Si pudiéramos caracterizar nuestro tiempo tendríamos que decir que está atravesado por grandes y permanentes cambios, lo que nos lleva a una percepción de incertidumbre constante.
Pero hay ciertos minutos en que se producen situaciones en que se puede afirmar que no hay sólo un cambio, sino más bien una crisis. Porque “se remueven las bases y se mueve el piso”, y entonces qué mejor minuto para meditar estos temas en un escenario como el que nos presenta Chile hoy: un país remecido en lo más profundo por un terremoto que no sólo genera un daño humano inconmensurable por todos los seres queridos perdidos a causa de la tragedia que nos ha tocado vivir, sino también que ad portas del Bicentenario donde se destruye parte importante del patrimonio y de la biografía nacional.
Podemos, entonces, decir que vivimos en una época de crisis: crisis no sólo económica, social y cultural sino una más radical, donde fruto de la experiencia vivida en el mismo terremoto nos dimos cuenta de nuestra debilidad, y el hecho que nuestras habilidades y capacidades no podían hacer nada por aminorar el efecto.
Esta crisis no la debemos considerar como un problema, sino más bien, como un movimiento subterráneo donde las estructuras y modelos se cuestionan en busca de nuevos caminos y salidas.
Las crisis generan nuevas miradas y potencian nuestra creatividad e innovación. La búsqueda de nuevos caminos nos permite mirar más allá de ellas. Como decía Aristóteles, “las situaciones límites son las que generan los grandes movimientos, reflexiones y cosmovisiones”. ¿Qué sería de nuestra vida sin situaciones límites?
Estas aparecen como una posibilidad de reinvención en donde se gestan nuevos modos para comunicarse, relacionarse, producir, y ser eficientes. Es decir, de mirar desde una perspectiva positiva.
Entonces ya no es un desastre (donde todo acaba), sino una catástrofe donde hay un antes y un después.
¿Cuál es el desafío de hoy? Para este después, se necesitan líderes flexibles y reflexivos, capaces de construir su propio modelo de gestión, basado en la persona humana, que es la fuente de toda refundación posible. Un liderazgo que despierte la magnanimidad (saberse capaz de grandes cosas) inscrita en todo ser humano y no la pusilanimidad, propio de las culturas donde reina la desconfianza en vez de una confianza que despierta lo mejor de cada uno.
Un liderazgo que promueva la colaboración por sobre la competencia; la comunidad por sobre la individualidad; cuyo referente último sea el acompañar y potenciar la vida de quienes están a su alrededor. Un liderazgo que no se sustente sólo en el carisma atrayente, sino en el compromiso con el otro, que va más allá de la tolerancia y promueve la valoración.
Por lo tanto, el llamado es a salir de la catástrofe fortalecidos como comunidad, cada uno aportando desde su experiencia y sus recursos, con un liderazgo claro que permita aunar y potenciar los esfuerzos individuales.
Entonces, podremos llegar al Bicentenario ya no sólo reconstruyendo, sino refundando Chile a partir del aporte de lo más propio de cada uno de los chilenos.
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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.
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