Sobre Sebastián Piñera, el presidente electo de Chile, se va a escribir bastante y mucho más cuando asuma el gobierno. Se dirá de él muchas cosas. Por ejemplo: que en su calidad de gran empresario tiene muchos intereses creados, que no trabajará en beneficio de los demás sino por y para sus negocios, que no conoce las necesidades de los pobres, entre otras linduras, clásicas en los políticos latinoamericanos.
Y hay alguien que afirma, con el mejor de los aires esos que suelen darse equivocadamente personas que fungen de intelectuales de izquierda: “No me gusta la elección de Piñera en Chile; le tengo prevención a los presidentes-empresarios (temo que convertirán la democracia en mercado, la sociedad en empresa): lo siento, para decirlo un poco en chileno, como un Berlusconi fome.”
Pero independientemente del criterio que se tenga de la elección de Piñera, sus antecedentes son impecables y si puede ser, al menos en papeles, una garantía para Chile. En primer lugar, es “dueño y propietario absoluto” de una preparación académica sencillamente envidiable. Sobre este aspecto de su vida, Andrés Oppenheimer dice: “Piñera se graduó en el primer puesto de su promoción de Ingeniería Comercial en la prestigiosa Universidad Católica de Chile, y luego obtuvo un doctorado en Economía en la Universidad de Harvard. Se trata de una formación académica difícilmente superable, y mucho más profunda que los cursos de un año de duración que muchos políticos latinoamericanos hacen en Harvard para poder poner el nombre de esa universidad en sus hojas de vida. Tras lograr su doctorado con una tesis sobre la economía de la educación en los países en desarrollo, Piñera enseñó economía en Harvard y luego en cuatro universidades chilenas durante dieciséis años, mientras construía su imperio empresarial.”
En el mundo de los negocios, como que ha seguido las reglas de las sensatez, la innovación, la imaginación y el emprendimiento, todas al mismo tiempo. Y ha hecho de LAN, por ejemplo, hasta hace poco tiempo una línea aérea regional, una gran empresa que juega en las grandes ligas de la industria y que gana dinero por montones mientras las demás pierden en una época turbulenta para esa línea de negocios. Y tanto valor tendrá la empresa que ahora que se prepara para vender su participación, el 23%, los entendidos estiman que podría recibir 1.500 millones de dólares ¡¡por ese porcentaje!! Algo parecido hizo con el equipo de fútbol Colo Colo: transformó su organización, lo hizo una empresa y se le acabaron los problemas financieros.
Su promesa entonces de crear un millón de empleos y de llevar la imaginación y el emprendimiento al poder, como que se puede creer.
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