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En países como Estados Unidos, dice, la educación se centra en formar a las personas para trabajar, con una propuesta mucho más práctica. A los alumnos de las escuelas de ingeniera o negocios se les enseña cuál es el tamaño del mercado, cuáles son los actores clave y cómo tienen que enfrentar al cliente. En cambio, en Chile, las clases son muy filosóficas y todavía se está debatiendo si el emprendedor se hace o nace. Además de que los temas que se enseñan están más relacionados con liderazgo y desarrollo de carrera, que con el emprendimiento. “Creo que esto nos tiene muy frenados para alcanzar un desarrollo más concreto y, por ende, mejorar el crecimiento económico del país”, sostiene Albornoz.
Enfatiza en que ningún estudiante chileno sale con la visión de que en algún momento de su carrera profesional puede desarrollar un emprendimiento: “todos quieren ser gerentes y rápidamente ganar plata”.
Programas especiales
Actualmente hay cerca de cinco universidades que están implementando cursos transversales de emprendimiento, pero es clave que la mayoría de las casas de estudio creen equipos y cupos especiales de profesores porque hoy no existe un programa educacional consistente, afirma.
Es relevante que se enseñe que los negocios no solamente están en Santiago, sino que hay oportunidades en regiones. Y por último es necesario que se vincule a los estudiantes con profesionales y la mejor manera de hacerlo es con los ex alumnos. “Ellos pueden entregar información del mercado, analizar el proyecto, recomendar y contactar con los potenciales clientes”, advierte el académico.
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