Incentivada por la proliferación de los edificios en altura, la nómina de helipuertos se ha engrosado en la ciudad. ¿Cuántos son? ¿Dónde están? ¿Quiénes los usan y para qué? Hay carreteras dibujadas en al aire sobre la capital. Conózcalas.
La historia de estos mini aeropuertos para helicópteros en el país comenzó en 1969. Ese año se construyó el primer helipuerto de Santiago, en la Posta Central. Once años más tarde, se levantó el primer edificio de oficinas con helipuerto incorporado: la Torre Santa María. Resultó ser providencial: en el incendio del 21 de marzo de 1981, donde murieron 11 personas, los helicópteros de las Fuerzas Armadas y Carabineros rescataron a 30 personas atrapadas en los pisos superiores.
"Con el impacto de este incendio los helipuertos comenzaron a ser considerados como medida de seguridad en las torres corporativas", explica Waldo Zúñiga, jefe de aviación comercial de la Dirección General Aeronáutica.
Con la proliferación de los edificios en altura en la última década, el crecimiento de los helipuertos en la ciudad aumentó explosivamente: de 27 autorizados en Santiago en 2003, pasaron a 45 en 2010. A eso se sumarán los de futuros proyectos, como el de la Clínica Los Andes, en San Carlos de Apoquindo, y el Costanera Center, en Avenida Andrés Bello.
Junto con estos pequeños aeropuertos, aumentó también la aparición de empresas que comercializan sus vuelos privados en helicópteros. En Santiago hay 22, tales como AeroCardal, Arrayán y Ecocopter. Las aeronaves son pedidas por las empresas para prospecciones mineras, filmaciones, control de heladas y construcciones, pero también es cada vez más frecuente el servicio de vuelos ejecutivos y de turismo.
Carlos Riederer, piloto y gerente de ventas de Aerocardal, cuenta que han prestado servicios a figuras como Luis Miguel y Jennifer Lopez, quienes piden trasladarse desde el aeropuerto hasta sus respectivos hoteles por esta vía. También hay turistas -principalmente brasileños- que prefieren volar directo desde el lugar donde se alojan -como el Hotel W y el Radisson- hasta los centros invernales: Valle Nevado, La Parva y Portillo. "En esta época la ruta más común es a la nieve, pero también vamos bastante a las viñas, en Santa Cruz, Casa Blanca, Viña Indómita o Casa Lapostol", cuenta Riederer.
En Santiago hay 41 helicópteros en manos de privados. Algunos, como Guillermo Luksic, Carlos Heller o Agustín Edwards, contratan un piloto profesional que puede costar desde 2,5 millones mensuales, según fuentes de empresas comerciales. Pero tengan o no su piloto, la mayoría de los dueños de estos aparatos también aprende a volar. Sergio Nuño, realizador del programa La Tierra en que vivimos, importa el modelo norteamericano Robinson y desde 2000 ha vendido 30 helicópteros a particulares.
La mayoría de sus clientes son grandes empresarios, como Andrés Navarro, Eduardo Matte o Sebastián Piñera, quien le compró su Robinson R-44 hace cuatro años. Y no hay ninguno de ellos, asegura Nuño, que no haya aprendido a volar su monomotor. "Los que compran un helicóptero terminan apasionándose y se hacen pilotos. Volar es más barato y eficiente que ir al siquiatra. Es una sensación de libertad absoluta. Puedes ir a donde quieras, ganas tiempo, eficiencia. Puedes descubrir desde el aire una playa secreta o visitar varios predios, todo, en un mismo día", dice Nuño.
Por supuesto que volar no es barato. Un Robinson R-44 como el que tiene el Presidente Piñera -uno de los modelos más vendidos en el mundo, con capacidad para cuatro personas y considerado uno de los más rápidos en la categoría de los livianos- bordea los US$ 400 mil. Las cifras siguen desde ahí hacia arriba. Un Eurocopter biturbina (dos motores) EC-135, como el de Guillermo Luksic, cuesta alrededor de 5,9 millones de dólares.
