Colaboración de Marmo
Pese al pragmatismo de los candidatos que compiten por la presidencia, las elecciones de mañana pueden implicar el inicio de una nueva etapa en la democracia trasandina.
Es posible que mañana comience una enorme transformación política en Chile que puede implicar el final de la exitosa Concertación entre socialistas moderados y demócrata cristianos que gobierna ese país desde hace casi veinte años. Así podría ser si el magnate Sebastián Piñera gana la primera vuelta de las elecciones y ese triunfo lo proyecta a un balotaje que lo lleve a la Moneda.
Esta coalición ha sido uno de los grandes fenómenos políticos de la región. Al revés de otras alianzas que apenas superaron la coyuntura -un sendero que en Argentina ha sido tan transitado como fallido-, esta creación chilena se proyectó a mucho más que relevar a la dictadura. Lo que principalmente fusionó a esas fuerzas fue un proyecto similar de nación. Pero después de casi dos décadas, ese invento muestra signos de un desgaste que se insinuó ya en los comienzos del gobierno de la saliente socialista Michelle Bachelet cuando el acuerdo perdió parte de su dirigencia de centroderecha y la mística de las juventudes. Sin embargo, es hoy difícil precisar si un eventual triunfo de Eduardo Frei, el demócrata cristiano que ya habitó La Moneda entre 1994 y 2000 y que parece encaminarse a disputar con Piñera la segunda vuelta, producirá un gobierno muy diferente al que ensayaría este rico empresario.
Las recientes (y tardías) denuncias del democratacristiano sobre las atrocidades del pinochetismo fueron una forma electoral de hallar un nicho para diferenciarse de su rival, quien, a su vez, ya se le adelantó en la pose postulándose como un derechista crítico de aquel régimen criminal. Hasta en esto hay similitudes aunque el propio Frei busque hacer pesar ahora que es hijo de un ex presidente asesinado por los militares. Nada de eso parece convincente en ninguno de ambos.
Advertir la existencia de estos espejos ideológicos es importante porque forman parte de la confusión sobre lo que son y han sido las administraciones sudamericanas que llegaron tras las dictaduras de los setenta o que se impusieron luego de la etapa ultraliberal de los '90. Esa última experiencia, que enarboló el supuesto de la muerte de ideologías y pensamiento crítico de moda al comienzo de la década, tuvo tal fuerza revulsiva que se explica que a ejercicios apenas desarrollistas o de ligero tinte socialdemócrata se les llame hoy de "izquierda".
La leve presencia del Estado en la administración, como es el caso de Chile, Brasil o Uruguay por tomar solo tres ejemplos, parece bastar para una caracterización que atrasa pero no solo por atolondramiento de los analistas. Hay gobiernos que contribuyen a esa simplificación (y no son los casos citados) debido a que cosechan de la confusión. El discurso de izquierda cuando es mero ropaje, suele ser el peaje para hacer pasar medidas reaccionarias incluso con la imposición de herramientas absolutistas o autoritarias como sucede en buena parte de las naciones del clan bolivariano o en nuestro país. El condimento común es un fuerte conformismo en sectores de la población que asumen como real aquello que imaginan parecido a lo que desean aunque en esa virtualidad se acabe defendiendo a liderazgos contaminados de corrupción o atorados en una extraordinaria ineficiencia.
Este juego tiene un antecedente de jerarquía durante la Guerra Fría cuando parte de la izquierda mundial negaba los crímenes de Stalin con la idea pueril de no sumar para Washington. Podemos volver a Chile también por este camino. Es difícil no recordar las tribulaciones del genial poeta comunista Pablo Neruda cuando se supo, más allá de los '50, la tremenda verdad que destapó el 20° Congreso del Partido Comunista Soviético.
La anécdota vale además para no olvidar la importancia que tuvo el marxismo en ese país. Una curiosidad hoy, si se advierte que la puja electoral se da en la única vereda de la derecha en cuyo centro se ha plantado hace ya tiempo el socialismo. Pero si cae la Concertación una consecuencia será que ese partido en la oposición reencontraría la identidad que se le diluyó en el oficialismo en especial si confronta con el liberalismo tenaz de Piñera que, por cierto, no es ni desarrollista ni socialdemócrata.
