LA DELINCUENCIA es un flagelo que agrede nuestras seguridades más básicas. Impide a nuestros hijos ir o volver tranquilos del colegio, a nuestras a madres salir confiadas a trabajar, a nuestros comerciantes a abrir seguros su negocio, a nuestros jóvenes a estudiar y entretenerse sin temor.Las seguridades primordiales que la delincuencia nos arrebata cada día son las bases sobre las cuales debemos construir el país de oportunidades, seguridades y valores que imaginamos. Para levantar ese Chile, necesitamos que en nuestras ciudades, barrios y calles primen el orden y el respeto.
Por eso, el Plan Chile Seguro 2010-2014, nuestra hoja de ruta contra la delincuencia, lanzado esta semana por el Presidente Piñera, es un programa ambicioso. Deja atrás la idea de que el delito es consecuencia de tendencias sociales imposibles de cambiar y hace suya, en vez, la convicción de que reducir la delincuencia no sólo es posible, sino que es un deber inexcusable del Estado.
En esto no hay espacio para cálculos políticos. Por eso hemos sido ambiciosos: nos hemos propuesto reducir, al 2013, un 15% la proporción de hogares en que anualmente algún miembro es víctima de un delito. Y en 25% los delitos que ocurren en el espacio público, que constituyen la mitad de los delitos que aquejan a los chilenos.
Tenemos que ser ambiciosos, porque el temor lleva ya demasiados años enquistado en nuestra población. Y no es extraño que sea así: anualmente un tercio de los hogares es victimizado; semestralmente alrededor de la mitad del comercio es víctima de algún delito. Lo que es más grave es que casi el 90% de los delitos afecta a hogares de menores ingresos. El narcotráfico y la violencia se han tomado barrios enteros, haciendo todavía más difícil la vida a los chilenos más vulnerables.
El plan se basa en un acabado diagnóstico de la delincuencia y sus causas; de las políticas existentes y de los órganos a cargo de ejecutarlas. Incorpora las mejores prácticas disponibles en Chile y el mundo, y establece un conjunto integral de acciones, agrupadas en cinco áreas temáticas: prevenir que nuestros niños y jóvenes entren en carreras delictivas; proteger a las posibles víctimas y los lugares donde ocurren delitos; sancionar a quienes cometen delitos y terminar con la impunidad; apoyar a las víctimas, ampliando y mejorando los programas de atención, y rehabilitar, para que llegado el momento, quienes cometen delitos tengan una segunda oportunidad.
Hemos innovado en enfoques y estrategias, estableciendo la evaluación de resultados y la rendición de cuentas como elementos centrales, e invitado a trabajar, de forma conjunta, a instituciones públicas, la sociedad civil y la comunidad. Sin el aporte de todos, los esfuerzos del gobierno siempre serán insuficientes. Muchas instituciones ya han contribuido en la elaboración de este plan y han cimentado las bases que harán de la lucha contra la delincuencia no sólo un propósito de este gobierno, sino que un verdadero desafío de Estado.
Estoy convencido que somos muchos los que trabajaremos juntos por un Chile Seguro. Porque no hay desafío más profundo para un gobierno ni anhelo más arraigado en el alma de un pueblo que vivir en una sociedad tranquila, segura y sin temor.
Artículo original
Tomar militarmente La Legua y filtrar a todos y cada uno, después ir con máquinas excavadoras y tirar abajo las casas de los delincuentes. Detener a todos los menores que hacen de guardias armados de los narcotraficantes y llevarlos a un penal por 5 años en la isla quiriquina.
ResponderBorrarA los que vayan a comprar droga molerlos a palos.
A las viejas que viven de lo que trafican sus hijos a también llevarlas a la cárcel.
Después tomar La Pintana, Cerro Navia,...