Quien se haya sentido elevado al degustar los inigualables taninos de un excelente Malbec argentino, o se reconozca seducido por el paladar robusto del recientemente identificado Carménère chileno debe considerar un nuevo tipo de turismo, el que gira en torno de la buena mesa y la degustación de vinos superiores. Juanita Carvajal, de Fine Food & Wine Travel, negocio radicado en Miami, ofrece este tipo de excursiones exclusivas a través de las grandes regiones vinícolas del mundo, habiendo incluido recientemente varios de los valles más bondadosos en los alrededores de Santiago y de Mendoza.
El viaje nocturno, de ocho horas de duración, comienza con un pasaje en clase de negocios en la aerolínea Lan, cuyos asientos se convierten en cómodas camas y cuyos menús incluyen amplias selecciones de los finos vinos chilenos. El hotel de cinco estrellas Grand Hyatt, en Santiago, ofrece acomodaciones exquisitas. Notables restaurantes locales patrocinan la expedición. Las viñas, que no fueron afectadas por el reciente terremoto, son la atracción principal.
Una de ellas es Almaviva, fundada en 1997 por la baronesa Philippine de Ruthchild, en asociación con Eduardo Giulisanti Tagle de Concha y Toro, con miras a crear un vino franco-chileno excepcional. Creados de varias mezclas del Bordeaux, sus vinos son de Primer Orden. El paseo por la viña Chadwick, asimismo, es imprescindible. Ubicada en la rivera norte del Maipo, sus excepcionales vinos, añejados en barricas de roble francés en bodegas subterráneas, son extraordinarios. En el 2004 fueron galardonados con el primer, segundo y cuarto lugar durante una cata de expertos europeos. Ese año Robert Parker, el afamado crítico estadounidense y escritor de The Wine Advocate, le otorgó una puntuación de 97 a su Cabernet rojo rubí. La degustación en la señorial hacienda Chadwick es una experiencia casi mágica.
En el valle de Apalta, dos viñedos sobresalen. La viña Montes, cuyo brand se identifica con un ángel, está enteramente diseñada bajo la filosofía del Feng shui. Como en una catedral, sus barricas reposan bajo el sonido de cánticos gregorianos, para que añejen divinamente. Enteramente disponibles en Miami, su Purple Angel, un Carménère, resulta un verdadero néctar de los dioses. La cepa de la Carménère fue originalmente llevada de Francia a Chile por jesuitas franciscanos para elaborar vino de misa. La plaga de la filoxera, que atacó a toda Europa durante la década de 1870, la extinguió en el viejo continente y sólo sobrevivió en Chile. En las últimas dos décadas se ha convertido en la uva insigne de ese país austral, como lo es la del Malbec para la Argentina.
A poca distancia de Montes, Casa Lapostolle cosecha su vid de manera orgánica. Las uvas son recogidas y desgranadas a mano. Sus vinos, desde Sauvignon Blanc a Chardonnay, Merlot y Cabernet Sauvignon valen la pena el viaje, especialmente si se planifica una noche de estancia en cualquiera de sus románticas habitaciones, con vista al valle, la cordillera y una alberca central, desde las cuales se medirían el aislamiento y la comunión con la naturaleza en proporción directa con las miles de estrellas que aparecen en el firmamento.
Otros importantes viñedos del Valle del Maipo Alto incluyen Pérez Cruz, Santa Rita, Portal del Alto y Tarapaca. Cada uno de ellos cuenta con su historia propia, muchas veces legados de familia, y ofrecen interesantes recorridos.
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