Sebastián Piñera ha sido elegido Presidente de la República. ¿Qué significa esto para aquellos ciudadanos que no votamos por él? Esbozo algunas ideas:
1.- Lo primero, por supuesto, es que los perdedores tenemos que aceptar, y digerir, nuestra derrota. En el caso de los concertacionistas, lo que corresponde es abrir un debate sobre las causas detrás del hecho de haber perdido la confianza de la mayoría del país. Resulta casi inevitable que en una primera etapa, la discusión -atravesada, como está por los juegos de poder dentro de los distintos partidos- aparezca dominada por las recriminaciones más simplistas y tendenciosas ("culpa" de Escalona, o de Bachelet, o de Frei o del comando, etc.). Es imperativo, en todo caso, que comiencen luego a abrirse paso las reflexiones más de fondo; esto es, aquellas que apunten al conjunto de necesidades y aspiraciones sociales que el oficialismo no quiso o no pudo interpretar oportunamente.
2.- Como lo puso de manifiesto el estrecho resultado final, hay millones de chilenas y chilenos que sustentan ideas de centro progresista y de izquierda. Esa parte de la ciudadanía espera que de la coyuntura actual surja, más temprano que tarde, una coalición renovada y fortalecida que proyecte hacia el futuro el valioso legado de la Concertación. Nuestra democracia, por su parte, necesita de una oposición eficaz que fiscalice el ejercicio del poder gubernamental.
3.- Acatar con humildad el veredicto de la mayoría no significa que deba renunciarse a los ideales por los cuales se ha luchado toda una vida. En momentos en que algunos pueden verse tentados a ensayar piruetas acrobáticas o intentan justificar repentinas vueltas de chaqueta, parece importante afirmar con claridad las convicciones políticas propias.
4.- A la ciudadanía nunca le han gustado las oposiciones negadoras de la sal y del agua. El nuevo gobierno se ha ganado limpiamente la oportunidad de probar sus ideas. En cuanto Jefe de Estado, llamado a representar a todos y a cada uno de los ciudadanos de nuestra patria, Sebastián Piñera debe recibir la cooperación leal y desinteresada de todos los sectores del país. En cuanto Jefe de Gobierno, elegido para cumplir un programa que suscita legítimas diferencias, tiene derecho a esperar que las críticas de los que pensamos distinto sean respetuosas, fundadas y, en lo posible, constructivas.
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