La centenaria empresa chilena que les fabrica los velámenes a los grandes buques escuela. Los barcos de instrucción de nueve países latinoamericanos y europeos, incluyendo la "Esmeralda", están entre sus clientes.
El rumbo, la orientación e incluso la velocidad con que navega el Juan Sebastián Elcano -el buque escuela de la Armada española- no dependen sólo de la pericia de los marinos ibéricos. También de manos chilenas. Y, específicamente, viñamarinas.
Desde comienzos de esta década que todo el velamen que usa este bergatín goleta es fabricado por la empresa nacional Wienecke, compañía creada en 1900 en Valparaíso por los marinos alemanes Adolf Wienecke y Friederich Heyn.
El mismo fabricante al que hoy recurre gran parte de la flota de buques escuela latinoamericanos: el Libertad (Argentina), el Gloria (Colombia), el Guayas (Ecuador), el Simón Bolívar (Venezuela), el Cisne Branco (Brasil), el Cuauhtémoc (México) y la misma Esmeralda (Chile), además del Kherzones, de Ucrania, y el mismo Elcano español.
La historia de Wienecke se remonta a fines del siglo XIX, cuando sus fundadores eran capitanes de barcos que hacían la "Ruta del Salitre", entre puertos europeos y Tocopilla. En esa época, la velocidad de los veleros era clave, no sólo por el ego de los marinos, sino por un interés comercial: el que llegaba primero a puerto con la carga salitrera, lograba un precio mayor.
Después de años de viajes -y conscientes de la importancia de la calidad de los velámenes para el negocio-, ambos se instalaron en Valparaíso, con una fábrica de velas y banderas, que servían de instrumentos de comunicación entre los barcos.
Tras el auge de los buques de vapor, pero especialmente de la apertura del Canal de Panamá, la fabricación de velas decayó. Wienecke subsistió entonces fabricando salvavidas y algunos instrumentos marinos. Hasta que a mediados del siglo XX dio un giro y empezó a fabricar carpas, cuenta Wolfgang Schulze, gerente general de la firma, y sobrino-nieto de Adolf Wienecke.
Hoy, el 90% de su facturación anual -que llega a los US$ 12 millones- se la lleva la producción de carpas militares y de ayuda humanitaria. Producen en China y Pakistán (pero con estándar chileno), y entre sus principales clientes están Naciones Unidas y la Cruz Roja, aunque también hoy colaboran con el Ministerio del Interior para la entrega de carpas por el sismo.
El renacer de la tradición
En 1990, el negocio de Wienecke estaba enfocado sólo en carpas militares y humanitarias.
Hasta que, tras un arreglo personal a una carpa de un oficial de la Armada,le ofrecieron hacer una pequeña reparación a una vela de la Esmeralda. Primero rechazaron el trabajo, pero finalmente lo hicieron. Como el resultado fue satisfactorio, el vicealmirante Hernán Couyoumdjian les planteó seguir reparando las velas. "No teníamos el know how y se lo explicamos a la Armada", dice Schulze. "Ellos nos apoyaron y pusimos fin al monopolio que tenía un fabricante español en esta industria", dice.
Después de la Esmeralda vinieron otros 8 buques escuela. Y hoy negocian fabricar las velas del Sagres (Portugal) y del Christian Radich (Noruega).
Artículo original
No hay comentarios.:
Publicar un comentario