Estudio revela que la rapamicina, un hongo descubierto en Rapa Nui en 1975 y asociado al retardo de la vejez, reduce los niveles de una enzima responsable de la pérdida de la capacidad de aprendizaje y memoria y que se encuentra en forma excesiva en los enfermos de Alzheimer.
Los principales éxitos en la investigación científica del Alzheimer han llegado por el lado del diagnóstico más que del tratamiento. Sin embargo, la llave para frenar el avance de esta enfermedad podría estar a 3.700 kilómetros de las costas de Chile central, en Rapa Nui.
Investigadores de la Universidad de Texas, en Estados Unidos, constataron que el uso de rapamicina, sustancia extraída del hongo Streptomyces hygroscopicus descubierto en Isla de Pascua hace 35 años, ayuda a restablecer las facultades mentales que se ven deterioradas a medida que avanza la enfermedad y que impiden a los pacientes realizar actividades tan sencillas como lavarse los dientes o reconocer a sus familiares.
Los científicos testearon la efectividad de esta sustancia en ratones de laboratorio, a los cuales se les indujo de manera artificial la acumulación de placas de proteínas beta-amiloides en el cerebro, características de esta enfermedad y que reducen la capacidad de aprendizaje y memoria.
Posteriormente a la mitad de ellos se les administró rapamicina por medio de su alimentación durante 10 semanas. Al finalizar este período, los dos grupos de ratones fueron entrenados con un laberinto. Aquellos roedores a lo cuales se les suministró rapamicina fueron más capaces de aprender y recordar el camino correcto que aquellos que no recibieron la sustancia.
"Si bien falta saber si estos resultados pueden producirse también en personas, estamos muy contentos de que estos hallazgos pueden conducir a una nueva intervención terapéutica para el tratamiento de Alzheimer", dijo Salvatore Oddo.
REGULADOR DE ENZIMAS
La rapamicina logra restablecer las funciones cerebrales dañadas debido a que regula la actividad de una enzima conocida como mTOR. Esta sustancia es responsable del equilibrio entre los distintos sistemas del organismo, pero también inhibe la autofagia celular, proceso mediante el cual las células reciclan sus componentes para generar nuevas estructuras. Esto permite renovar aquellas estructuras que se encuentran dañadas y que pueden ser el germen de enfermedades relacionadas con el envejecimiento, como es el caso del mal de Alzheimer.
"Proveemos la primera evidencia de que la acumulación de proteínas beta-amiloides altera los niveles de la enzima mTOR, lo cual está directamente relacionado con el aprendizaje y la memoria", indica Oddo en su estudio publicado en la revista The Journal of Biological Chemistry.
En palabras sencillas, la acumulación de placas de beta-amiloides aumentan de forma anormal la secreción de mTOR, lo que impide que las células del cerebro renueven sus estructuras deterioradas, acumulando defectos que progresivamente impiden la normal actividad de este órgano.
En este escenario, la rapamicina inhibe la producción descontrolada de la enzima, lo que en definitiva permite a las neuronas eliminar sus zonas dañadas y restablecer su normal actividad.
Otros estudios
La fuente de la "eterna juventud": Una investigación publicada en 2009 por la revista Nature, mostró que la administración de rapamicina en ratones prolongó su vida hasta en un 38%. "Esta investigación permitirá encontrar medicinas que aumentarán el promedio de vida de los humanos en hasta un 30%", indicó su autor, Richard Miller.
Una muralla contra el cáncer: En 2002, un estudio de la Universidad de Regensburg en Alemania demostró que además de evitar el rechazo al trasplante de órganos, la rapamicina también inhibe la aparición de tumores cancerígenos, además de su crecimiento y metástasis cuando ya se ha desarrollado la enfermedad.
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