Son trabajólicos, no conciben la vida sin celular ni internet y creen que el dinero mide el éxito. Y aunque muchos tienen pareja estable, huyen del compromiso formal, especialmente los hombres. Y es que convivir con alguien podría estropear su avance profesional. Una generación narcisista que preocupa a sicólogos y sociólogos.
Bastó que ella hablara de convivencia para que, tras un año de pololeo, Daniel (35) saliera corriendo. Es la cuarta relación que rompe por la misma causa. Y es que el estilo de vida que ha formado en su departamento propio, sus viajes anuales y el éxito profesional podrían correr serio peligro con alguien compartiendo su espacio íntimo. La historia de Daniel es una breve radiografía de un grupo que va en aumento: según Casen, las personas que viven solas en Chile aumentaron en 75% desde 1990 a 2006. El estudio "Viviendo en singular", de la consultora OMG Research, sacó una fotografía a este grupo de jóvenes y adultos jóvenes de 22 a 44 años. Aquí está esa imagen.
64% estaría dispuesto a sacrificar su opción familiar por avanzar laboralmente.
Paula Morales, coordinadora de Marketing de OMG Research Group, dice que cada vez es más común que los jóvenes y adultos jóvenes solteros (o separados sin hijos) opten por sacrificar esos años de su vida en vez de vivir en pareja o tener hijos. "Les gusta ser independientes, tener tiempo para hacer sus cosas y no dar explicaciones a nadie. Prefieren reunirse en grupo con los amigos. De hecho, éstos son muy importantes para ellos, les encanta contar con su apoyo y recibir gente en sus casas (63%)", dice.
Morales dice que este grupo -tanto hombres como mujeres- siente que tener una pareja puertas adentro coarta un poco sus perspectivas laborales. "Primero quieren tener éxito profesional en sus primeros años laborales, para después formar una familia. No es que no la quieran, sino que la postergan".51% se reconoce adicto al trabajo.
Para Laura Moncada, directora del Centro de Atención Psicológica de la U. de Chile, el cambio de mirada de esta generación se debe a dos factores: una sociedad competitiva y elitista donde el éxito es el valor que prima. Y a nivel psicológico, hay una generación más narcisista que opta por las características que le permiten desarrollarse en esta sociedad. Por eso desplazan lo afectivo por los logros económicos e intelectuales.
"A nivel psicológico es una defensa. Alguien se aleja de lo natural y las personas se refugian en el trabajo, dejando de lado lo afectivo. Lo normal sería que comprendieran que esa motivación es defensiva y que lo lógico sería avanzar en lo intelectual a la par con lo afectivo. Pero prefieren pensar que la seguridad es el dinero, entonces, lo vuelven absoluto, porque es más fácil, pero es una seguridad falsa".51% cree que la medida del éxito es el dinero.
No es todo: un 61% ve su espacio laboral como "una carrera" en la que le interesa, sobre todo escalar (63%). Los datos no sorprenden a Luis Gajardo, director de la Escuela de Sociología de la U. Central, quien realizó un estudio en estudiantes de 4º medio a quienes preguntó si estarían dispuestos a hacer cualquier cosa por dinero. "Un tercio dijo que sí". Eso se debe, dice, a que en la sociedad actual el valor del éxito económico prima, subordinando a todos los demás. "La sociedad en que viven les dice que las personas valen por lo que consumen, desde el auto, al lugar donde viven y vacacionan. De allí el acentuado individualismo de los jóvenes y adultos jóvenes. "Tener una familia es una apuesta de alto riesgo y significa una responsabilidad para toda la vida cuando hay hijos. El problema es que este camino no nos pone en una senda muy auspiciosa. Cuando estos son los valores, la estructura social se vuelve frágil. Por eso pasó lo que pasó en el terremoto, pues una serie de valores ya no son tan importantes".
Artículo original
No hay comentarios.:
Publicar un comentario