“El que no innova, muere” es la advertencia que los especialistas han repetido en reiteradas ocasiones, demostrando que el éxito de los negocios está ligado a este tema.En Chile, el sector agrícola ha estado respondiendo a este llamado no sólo para mejorar su competitividad en los distintos mercados (internos e externos), sino que también para afrontar los efectos que generará el calentamiento global.
“Como en cualquier otra área de negocio, la innovación está inmersa en la agricultura por un tema de competitividad, pero también, estas inversiones están ligadas a los problemas que puede generar a futuro el cambio climático”, señala Juan Pablo Matte, secretario general de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA).
La producción frutícola y de cultivos anuales (trigo, maíz, avena, entre otros), son algunos de los sectores en los que la agricultura ha mostrado más innovaciones.
Suelo y sistemas de riego
Una de la principales preocupaciones del sector agro es el rendimiento del suelo en algunas zonas del país. En este sentido, el nuevo sistema para aplicar nutrientes al suelo, por vía foliar (a través de las hojas y no las raíces) que desarrolló Patricio Crespo, productor de maíz de la zona de Chépica (VI Región), es un buen ejemplo de innovación.
Crespo recurrió a fisiólogos y nutricionistas para hacer ensayos con microelementos (magnesio, zinc, entre otros) que descubrieran este sistema que corrige las deficiencias crónicas en los suelos agrícolas que han soportado por años un cultivo intensivo, en este caso, más de 30 años de producción de maíz.
Otra línea de innovación agraria en los últimos años es la mejoría de los sistemas de riego y fertilización. Lo que ha hecho la empresa Prohens en Copiapó lo refleja.
Hoy, esta firma familiar utiliza energía revonable no convencional (ERNC) para realizar el riego y abono en sus hectáreas, lo que no sólo responde a la dificultad de contar con energía eléctrica en dicha zona, sino que también a la intención de ayudar a disminuir la emisión de gases de efecto invernadero.
Según adelanta Rafael Prohens, a la estación solar que tienen, sumarán dos más en 2010 para intentar abastecer con este tipo de energía a todos los procesos productivos de su fundo. “Esta es una iniciativa que puede ser replicada en otras zonas del país y con otras ERNC”, añade.
Semillas y maquinaria
El desarrollo y producción de semillas que ayuden a introducir nuevas especies agrícolas y que sean resistentes a las sequías y a los herbicidas que exterminan las malezas que dañan los cultivos, son algunos de los avances que se han logrado. Erik von Baer es uno de los empresarios agro protagonistas en este sentido.
“Los constantes cambios alimentarios y las condiciones climáticas de cada zona exigen que se haga este tipo de inversión, que por cada nueva variedad creada, bordea los US$ 250 mil”, afirma Von Baer, quien está trabajando en semillas de quínoa, linaza, cebada, centeno. y raps.
Pero las exigencias de los mercados también ha sido fundamental para el diseño “made in Chile” de maquinaria agrícola. Patricio Crespo creó una máquina para recolectar ciruelas, que reemplaza a la de origen estadounidense cuyo valor bordea los $ 120 millones.
“Nuestra máquina cuesta unos $ 10 millones y con cuatro de ellas se pueden lograr el rendimiento de una norteamericana. Y aunque requiere más gente para su manejo, el costo de mano de obra para quienes utilizan mi diseño igual baja en 80%”, afirma Crespo.
El nuevo marketing
Para responder a las exigencias de los consumidores, a nivel de calidad e información de los alimentos, hay empresas que se han enfocado en innovar en el marketing de sus productos. Es el caso de Sofruco, quienes a través del diseño de nuevos envases buscan más presencia en el mercado interno.
Sebastián Valdés, gerente General de la Sociedad Agrícola La Rosa Sofruco, se trata de una malla especial para las naranjas, que contiene un sello único que facilita el cierre y apertura de la bolsa, además contiene toda la información del origen y producción de la fruta.
También crearon una caja para las paltas, que en su interior divide en dos categorías los ejemplares, dependiendo de su madurez. “La idea es permitir al cliente tener paltas para consumir el mismo día y otras, que puede guardar para los próximos días”, explica Valdés.
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