¿Por qué es importante para Santiago organizar grandes eventos internacionales como los juegos ODESUR? Chile, desde hace más de treinta años se ha decidido por un modelo de desarrollo económico de mercado, en el cual la competitividad juega un rol fundamental para generar un ambiente atractivo para las inversiones nacionales e internacionales. Esta forma de desarrollo ha sido factible gracias a un contexto de aceleración a escala planetaria de los flujos de intercambio no solo de capitales financieros, sino también de tecnologías, cultura, información, mensajes y en menor medida personas, lo cual conocemos comúnmente como globalización.
Esta fase de desarrollo ha generado una nueva geografía económica global en la cual, paradójicamente, mientras más barreras físicas desaparecen y los factores de producción se hacen más móviles, las ventajas geográficas locales se vuelven más decisivas, por lo cual la localización importa más que nunca. Tal situación lleva a las ciudades a ser el centro de atención en las vitrinas globales, pasan de ser espectadoras a ser protagonistas por ser reconocidas en la nueva escena planetaria.
Ejemplos de tal situación hay muchos, siendo el caso de Barcelona el más emblemático. Esta ciudad que logró posicionarse como una metrópoli atractiva después de la organización de los JJOO de 1992, hoy es vista como una de las grandes ciudades europeas para visitar, invertir o estudiar. Ejemplos más cercanos también tenemos y el llanto del presidente de Brasil -al ganar la sede de los JJOO del 2016 para Río de Janeiro- ilustra en toda su magnitud la relevancia de estar en las vitrinas del mundo. Ferran Brunet, investigador del Centro de Estudios Olímpicos y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, ha cuantificado el impacto económico adicional de realizar estos juegos. En el caso de los últimos realizados por Beijing, se estima que la capital china recibió inversiones privadas por al menos 22.000 millones de dólares (aproximadamente un 13% del PIB de Chile) adicionales a las directamente realizadas para los JJOO y generó unos 60.000 empleos.
Si analizamos la situación de nuestro país y ciudad en los rankings de competitividad nos encontramos con una paradoja. Mientras Chile es por lejos el país más competitivo de Latinoamérica y logra cierta relevancia a nivel mundial, Santiago, su capital no logra alcanzar el mismo éxito. Si bien en los rankings a nivel latinoamericano Santiago se destaca como una ciudad competitiva, estas mismas evaluaciones destacan que su buena posición es producto de las ventajas del país más que de una gestión propia. De hecho por ejemplo se ha destacado a Santiago como una ciudad chica, contaminada, aburrida pero donde se hacen buenos negocios, principalmente gracias a su favorable ambiente económico.
Usando el lenguaje futbolístico las ciudades juegan en distintas divisiones. En la primera división estarían ciudades como Nueva York, Londres, Tokio, Sydney, Chicago, París, Beijing, Barcelona, entre otras. Santiago estaría en una liga de ascenso, pero lo preocupante de esto es que no cuenta con ninguna estrategia de juego y está a merced de lo que pase con distintos emprendimientos e intentos parciales y fragmentados de algunas instituciones públicas y, en el mayor de los casos emprendimientos del sector privado.
Por esto es importante para Santiago realizar eventos con repercusión internacional como los Juegos ODESUR, los cuales por supuesto no son comparables a unas olimpiadas, pero pueden ser el inicio y la excusa perfecta para el comienzo de un proyecto “Santiago”, una oportunidad de creación de puentes, diálogo y sueños que faciliten la construcción simbólica de una identidad colectiva sobre la cual fundar mayores niveles de cohesión social.
Algunas de esas enseñanzas nos dejan los exitosos juegos realizados el año pasado por Medellín, una sociedad totalmente desintegrada en el pasado y que hoy con una gestión urbana exitosa que ha utilizado excusas como estas, para irse reconciliando y generando confianzas en su sociedad con los consiguientes beneficios en términos de seguridad y paz social. Además también sería una buena plataforma para demostrar al menos a Latinoamérica como se levanta un país después de una catástrofe tan grande como la que nos dejó el terremoto del 27 de febrero.
