En algunos lugares los servicios solidarios y los recursos que requiere su ejecución son proporcionados por el Estado, mientras que en otros la ayuda se canaliza a través de organizaciones sin fines de lucro. Y la generosidad no está relacionada con la riqueza de un país sino más bien con la satisfacción de sus habitantes. Esta información y muchos más datos interesantes acerca del estado de la solidaridad global se detallan en el World Giving Index 2010, publicado por la Charities Aid Foundation.
Destaca en este reporte la evidencia de que los países felices son más propensos a dar que los ricos. La relación entre las donaciones y la felicidad es más fuerte (un coeficiente de 0,69) que el vínculo entre las donaciones y el PIB de una nación (0,58).
De lo anterior se concluye que el acto de donar es más emocional que racional, y que podría hablarse de que existe un ciclo positivo del DAR: las personas más felices son más propensas a dar que la gente adinerada, y los que dan se sienten satisfechos al mejorar la felicidad de los demás, que a su vez en adelante sentirán una mayor inclinación a dar a otros, y así sucesivamente.
El ranking 2010 de los países más solidarios lo encabezan Australia y Nueva Zelandia, naciones que, según se menciona en el mismo documento, tienen una larga historia de filantropía. El informe muestra que los australianos y neozelandeses son generosos con su tiempo, pero también (y sobre todo) con su dinero, y que esta solidaridad es apoyada e impulsada por sus gobiernos. En Latinoamérica los cinco países con mejores puestos en esta lista por sus acciones a favor del bien común son Guyana (16), Guatemala (22), Trinidad y Tobago (22), Chile (39) y Haití (39).
El World Giving Index pone de manifiesto la enorme variedad y complejidad de las formas en que los individuos contribuyen a sus comunidades en 153 países de todo el mundo, analizando tres grandes tipos de solidaridad: donar dinero, dar tiempo en trabajos de voluntariado, y ayudar a personas extrañas. Cada país tiene su propia forma de dar. Mientras en Lituania sólo el 4% dona dinero, este índice sube a un 83% en Malta; mientras sólo un 2% realiza trabajo voluntario en Camboya, la cifra llega a un 61% en Turkmenistán.
Y también el comportamiento solidario varía en diferentes etapas de la vida. Los datos muestran que a nivel mundial, conforme mayores somos, más tendemos a dar (aunque esta tendencia se invierte en determinados países emergentes y en desarrollo). Por ejemplo, el 34% de los norteamericanos de 15 a 24 años se habían ofrecido como voluntarios en el mes anterior a la realización del estudio, y más del doble, el 76% de las personas mayores de 50 años, lo había hecho.
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