—¿Cómo evalúa la gestión económica en los gobiernos de la Concertación, tras 20 años en el poder?
—Calificaría como muy buena la experiencia económica de esta coalición. Y no sólo lo digo yo, que tengo simpatía por ese conglomerado, lo afirman los organismos y analistas internacionales. Sin embargo, en los últimos seis años no estuvimos a la altura.
Hay tareas importantes que están pendientes y, en parte, eso llevó a que la Alianza ganara la elección.
—¿En qué se falló?
—Nos quedamos atrás en las reformas micro y en lo relacionado con equidad en el sentido amplio; es decir, en lo que tiene que ver con regulación de monopolios, resguardo del consumidor y calidad de la educación. También en seguridad ciudadana, ya que hay una diferencia brutal entre la protección social que tienen las personas de altos ingresos versus la que reciben las de segmentos más populares.
—Además, se decteta un severo estancamiento en la productividad durante los últimos ejercicios. ¿Hay espacio para recuperar ese terreno?
—Creo que sí. Nos obnubilamos con los temas macro y no le prestamos suficiente atención a lo micro.
—¿Faltó voluntad política?
—Al interior de la Concertación no había consenso. El programa inicial de Eduardo Frei era, a mi juicio, un escándalo. Era la política de la avestruz y decir “mire, lo hemos hecho todo sensacional y aquí lo que hay que hacer es seguir como vamos”. Eso fue un diagnóstico errado. Al finalizar el período de Ricardo Lagos, habíamos varios que planteábamos la necesidad de estas modificaciones, de meternos en materias tributarias y de equidad. Incluso, durante la campaña de Bachelet nos ignoraron.
REGLA FISCAL
—En materia de logros, ¿cuáles son los que más destaca?
—Está la cobertura y las instalaciones en Educación. Si uno recorre el país, las escuelas públicas y particulares subvencionadas son de otra categoría comparado con lo que existía hace dos décadas. En Salud, y a pesar de las quejas que pueda haber, hay garantías (que establece el Plan Auge) que antes no estaban presentes. En infraestructura, vivimos en mundos distintos; el aeropuerto de Pudahuel era una indecencia hace 20 años, cuando era un galpón. Hay que agregar las carreteras y puertos, que son de otro nivel. Por último, está la facilitación del crecimiento del sector privado, que llevó a casi triplicar el PIB en las administraciones de análisis.
—Hay un reconocimiento transversal en materia de apertura comercial…
—Se abrió un potencial a la producción privada en Chile y, en la actualidad, cuando se ve que hay crisis en el plano internacional, podemos verificar la importancia que tienen esos tratados, pues permiten mantener abiertos los mercados.
—¿Qué opinión le merece la instauración de la regla estructural?
—He sido un opositor desde que salí del Gobierno.
—¿Por qué?
—Pienso que es perfectible. No es tan contracíclica como se dice y aumentó mucho el gasto fiscal en desembolso corriente y no en inversión. Ojalá que la Alianza aproveche la oportunidad que tiene para cambiarla, de modo que facilite la capitalización pública.
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