Así, las tareas de mediano y largo plazo serían disminuir las grandes brechas de desigualdad y acceso a las oportunidades de nuestra sociedad urbana y corregir la desvinculación que se ha producido entre crecimiento económico y progreso social. Quien finalmente debe beneficiarse del crecimiento económico y la competitividad es la sociedad, lugar donde debe tomar valor la competencia entre ciudades y países.
Esta fase de desarrollo ha generado una nueva geografía económica global en la cual, paradójicamente, mientras más barreras físicas desaparecen y los factores de producción se hacen más móviles, las ventajas geográficas locales se vuelven más decisivas, por lo cual la localización importa más que nunca. Tal situación lleva a las ciudades a ser el centro de atención en las vitrinas globales, pasan de ser espectadoras a ser protagonistas por ser reconocidas en la nueva escena planetaria.
Ejemplos de tal situación hay muchos, siendo el caso de Barcelona el más emblemático. Esta ciudad que logró posicionarse como una metrópoli atractiva después de la organización de los JJOO de 1992, hoy es vista como una de las grandes ciudades europeas para visitar, invertir o estudiar. Ejemplos más cercanos también tenemos y el llanto del presidente de Brasil -al ganar la sede de los JJOO del 2016 para Río de Janeiro- ilustra en toda su magnitud la relevancia de estar en las vitrinas del mundo. Ferran Brunet, investigador del Centro de Estudios Olímpicos y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, ha cuantificado el impacto económico adicional de realizar estos juegos. En el caso de los últimos realizados por Beijing, se estima que la capital china recibió inversiones privadas por al menos 22.000 millones de dólares (aproximadamente un 13% del PIB de Chile) adicionales a las directamente realizadas para los JJOO y generó unos 60.000 empleos.
Si analizamos la situación de nuestro país y ciudad en los rankings de competitividad nos encontramos con una paradoja. Mientras Chile es por lejos el país más competitivo de Latinoamérica y logra cierta relevancia a nivel mundial, Santiago, su capital no logra alcanzar el mismo éxito. Si bien en los rankings a nivel latinoamericano Santiago se destaca como una ciudad competitiva, estas mismas evaluaciones destacan que su buena posición es producto de las ventajas del país más que de una gestión propia. De hecho por ejemplo se ha destacado a Santiago como una ciudad chica, contaminada, aburrida pero donde se hacen buenos negocios, principalmente gracias a su favorable ambiente económico.
Usando el lenguaje futbolístico las ciudades juegan en distintas divisiones. En la primera división estarían ciudades como Nueva York, Londres, Tokio, Sydney, Chicago, París, Beijing, Barcelona, entre otras. Santiago estaría en una liga de ascenso, pero lo preocupante de esto es que no cuenta con ninguna estrategia de juego y está a merced de lo que pase con distintos emprendimientos e intentos parciales y fragmentados de algunas instituciones públicas y, en el mayor de los casos emprendimientos del sector privado.
Por esto es importante para Santiago realizar eventos con repercusión internacional como los Juegos ODESUR, los cuales por supuesto no son comparables a unas olimpiadas, pero pueden ser el inicio y la excusa perfecta para el comienzo de un proyecto “Santiago”, una oportunidad de creación de puentes, diálogo y sueños que faciliten la construcción simbólica de una identidad colectiva sobre la cual fundar mayores niveles de cohesión social.
Algunas de esas enseñanzas nos dejan los exitosos juegos realizados el año pasado por Medellín, una sociedad totalmente desintegrada en el pasado y que hoy con una gestión urbana exitosa que ha utilizado excusas como estas, para irse reconciliando y generando confianzas en su sociedad con los consiguientes beneficios en términos de seguridad y paz social. Además también sería una buena plataforma para demostrar al menos a Latinoamérica como se levanta un país después de una catástrofe tan grande como la que nos dejó el terremoto del 27 de febrero.
Así, las tareas de mediano y largo plazo serían disminuir las grandes brechas de desigualdad y acceso a las oportunidades de nuestra sociedad urbana y corregir la desvinculación que se ha producido entre crecimiento económico y progreso social. Quien finalmente debe beneficiarse del crecimiento económico y la competitividad es la sociedad, lugar donde debe tomar valor la competencia entre ciudades y países.
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