Estaciones de trenes en el sur costaron $2 mil millones, pero están abandonadas

Trece paradas entre Freire (La Araucanía) y Puerto Montt (Los Lagos). "El Mercurio" constató en un recorrido el robo de maderas, rejas, y hasta los clavos de los rieles. Ante la escasa vigilancia, tribus urbanas las usan como punto de reunión y para beber y dormir.

La idea de revivir el llamado Tren al Sur, desde Temuco a Puerto Montt, terminó en sonado fracaso, y hoy, a cuatro años de su puesta en marcha y a dos de que se paralizara completamente el servicio, son 13 las estaciones abandonadas u ocupadas para otros fines.

Construidas o refaccionadas con un costo total de $2.000 millones, hoy lucen vacías y deterioradas por el paso del tiempo y la acción de los vándalos.

En la mayoría de ellas los días pasan con apenas un guardia en su interior, el que cada fin de semana debe lidiar con grupos que se instalan a beber en los andenes o a rayar las paredes con graffitis. Una sola persona no alcanza para evitar que las otrora áreas verdes se llenen de basura o que vándalos roben las rejas, maderas, y hasta los clavos de los rieles.

De Temuco al sur se encuentran totalmente desocupadas las estaciones de Freire, Gorbea, Loncoche, Máfil, Los Lagos, La Unión, Osorno, Llanquihue y Puerto Montt. Otras cuatro tomaron rumbos distintos: En Lanco funciona el terminal de buses; en Purranque, el Juzgado de Policía Local; en Frutillar, el Registro Civil, y en Puerto Varas, un centro cultural, aunque por las noches es punto de reunión de las pandillas de la ciudad.

En cada una de ellas se invirtieron, en promedio, $120 millones para restaurar el valor arquitectónico patrimonial y mejorar los andenes, accesos, oficinas y baños. Ahora son meros "elefantes blancos" de cada comuna y puntos negros para la seguridad ciudadana.

La Paloma, la mayor inversión y el símbolo del revés

En Puerto Montt, capital de la Región de Los Lagos, la estación La Paloma luce hoy sólo ocupada por autos cuyos dueños prefieren dejarlos allí, ya que el guardia se encarga de que no corran peligro. Se trata del único terminal que fue especialmente construido para el retorno del tren, y el edificio -similar a una estación del Metro- cuenta con amplias oficinas, cafetería y baños. Se encuentra a un costado de una bencinera, y con su emplazamiento se esperaba dar impulso a ese sector de la ciudad, que hasta antes de 2005 no contaba ni con pavimentación en sus calles aledañas ni con colectores de aguas lluvias.

Los trabajos en la estación y el entorno costaron $400 millones, la inversión más alta en todo el plan para recuperar el tren al sur.

Las rejas verdes para bloquear el acceso a los rieles son constantemente robadas, y muchas casas de poblaciones cercanas las lucen como protecciones de sus antejardines. Sin embargo, EFE ha insistido en reponerlas.

"Por suerte, todavía no se ha generado un foco de delincuencia. Pero todos los que llegamos a vivir acá esperamos que el tren vuelva en algún momento", señala Alicia Arias, dueña de "Trozos de Chile", un local de productos lácteos y cecinas ubicado justo al frente.

Los demás vecinos manifiestan la misma esperanza, ya que -aseguran- fue precisamente el tren el incentivo que los llevó a instalarse allí, porque les garantizaba "buena locomoción hacia el centro y mucho flujo de público para quienes tenemos negocios".
Desde bares a improvisadas zonas de camping

En Llanquihue, el inmueble está abandonado y es zona de reuniones de tribus urbanas, que se disputan el amplio territorio. Celso Araos, uno de los encargados de la estación, explica que "los fines de semana, los jóvenes quiebran los vidrios y se ponen a tomar". Lo más peligroso, según Luis Jiménez, uno de los tres guardias que hacen turno en el local, ocurre "cuando se pelean los punkys con los raperos, y en el verano, cuando hay que echar a los mochileros, que creen que esto es un camping".

La estación de la ciudad de Osorno es la más grande de las que se construyeron para el fallido retorno del tren al sur: sus 3 mil metros cuadrados construidos costaron $134 millones. Está intacta, pero su perímetro es usado como "bodega" de las obras del puente sobre el río Rahue, que se levantará a pocos metros.

"Todos estamos atentos ante una posible reapertura, pero si EFE no lo considera, ahí vamos a pensar en pedir el comodato para hacer algo con ella", dice el alcalde osornino, Jaime Bertín.

En la Región de Los Ríos, los edificios de Máfil, Los Lagos y La Unión sólo acumulan polvo. La última sirve ocasionalmente como sala de exposiciones de arte y para actividades de la empresa lechera Colún, que al tener su planta al lado invierte dinero periódicamente en mantenerla.

Sin embargo, ninguna de las tres ha logrado escapar de ser el local más barato y seguro para los que quieren reunirse a beber y drogarse tranquilos, y evitar los controles policiales.

Lanco es la única comuna que utiliza su estación, por medio de un comodato firmado por la municipalidad, pero allí se instaló el terminal de buses.

Más al norte, en La Araucanía, las tres estaciones remodeladas de Freire, Gorbea y Loncoche lucen impecables, pero desiertas.

Y sus guardias, contratados por EFE e instruidos para evitar que los periodistas tomen fotografías del lugar, no hacen sino cumplir horarios en la más completa soledad. Lo único que evitan son los rayados en las paredes.

El alcalde de Freire, Luis Arias, manifestó que como municipio les interesa que el recinto pueda servir a la comunidad como un centro cultural y patrimonial, pero reconoce que nunca han presentado proyectos a la Empresa de Ferrocarriles para aprovechar de mejor forma esa estación abandonada.

Distinto es el caso de Gorbea, en donde el alcalde Guido Sigmund se mostró decepcionado con EFE por haber desechado una propuesta para convertirlo en centro cultural. "Ahí está, como un elefante blanco. Presentamos un proyecto y la repuesta fue negativa. No hacen nada ni dejan hacer. Es incomprensible", subrayó.

En el caso de la estación de Loncoche, diversos grupos la ocupan como escenario de sus "carretes" de fin de semana, aun cuando hay guardias. Incluso, hay peleas y juergas hasta altas horas de la madrugada, reclaman los vecinos.

Sin uso, desconocidos han robado sistemáticamente las planchas de policarbonato que cubrían gran parte de la estructura de los andenes.
Otros destinos

En Frutillar, el edificio ferroviario apenas recuerda que se trata de una estación. El Registro Civil, la Dirección de Desarrollo Comunal y Rural y la oficina de Vivienda de la municipalidad mantienen ocupado el recinto, que cuenta con un amplio estacionamiento justo al lado de una feria de abastos. Las bodegas, ubicadas del otro lado de la línea, fueron arrendadas por EFE a agricultores de la zona.

"Desde antes del regreso del tren, gestionamos con EFE el comodato de parte de las oficinas y luego la que fue la casa del jefe de estación. Mientras duró el ferrocarril funcionamos bien, en forma paralela. Como no tenemos edificio único para el municipio, logramos centralizar en Frutillar Alto varias oficinas, por un costo bastante económico", dice el alcalde Ramón Espinoza.

En la estación de Purranque funciona el Registro Civil y el Juzgado de Policía Local. El inmueble se mantiene ocupado, pero al costado de la línea del tren hay un enorme vertedero ilegal.

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