La Concertación nació a fines de los ochenta para decirle que No a la continuidad de Pinochet. Comunistas, socialistas old school y socialistas renovados, liberales, socialcristianos: Todos confluyeron en un solo gran movimiento cuyo factor aglutinador era la oposición al régimen militar. Luego, con algunas deserciones, gobernaron 20 años. Pero en su primera elección presidencial sin el dictador vivo, pierden el poder.
Podrán enumerarse decenas de tareas para la nueva Concertación: renovar las elites partidarias, mejorar las prácticas, ejecutar un digno rol opositor. Pero las generaciones herederas de la épica de 1988 tienen una misión todavía más trascendente: encontrar un nuevo relato capaz de unir a la centroizquierda. Si antes fue decir que No, ahora tendrán que buscar un Sí, una narrativa positiva que justifique la alianza política más allá de los buenos recuerdos. Si antes fue la recuperación de la democracia, no está clara la nueva bandera.
Ya no pueden arrogarse la chapa exclusiva de los demócratas: Acaban de ser derrotados en las urnas. Ya no pueden rasgar vestiduras contra la economía de mercado: administraron el modelo con éxito. ¿No fue acaso Lagos "el presidente de los empresarios"? Para peor, la derecha de Piñera les empató el discurso de protección social y por primera vez se muestra abierta a la diversidad valórica. La promesa de un gobierno eficiente que no pierde ni un minuto contrastó con los signos de corrupción que afloraron en el seno del poder. Algunos viejos mitos, sobre los cuales se edificaba la superioridad concertacionista, han caído en el olvido.
En este escenario, sin cambios sustantivos en la oferta de centroizquierda, la centroderecha puede estar tranquila. Para los primeros, todo parte por reconocer el estancamiento, tal como lo hicieron los laboristas ingleses a comienzos de los '90, cuando se dieron cuenta que ellos estaban siendo los verdaderos conservadores y eran las fuerzas del mercado las revolucionarias. En ese momento se activó un proceso de renovación que puso a Blair en el poder en 1997 y cuyo ciclo se extiende hasta nuestros días. Su oferta programática y estética fue tan atractiva que obligaron al rival a parecerse. ¿Estarán dispuestas las nuevas generaciones concertacionistas a asumir que los chilenos vieron en Piñera algo más que "el poder del dinero"? ¿Estarán dispuestos a parecerse al presidente electo en su desprejuiciado amor por los símbolos de la modernidad? ¿O todavía buscan líderes que, como alguna vez dijo Aylwin, "nunca pisarían un mall"?
Así como la centroderecha aprendió a regañadientes de la Concertación la importancia de ampliarse ideológicamente para aspirar a la mayoría, hoy la centroizquierda debe aprender de esta Coalición por el Cambio. Debe aprender a imitar lo bueno mientras innova en un discurso de futuro. En las recientes elecciones, por primera vez, votaron aquellos nacidos en tiempos de Aylwin. A ellos hay que explicarles por qué deberían votar por la nueva Concertación, sin mirar por el espejo retrovisor. Por qué se merecen el "Sí".
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lunes, enero 25, 2010
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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.
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