Pero la cuestión entre Frei y Piñera es cuál de estos dirigentes podrá cumplir con la doble demanda de aumentar el crecimiento como espera el establishment, lo que implicará una presión sobre la población, y cómo cumplir con las expectativas de una sociedad que demanda un salto que se demora. En las frustraciones que no pudo resolver la Concertación se explica la novedad de Marco Enriquez Ominami, figura estelar de estas elecciones, hijo de un guerrillero asesinado por la dictadura y adoptado por un prestigioso líder socialista. Meo, como lo llaman, es estrictamente un desarrollista girado a la centro derecha en lo económico pero que se reivindica socialista enarbolando algunos temas provocadores para la rígida sociedad de su país, como el matrimonio gay o el aborto.
Ominami es el símbolo perfecto de los liderazgos pragmáticos de estas épocas. Pese a llevar en su historia personal huellas de hasta qué punto se pelearon las ideas, representa a un sector que no parece interesado en resolver contradicciones. El voto castigo que lo impulsa sanciona a una coalición que mantuvo a Chile como la nación más inequitativa de la región. Eso es, por la distribución empinada de la riqueza pero también por otras calamidades. Ricardo Lagos, el más notable de los presidentes socialistas de la Concertación, redujo la pobreza y la miseria que le legó Frei, a quien sucedió, pero le dejó a Bachelet una crítica herencia de tercerización laboral y carencia de válvulas sindicales que aliviaran las presiones distributivas.
Por todas estas razones es difícil suponer dónde irán los votos de Ominami si la segunda vuelta encuentra a Frei y a Piñera. Hay, sí, algunas certezas. Conviene observar la cosecha que obtenga una figura que no se planteó alcanzar la presidencia. Es el cuarto en discordia, el economista Jorge Arrate, un dirigente de 68 años que fue funcionario del mítico Salvador Allende, y aparece como el más contundente representante de aquella izquierda que se hunde en la historia de la alianza entre comunistas y socialistas que formó la Unidad Popular.
Los votos que reúna este dirigente serán uno de los indicadores de lo que puede suceder en el balotaje porque aumentarán la base de Frei. Y servirán para evaluar qué queda del viejo Chile que peleaba ideologías y era un referente de esas batallas en la región. Porque que las diferencias solo sean de forma es tan mala noticia como ese vicio tan extendido por nuestro lares de hacer que se es una cosa para esconder que se es exactamente la otra.
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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.
dario said...
ResponderBorrarestos chilenos siempre envidiandonos k inferiores k son para colmo son feos, y lo peor k a las chilenas le gustan los argentinos eso es lo kmas les duele las chilenas mueren x los argentinos y es logico si los chilenos son horribles
Otro ano-nimo que mea fuera del tarro, ¿CUAL ES EL PUNTO?
ResponderBorrarAnonymous said...
ResponderBorrardario said...
estos chilenos siempre envidiandonos k inferiores k son para colmo son feos, y lo peor k a las chilenas le gustan los argentinos eso es lo kmas les duele las chilenas mueren x los argentinos y es logico si los chilenos son horribles
10:01 PM
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JAJAJAJ POR ESO HAY TANTO GAY Y PEDOFILOS EN CHILINDIA
JAJAJAJAJJJA
PERUANOS... COMPRENDANLOS
ResponderBorrarLa unica forma que un Argentino y un peduano escriban puras guevadas que no tienen nada que ver con el post es que ambos sean uno solo y obviamente es peduano.
ResponderBorrarestos peruanos maricones hasta para escribir son cobardes.
Finalmente y ya que lo mencionan , en general las argentinas son exquisitas,bonitas ,lindo fisico,femeninas , cancheras, realmente envidiables , en cambio las peruanas en general,puta que son feas chicas ediondas y sin personalidad es como para poner en duda que las violaran cuando Chile invadio pedu por 5 largos años ......no creo que nuestros soldados tuvieran tanto estomago.
Saludos Vigil
dario said...
ResponderBorrarestos chilenos siempre envidiandonos k inferiores k son para colmo son feos, y lo peor k a las chilenas le gustan los argentinos eso es lo kmas les duele las chilenas mueren x los argentinos y es logico si los chilenos son horribles
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Que me dices de las peruanas, las pocas peruanas bonitas o con poder, se compran un cafiche argentino.