Hace un año que se moviliza blindado por las calles de Bogotá y le han dicho que su cabeza tiene precio en Caracas. El controvertido comentarista, que podría ser candidato presidencial en Perú, lo explica a su manera: “Chávez me odia porque le digo a menudo que es un dictador y un golpista y porque hago bromas a expensas de su inflamada vanidad”. Pero en su fuero interno cree que su líder enemigo “no pierde el tiempo organizando un complot”.
“Vendrán a matarme” fue el título elegido por el escritor y periodista peruano Jaime Bayly para su columna semanal en Perú.21, publicada el 19 de abril. En su escrito, el posible candidato presidencial para las elecciones de 2011 revela una conversación sostenida en Bogotá días antes con el jefe de la policía secreta colombiana quien, al más estilo de “un espía sofisticado, como los de las películas” le comunica que está en marcha un plan para asesinarlo. En la capital de Colombia o en Lima, “sólo falta reclutar a los sicarios”.
“Chávez no va a permitir que ganes las elecciones, (…) mis fuentes son altamente confiables”, le comenta el agente poco antes de ofrecerle redoblar su protección, algo no desconocido por Bayly, dado que desde que se mudó hace un año a Bogotá se mueve “en autos blindados y con escoltas armados”.
Valga entonces preguntarle a este deslenguado presentador ¿qué le hizo al Presidente venezolano como para ganar su odio y que mande asesinos tras su cabeza? Responde desde España, donde su agenda no le da respiro. Pero para sorpresa nuestra nos asegura que su intuición le dice “que Chávez no pierde el tiempo organizando un complot” para matarlo. “Pero es lo que me dijo el jefe policial colombiano. Si me dijo la verdad, supongo que Chávez me odia porque le digo a menudo que es un dictador y un golpista y porque hago bromas a expensas de su inflamada vanidad”.
“VOTARÍA POR MOKUS”
Queda entonces la duda sobre las razones de tal revelación del agente colombiano. “Si exageró o me mintió, ¿por qué lo hizo? No lo sé. Sólo puedo especular. Tal vez para asustarme y obligarme a irme de Bogotá”, desde dónde también lanza semanalmente sus dardos.
“Pero -advierte- no me asusto ni me iré hasta que elijan Presidente el 30 de mayo en primera vuelta o el 20 de junio en segunda. Y si fuera colombiano, creo que votaría por (el aspirante del Partido Verde y ex alcalde de Bogotá, Antanas) Mockus”.
Reflexiona que quizá eso, que ya lo ha dicho en su programa, “le molesta al policía colombiano (…) Tal vez por eso quiere asustarme con la idea de que Chávez quiere matarme… para que deje de hacer mi programa en Bogotá”.
Acto seguido, reitera su desafiante posición: “Lamento decirle que no lo conseguirá. Si alguien quiere matarme, que venga por mí. Lo espero confiado en el poder letal de mis salivazos”.
UN CAMBIO NO MENOR
Respecto a las conjeturas sobre su posible carrera presidencial en Perú, Bayly reconoce que es “improbable” que se inscriba de llegar vivo a diciembre. Pero, si llegara a estampar su firma en el ente electoral peruano, también admite que “es altamente improbable” que los peruanos lo elijan como Presidente. ¿La razón? “Defiendo un puñado de ideas libertinas y progresista que, de momento, están en franca minoría, a juzgar por las encuestas más confiables”.
La promesa de “cambio”, tan bien enarbolada por el Presidente estadounidense Barack Obama durante 2008, que incluso llegó a ser un eslogan con cierta posibilidad real de captar votos, no le interesa a Bayly, pues aclara que no intenta emularlo. Ni a él ni a nadie, pues “sólo intento ser fiel a mí mismo”.
“Obama es negro. Yo no. Obama es heterosexual (y) yo bisexual. Obama milita en un partido. Yo no milito en ninguno. Obama tiene una carrera política. Yo tengo una carrera literaria o periodística o ninguna carrera en realidad”, enfatiza. El único cambio que espera, “un cambio no menor en Perú -asegura con cierto tono de candidato- (sería) que todos los niños, pobres y ricos, puedan educarse bien”.
LO MEJOR PARA AMBOS
Imposible es dejar fuera el tema de la pugna marítima entre Chile y Perú en el tribunal de La Haya, luego del reciente fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sobre la construcción de una planta de celulosa en un río fronterizo entre Argentina y Uruguay.
A Bayly no le tiembla la mano al escribir que considera “un disparate enemistarnos por unos límite marítimos que se habían reconocido durante décadas y que ahora se impugnan por razones de política interna”.
“En cualquier cosa, la demanda (en La Haya) está planteada y me parece que lo más prudente en el caso de ambos países será acatar sin reservas el fallo de los jueces holandeses”, sentencia el polémico periodista, para quien el límite a su “locura torera” es, como era de esperarse, que lo “coja el toro”.
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