Montano Ortiz, de profesión ingeniero civil mecánico, cumple desde hace once años la difícil misión de mantener funcionando el gigantesco conjunto de ocho telescopios, más la infraestructura en la que están montados.
De acuerdo con representantes del Observatorio Europeo Austral en Chile, el valor comercial estimado de Paranal alcanza los 700 millones de dólares.
"Para mí Paranal no tiene precio, es el observatorio más avanzado del mundo, incluyendo a los de Estados Unidos", enfatizó Montano a Efe.
"Nosotros vamos a la vanguardia en materia de manutención de los observatorios y de hecho hemos tenido que ir a Marbella en varias oportunidades a hablar de nuestro trabajo (en convenciones científicas)", añadió el profesional que tiene a su cargo a 25 especialistas.
Ingenieros electrónicos, ingenieros eléctricos, técnicos mecánicos y electrónicos y un par de asistentes administrativos mantienen operativo las 430 toneladas que pesa el telescopio principal, el Very Large Telescope (VLT), y la cúpula que suma otras 180 toneladas.
Paranal posee cuatro telescopios de 8,2 metros de diámetro, cuatro auxiliares de 1,8 metros y en el circuito de los observatorios del mundo es considerado por los científicos "como el más moderno, poderoso y revolucionario de todos".
"Nosotros nos anticipamos. Antes de que los fallos produzcan un problema funcional en los equipos, nuestros monitores nos alertan del lugar donde ha comenzado a producirse la avería", explicó Montano que en dos semanas más viajará a ofrecer una charla a Las Vegas (EE.UU.), ante unas cinco mil personas.
"Para todos los equipos tenemos una estrategia desarrollada, gracias a un software que se diseñó nada más entró en operaciones Paranal", recalcó.
Con respecto del reconocimiento mundial que la ha valido su trabajo, Montano afirmó que éste se ha traducido en que mucha gente de otros observatorios del mundo, incluidos los de Estados Unidos, han viajado a Chile para conocer su labor y pedir recomendaciones.
Paranal está emplazado sobre el cerro del mismo nombre, a 2.640 metros de altura, a solo 12 kilómetros de la costa del Pacífico y unos 1.500 kilómetros al noreste de Santiago.
Gracias a los cielos privilegiados que posee el norte chileno, los astrónomos que trabajan en el lugar tienen la garantía de que podrán observar las estrellas sin ningún problema climático, al menos 335 días al año.
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no si va a seer un peduano po wn
ResponderBorraresos simios no sirven para nada.