Los gastos continúan. Para obtener una licencia de piloto privado hay que tomar un curso de 80 horas teóricas, tener 40 horas de práctica (una hora de vuelo cuesta alrededor de 1.500 dólares) y pasar un examen médico y sicológico. Una práctica habitual en quienes compran un helicóptero es contratar a un piloto privado que también hace de instructor. El examen ante la Dirección General Aeronáutica exige un 85% de respuestas correctas.
Volar por Santiago en helicóptero no es fácil. Es necesario conocer la geografía, los cerros y las corrientes de vientos, que son distintas en cada zona. El jefe de aviación comercial de la DGAC, Waldo Zúñiga, dice que en lugares como el cerro San Cristóbal, incluso, se forman remolinos de aire que pueden sacudir la nave. En el aire existen carreteras que no se ven, pero los pilotos conocen y siguen altitudes determinadas por las normas aeronáuticas para entrar y salir de la ciudad. Estas aerorrutas evitan las zonas más pobladas, para minimizar el impacto de accidentes aéreos. Por ejemplo, para entrar desde el sur a Santiago, los pilotos siguen el lecho del río Maipo, vuelan sobre Pirque y bordean los cerros de Peñalolén, hasta el aeródromo de Tobalaba.
Los helipuertos tienen diferentes grados de dificultad al momento del aterrizaje. Por ejemplo, la Posta Central, antiguamente el mayor edificio de su esquina, ahora está rodeado de nuevas edificaciones en altura. "Se produce algo bien insólito: tienes que entrar directo por Portugal, como una micro, y dar la vuelta a la esquina para posarte en el helipuerto. Lo que es raro en helicópteros, porque siempre entran en línea recta", cuenta Waldo Zúñiga, de la DGAC.
Los helipuertos de hospitales y clínicas privadas son los que tienen más movimiento, cada uno con su especialidad. Los grandes quemados van al Hospital del Trabajador. Los traumas adultos, a la Posta Central. Y los accidentados de la nieve son evacuados en helicóptero a los helipuertos de la Clínica Las Condes (que recibe unas 150 evacuaciones aeromédicas por año, especialmente en esta temporada), la Clínica Santa María (recientemente remodelada) y la Clínica Alemana, que está autorizada por la DGAC para usar una cancha que hay al lado para aterrizar. La Clínica Las Condes en ocasiones ha recibido a personas que llegaron a atenderse en su propio helicóptero, como Carlos Cardoen.
Los helicópteros son usados por empresarios y grandes ejecutivos generalmente para viajes fuera de Santiago y no dentro de la ciudad: a las fruteras y predios de la Sexta y Quinta Región, a las mineras del norte, a las viñas, cuando se trata de negocios. O a la nieve y la playa, como el empresario Hernán Boher cuando vuela a Papudo los fines de semana. Lo más común es que hagan estos viajes desde el aeródromo, pero ocasionalmente usan helipuertos privados para estos fines.
En Santiago no hay gente que estacione helicópteros en el jardín de su casa. El impacto acústico y el riesgo de un accidente aéreo para los vecinos lo haría inviable. Los privados arriendan hangares en el Aeródromo de Tobalaba, el de Las Condes y en el aeropuerto Pudahuel. Sólo algunos empresarios dejan su helicóptero estacionado en su patio, pero no dentro de la ciudad, sino en fundos y terrenos amplios, en Pirque o en Isla de Maipo, y no de forma permanente. Hace 20 años Sergio Nuño tenía un helipuerto en el estacionamiento de su casa, en el Arrayán, cuando era un sector despoblado. Pero la ciudad llegó hasta su puerta y ahora el círculo de cemento con una H sólo sigue ahí como recuerdo.
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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.
la cago el despegue del segundo video, milimetrico
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