Chile ha acumulado experiencia en la gestión de las políticas para la innovación. Hoy enfrenta el desafío de diseñar e implementar políticas que respondan a necesidades cambiantes, en un contexto reconfigurado por nuevos actores y modelos de innovación.
En Chile se registra escasez de recursos humanos para la investigación y el desarrollo; una baja inversión en I+D (0,7% del PIB; promedio Ocde 2,2%), y una escasa propensión del sector privado a la innovación. Con una estructura productiva especializada en recursos naturales, no sorprende que su desempeño innovador sea poco dinámico e inferior al promedio de la Ocde. Este diagnóstico requiere apuntar a la solución de las causas de la "brecha innovadora", no a los efectos. El escenario internacional cambiante, nuevos actores con crecientes capacidades científicas y tecnológicas y bajos salarios plantean nuevos desafíos. ¿Qué hacer? ¿Cómo hacerlo?
En los últimos años Chile progresivamente ha reconocido la importancia de la innovación. Esto se ha reafirmado trás la crisis financiera, que ha llevado varios países de la Ocde y de América Latina a identificar en la innovación uno de los nuevos motores de un crecimiento sostenible e incluyente. Cada vez más los países reconocen que el proceso de generación de nuevos conocimientos y su difusión no es automático ni lineal y que require de instituciones y políticas públicas. Se admite, también, que la innovación requiere de "espacios protegidos" (sheltered spaces) para que la investigación y el desarrollo se generen pese a la incertidumbre y el riesgo que caracterizan a los procesos de descubrimiento y la incorporación de nuevas rutinas en las organizaciones.
Chile ha avanzado en la institucionalidad para la innovación. Por ejemplo, con la creación del Consejo Nacional de Innovación y Competitividad y su desempeño en la definición de una agenda en esta materia. El Comité de Ministros para la Innovación permite abordar la estrategia que se desea aplicar en este ámbito de una forma multisectorial y debería asegurar el compromiso político y presupuestario necesario para transformar los planes en acciones. Las Agencias Regionales de Desarrollo Productivo representan un avance en la creación de capacidades en las regiones. Sin embargo, estas experiencias son recientes y han generado más aprendizaje institucional que cambios en el tejido productivo.
Esto es normal. Las modificaciones estructurales son procesos de mediano y largo plazo, que avanzan a través de prueba y error. Es importante identificar los pasos a seguir, preservando la consistencia dinámica que las políticas requieren para inducir cambios en la economía real.
Hoy el país prioriza la emergencia generada por el terremoto. Es oportuno repensar la reconstrucción socioeconómica e identificar las oportunidades de "reconversión" de patrones preexistentes. Alinear algunas medidas de la agenda de innovación y desarrollo productivo en apoyo a una reconstrucción que permita diversificación y mejorías de las estructuras productivas locales es posible.
Se necesitan instituciones representativas de la visión local y un diálogo entre ellas y la adminsitración central. La agenda para la innovación de Chile requiere de un "mix" de políticas que apoyen el desarrollo industrial y la diversificación productiva, que sostengan mecanismos para la difusión de la modernización e innovación en el tejido productivo, que prioricen la formación de recursos humanos para la innovación, y que impliquen la generación de más y mejores empleos.
Artículo original
No hay comentarios.:
Publicar un comentario