Santiago no es Chile

En un artículo publicado el lunes en este diario se consigna que la segunda región captaría proyectos de inversión por más de US$ 40 mil millones entre 2010 y 2015, iniciativas que serán impulsadas por la expansión de las actividades en los sectores minero y energético.

Grandes proyectos mineros, proyectos de infraestructura pública, inversiones inmobiliarias e industriales, así como más de 120 solicitudes relacionadas con iniciativas de energías renovables no convencionales, en las que el aprovechamiento del viento es mayoritario. A todo ello hay que sumar el auge que vive el comercio de la zona por efecto de los bonos otorgados por las compañías mineras.

En la zona sur, en tanto, la situación se muestra diametralmente distinta. El conflicto mapuche, el complejo cuadro que afecta a la industria salmonera debido al virus ISA y los problemas que vive a la industria lechera, son sólo algunos de los temas con los que deben lidiar, a lo que se añade el desempleo provocado por estas razones.

Las dos situaciones, pese a los contrastes, dan cuenta de una cosa que, aunque obvia, muchas veces se olvida: Santiago no es Chile. Una parte muy importante de la actividad económica se realiza fuera de la Región Metropolitana, pero no son pocas las decisiones que se adoptan a distinto nivel que no consideran del todo esta realidad.

Pese a iniciativas realizadas en años anteriores para avanzar en la materia, la descentralización sigue siendo una asignatura pendiente en el país y ello no sólo tiene que ver con poder o no elegir determinadas autoridades de las respectivas zonas, lo que la verdad tampoco asegura nada. Con el paso de los años, los gobiernos regionales han venido aumentando los recursos que administran; sin embargo, en gran parte esos dineros son ejecutados en proyectos que determina el gobierno central, relegando a un segundo plano la decisión local.

Cuando el país está en medio de un proceso de recuperación tras los efectos que dejó la crisis económica global, resulta necesario agilizar todos aquellos procesos que posibiliten generar más empleo y aumentar la inversión justamente en aquellos puntos del país en que la actividad está menos dinámica.

Las autoridades locales son las que debieran tener la visión más completa sobre las necesidades en sus respectivas zonas, por lo que no sería tan descabellado que ellas tuvieran un poco más de atribuciones para asignar más rápido, claro que con un criterio absolutamente técnico, los recursos dónde más de necesitan.

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