Sebastián Piñera siempre supo ver las oportunidades. Lo que cualquier persona puede interpretar como un obstáculo, el nuevo presidente de Chile consigue verlo como un desafío. La gran prueba, la definitiva, la dio ayer, cuando convirtió al nuevo terremoto en la gran posibilidad de ganar terreno como figura política en su país, pero también ante los ojos del mundo, dando por terminado el almuerzo protocolar con los mandatarios y sumando a Rancagua a su cargada agenda del día.
Miguel Sebastián Piñera Echenique nació sesenta años atrás, en un hogar de políticos democristianos, de clase media acomodada. Estudió economía en la Universidad Católica y luego partió a Harvard, en donde lo encontró el golpe de Estado contra Salvador Allende, en 1973.
Ya por entonces era novio de Cecilia Morel, la madre de sus cuatro hijos, la abuela de sus nietos, y la mujer que desde ayer oficia de Primera Dama de Chile.
A su regreso de EE.UU., decidió ingresar a la arena política pero para eso abandonó el partido de la cuna para sumarse a Renovación Nacional, un movimiento de la derecha. Pese a que uno de su hermanos fue ministro de Pinochet y autor de la reforma previsional que dio nacimiento a la jubilación privada, Piñera se puso pronto del lado de los que creían que el temible general debía dejar el poder. En 1988, fue parte de la derecha que optó por el NO en el plebiscito que le devolvió la democracia a este país. Este es tal vez el mayor crédito que Piñera logró exhibir cada vez que se le recriminaba su sociedad con la derecha pinochetista de la UDI y le permitió dejar atrás ciertos prejuicios para sumar adherentes incluso en sectores sociales antidictadura.
Piñera debió atravesar también trabas internas, dentro del espacio mismo de su espectro político, como cuando luego de un trabajo de inteligencia sus enemigos hicieron pública una cinta en la que se lo escuchaba dar indicaciones para sacar de competencia a una adversaria. Ese episodio se conoció como el Piñeragate y lo congeló políticamente durante un tiempo, aunque nunca perdió la idea de llegar bien alto, más alto que la banca de senador que ocupó por unos años. Pero si bien en materia política el nuevo presidente logró imponer una imagen de hombre abierto y más allá de las ideologías, es en relación con su fortuna y su condición de empresario donde hay más puntos oscuros, ya desde el origen mismo de los 2.000 millones de dólares que se le adjudican.
Todo comenzó cuando logró introducir en Chile el redituable negocio de las tarjetas de crédito. Poco después llegaría la quiebra fraudulenta de un banco del cual era gerente y más tarde inversiones multirrubro y exitosas operaciones bursátiles, en las que a la hora de llegar al poder destacaban la propiedad de Lan, la exclusiva clínica Las Condes, el último campeón local de fútbol Colo Colo y el canal de TV Chilevisión. Es por estos últimos nombres que cierta prensa asocia a Piñera con el premier italiano Silvio Berlusconi, una comparación que disgusta al presidente.
Aunque no hay pobres que lleguen a la presidencia de Chile, nunca se había dado el caso de que ocupara La Moneda un magnate dueño de activos que podrían producir choques de intereses entre su rol de empresario y la primera magistratura. Fue por eso que Piñera comenzó a desprenderse de parte de sus acciones en Lan, aunque aún sigue siendo dueño de un porcentaje.
Hiperquinético, locuaz, deportista, el nuevo presidente es un gran organizador, con sólida capacidad de gestión y, sobre todo, tenaz, ejecutivo y osado. Lo que sigue es una definición del presidente, que bajo anonimato hizo una persona que trabaja en una de sus empresas y lo conoce de cerca. "Piñera es básicamente un apostador de gran olfato. Sabe observar, leer las realidades y elegir el camino adecuado. No duda ni conoce el titubeo, arriesga. De diez, seguro que pega 8 o 9".
Lo que viene es una empresa desconocida para el presidente, algo notablemente más vasto que motivar a un equipo de trabajo o especular en la Bolsa.
El futuro está abierto, y aunque la reconstrucción de Chile no es una tarea a comenzar de cero, el desafío para Piñera es tan prometedor como intimidante. Será la gloria o el oprobio.
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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.
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