calle.

En el siguiente período, el gobierno del entonces presidente y hoy candidato Eduardo Frei, lanzó un programa de ayuda a mujeres emprendedoras de las zonas rurales y urbanas. Ricardo Lagos y su sucesora, Michelle Bachelet ampliaron y diversificaron los programas dirigidos al sector de bajos ingresos. Resultado: la mujer que vendía sus verduras sobre una esterilla pudo instalar un puesto en el mercado.
A pesar de los beneficios

El plomero que también cuidaba del jardín y enceraba el parquet en las casas de los “patroncitos”, compró un equipo sofisticado de gasfitería y ahora el “patroncito” debe pedir turno y rezar para que el pago de ese servicio no le consuma el presupuesto de un mes.

Lo razonable hubiera sido que esos emprendedores se comprometieran de por vida con cualquier candidato que representase a la Concertación. Pero aquí interviene el huidizo y a veces incomprensible factor humano. Muchos de los favorecidos se identifican con la figura de Sebastián Piñera, un ciudadano de clase media que ascendió a la cúspide por su propio talento y no por heredar la empresa de papá, como los aristócratas.

El ex “maestro chasquilla” (el típico hácelo-todo chileno) también se considera un hombre o una mujer hecho a si mismo. Y si Piñera amasó una fortuna de 1 mil millones de dólares, él sabrá conducir la economía por los atajos que convienen para que Chile sea un país plenamente desarrollado. Contra esa percepción es poco lo que pueden hacer los líderes de la Concertación. Sus generosas contribuciones sociales podrían actuar como un boomerang en los comicios de este domingo.

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