Analitica.com: Perú en la encrucijada, Revolución bolivarista o democracia chilena

Venezuela y Chile son hoy por hoy los polos de referencia de América Latina: estatismo, populismo, caudillismo, militarismo y pobreza, o economía de libre mercado, institucionalismo, democracia y prosperidad.

Escabulléndole a la pava que se abate sobre todo aquel que se identifique con Hugo Chávez y la Venezuela bolivarista – nuestro querido amigo Fernando Egaña dixit – el golpista peruano Ollanta Humala ha decidido arrimarse a la buena sombra de Lula da Silva.

Quien, ya fuera del cargo y eclipsado por Dilma Rousseff, puede seguir fungiendo de impulsor de los principios castristas del Foro de Sao Paulo, aunque travestido con la toga y el birrete de demócrata ejemplar.

Lo fue, sin duda ninguna, para el Brasil. No tenía otra alternativa:

las instituciones brasileñas y sus fuerzas armadas constituyen un bastión infranqueable para delirios castro chavistas. El solo asomo de una constituyente lo hubiera eyectado del Poder en cinco minutos. No lo fue en cambio y de ninguna manera en política exterior, en donde además de apoyar a muerte al déspota venezolano, a quien consideró “el mejor presidente de los últimos cien años de la historia venezolana”(sic), se cuadró con la teocracia iraní y la tiranía cubana. Su papel en el conflicto hondureño pasará a la historia de su cancillería como el peor y más ominoso de los deslices de la diplomacia brasileña.

Jaime Bayly, un profundo conocedor de la política de su país, no le cree a Humala ni lo que reza. Los demócratas venezolanos, tampoco.

Deduce Ollanta Humala lo que cae de cajón para quien tiene dos dedos de frente: podrá contar con todos los petrodólares venezolanos para montar su costosísima campaña electoral, pero para seducir, encantar y engañar incautos debe distanciarse públicamente del financista. Quien seguramente comparte con su socio Lula da Silva la jugada de apoderarse del país andino que les falta para imponer su proyecto estratégico de un continente rendido al castro chavismo. O a las izquierdas filo castristas, como la del PT brasileño.

Bayly, muchísimo más perspicaz que Toledo y Castañeda, que al no respaldar a PPK, como lo hiciera a última hora Alan García, armaron la bomba de tiempo en que se debate la democracia peruana, ha planteado desde un principio lo que debiera estar suficientemente claro en las conciencias de todos los demócratas latinoamericanos, y particularmente en la de los opositores venezolanos: la verdadera alternativa no es entre Chávez o Lula, vale decir: entre la Venezuela bolivarista y el Brasil, octava potencia del mundo. La verdadera alternativa es entre el castro comunismo venezolano o el liberalismo democrático chileno.

Es lo que tampoco parece comprender nuestro querido Mario Vargas Llosa, súbitamente extraviado en el laberinto de sus furias y rencores. Venezuela y Chile son hoy por hoy los polos de referencia de América Latina: estatismo, populismo, caudillismo, militarismo y pobreza, o economía de libre mercado, institucionalismo, democracia y prosperidad. Chile, que no tiene petróleo sino para consumo interno y cuya riqueza es producto exclusivo de su trabajo y su esfuerzo colectivo, está a un paso de alcanzar al Primer Mundo. Si colapsaran los precios del petróleo, caeríamos como en un foso en la marginalidad más primitiva.

Moraleja: no se trata de tener candidatos jóvenes o viejos, vírgenes vestales o políticos con kilometraje. Se trata de tener un programa suficientemente claro y taxativo que escoja sin melindres ni disfraces populistas por la vía chilena al desarrollo. Todo lo demás es paja.

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