Este hecho reafirma la posición del país en el centro de los desarrollos más importantes de la Astronomía mundial, al confirmarse la elección de sitio en Chile para dos de los telescopios de la nueva etapa de desarrollo tecnológico de esta ciencia (el otro gran telescopio óptico que viene a Chile es el GMT de 24,5 metros de diámetro).
No es fortuna ni suerte el hecho de que a intervalos de una década, aproximadamente, distintos instrumentos astronómicos de la próxima generación se instalen aquí. Ejemplo de ello son los cuatro Telescopios Muy Grandes (VLT por sus siglas en inglés) que comenzaron sus operaciones hace unos 10 años, y el Gran Arreglo Milimétrico de Atacama (ALMA, por sus siglas en inglés) que comenzará sus primeras operaciones parciales este año.
La causa de que esto ocurra tiene un responsable: los espectaculares cielos del norte de Chile, que no tienen rival en el mundo en cuanto a noches despejadas; además, éstos gozan de una serie de características importantes para lograr la mejor toma de datos astronómicos. Por eso, a la hora de elegir el sitio final de para construir el E-ELT, esta última característica fue la que prevaleció.
La capacidad de observación astronómica mundial aumenta de acuerdo al financiamiento disponible y al ritmo en que las capacidades tecnológicas de primer nivel también aumentan. Esto se ha logrado con el esfuerzo de grandes consorcios internacionales, como es el caso de la organización ESO (el Observatorio Europeo Austral), que aúna recursos de varias naciones para construir prototipos únicos con la más alta tecnología disponible. Y por el hecho de ocupar terreno nacional, un 10% de estos recursos extranjeros puede ser usado por los astrónomos de las instituciones chilenas.
Con los años, las instituciones astronómicas de nuestro país han demostrado estar a la altura de los nuevos telescopios e instrumentos que se han instalado. Si alguna vez alguien se preguntó si se iba a hacer buen uso del 10% del tiempo de los telescopios VLT, esto ha sido respondido de buena manera en los últimos lustros. Y no quedan dudas de que también será el caso de ALMA, GMT, E-ELT y ojalá los telescopios e instrumentos de la generación que sigue.
Operativamente, GMT y E-ELT estarán listos en el año 2018 (si se mantienen los plazos planeados), y para ese entonces, mediante grados y posgrados en Astronomía de calidad internacional, las universidades chilenas habrán producido varias decenas de doctores, y más de un centenar de licenciados que en gran parte harán especializaciones en el exterior, para volver y aprovechar al máximo estos nuevos recursos. Esto está ocurriendo en Chile desde hace ya mucho tiempo.
A diferencia de los nuevos telescopios que llegaron a Chile hasta la década pasada, ahora hay grupos de investigación chilenos (al menos en las U. de Chile y Concepción, y el Centro de Astro-Ingeniería de la UC) que están desarrollando instrumentación de última generación para ser instalada en ALMA y el E-ELT.
La llegada de estos telescopios ya no sólo significará una mejora para la ciencia Astronómica (mayoritariamente), si no que además se volcará hacia otras áreas mediante el desarrollo de las tecnologías necesarias para lograr construír instrumentos para estos prototipos únicos.
La Astronomía de las instituciones chilenas está siguiendo el camino que de forma natural siguen las más grandes e importantes instituciones mundiales de esta disciplina: el del crecimiento limitado sólo por las tecnologías de última generación y por la capacidad de las grandes economías. Esto ocurre en gran parte gracias al capital natural de este país (su cielo), pero también, al gran esfuerzo de la comunidad científica e ingenieril que dedican sus carreras a desarrollar esta actividad y a llevar adelante el crecimiento necesario para aprovechar al máximo los nuevos instrumentos que se instalan en Chile.
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