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viernes, enero 22, 2010

Piñera en la hoguera chavista


Cierto de que le asisten los cielos y de que su misión terrenal es conducir a los desorientados pueblos latinoamericanos hacia la victoria sobre el Imperio del Mal, Hugo Chávez no piensa ni funciona como presidente de Venezuela, sino como Comandante en Jefe de la Revolución Continental. Es el Caesar del Imperio Bolivariano que saldrá victorioso de la inevitable conflagración hemisférica, aplastando y desterrando de América Latina al enemigo burgués capitalista y extirpando el cáncer de la libertad individual que corrompe a los inocentes.

Señor de los óleos y sin institución alguna que renuncie a su genuflexión para cuestionar el desplume de la petrochequera venezolana, al Emperador izquierdista le sobra tinta para firmar cualquier demanda política y económica que garantice la eficiencia y la lealtad de los Morales, Ortega y Correa, lugartenientes en sus provincias bolivarianas. Y de paso se asegura aliados menos militantes, pero suficientemente colaboradores como Lula y los Kirchner.

La magnificencia del proyecto bolivariano y de su líder demandan obediencia y sumisión. Que Uribe osara enviar al más allá y en pijamas a Raúl Reyes, valiosísima pieza de las narcoterroristas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), no merecía menos que colocar a la corajuda soldadesca venezolana ad portas del enemigo colombiano. Que los hondureños defenestraran, también en atuendo nocturno, al desafortunado lugarteniente Manuel Zelaya no podía menos que atizar la iracundia chavista y el ánimo belicista. Así el personaje y su sacro cometido, todo cuestionamiento en su contra supone herejía. Y al infame que hubiere de criticarle le espera la más ardiente hoguera que Lucifer a bien tenga ofrecer.

Sebastián Piñera ha pecado y lo ha hecho feamente. Expresar públicamente su discrepancia con las nociones chavistas de democracia y desarrollo ha provocado el enojo del Mandamás socialista, como lo provocara en Bolívar hacia Chile el que Chiloé hubiese permanecido realista tanto tiempo. Porque el Mandamás puede opinar sobre sus provincias, extendidas desde el Río Grande hasta la Patagonia - son suyas y legítima herencia de Bolívar -, pero Dios se apiade de quien anuncie reservas hacia él.

Piñera, que a diferencia del venezolano no podrá regir ad aeternum, como buen empresario y demócrata bien entiende lo que son la administración eficiente y la libertad. No se entusiasma con la presidenta del Tribunal Supremo de Justicia venezolano, Luisa Estela Morales, que impúdicamente dice que "la división de poderes es un principio que debilita al estado", ni con los severos racionamientos de electricidad y agua porque la infraestructura correspondiente no ha conocido de mantenimiento e inversiones en muchos años, aún sobrando el dinero. Tampoco debe resultarle admirable al insolente burgués capitalista que Venezuela tenga sitial de honor entre los países más violentos del mundo o que la inflación sea la más alta de la región... o que la escasez de productos básicos reine y la miseria sea ensalzada y celebrada en una nación cuyos ingresos se multiplicaron espantosamente con la subida de los precios del petróleo (pese a la paupérrima producción nacional). A Piñera debe causarle urticaria un modelo de desarrollo cuyas extrañas tesis postulan que la devaluación por decreto de la moneda en un 100%, reciente y sin anestesia, es en realidad una "revaluación". Y ha de comprometer el miocardio del oligarca chileno el que un gobierno haya gastado varios planes Marshall en obsequios a otros países - muchos en calidad de soborno, como los recibidos por Zelaya - cuando en Venezuela los problemas sociales se han hecho tan generalizados y normales, que ya no son problemas. En suma, la deplorable administración chavista no le parece a Piñera digna de halago ni copia.

El que Sebastián Piñera manifestara tempranamente sus observaciones sobre el Socialismo del Siglo XXI sugiere que conoce bastante bien sus extraordinarias prestaciones para el abuso y el fracaso. No se esperaba, en todo caso, ni del él ni de Frei simpatía con el modelo venezolano, pero sí alivia que el futuro mandatario asuma la cuestión como tema importante. Chile, según el Mapa Estratégico bolivariano de 2004, forma parte del "Eje del Pentágono". Y cuando Chávez propone quebrarlo no bromea. Por ello el que un hombre de libre mercado y democracia liberal ganara las elecciones chilenas es de espanto. Con la Alianza en el poder, se prevé una actitud más firme, que no necesariamente confrontacional, frente a la avanzada ideológica chavista, contraria a la economía libre y las libertades individuales. Quizás Piñera deba ahora preparar su paciencia para ser blanco predilecto de los dardos venezolanos.




Hugo Chávez en 2004 mientras explica sobre un mapa la contraposición de dos ejes irreconciliables. En esa ocasión mostró a Santiago como parte del "Eje del Pentágono", enfrentado al "Eje de Bolívar". Dijo el venezolano: “La estrategia nuestra debe ser quebrar ese eje y conformar la unidad Suramericana”. Ello explica la intervención venezolana en la política doméstica de otros países y asedio diplomático contra sus enemigos. "Quebrar el eje del Pentágono" supone influir políticamente para desprestigiar y quitar espacios regionales a la economía de libre mercado y al sistema democrático representativo.

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1 comentario:

  1. Anónimo12:53 p.m.

    Chávez es un tipo bananero tropical, ojalá no gobierne más.

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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.