¿Qué diablos le pasa a Alan García?

El último sorbo de diplomacia de Perú quedó tirado bajo la alfombra de la falta de popularidad, que recurre al “recontraespionaje” fabulado como método de sumar un par de puntos en las encuestas. Por Juan José Alfaro.

No ha dejado de llamarme la atención la paranoia del presidente peruano Alan García en el caso del supuesto espionaje, su verborrea impúdica, tan altisonante como su figura fantoche representa el lado más oscuro de la política, esa que ante escasez de popularidad recurre a un enemigo externo con el fin de concitar el apoyo perdido por un trabajo mediocre.

La caricatura ha llegado a extremos risibles, el “súper agente pagado por el gobierno chileno” permanecía detenido hace un par de semanas en Lima, sin embargo se escogió para develar la operación de contraespionaje la cumbre de la APEC, con una puesta en escena protagonizada por el mismo García, que canceló una reunión bilateral y volvió con premura a su país para seguir mostrando el lado más bananero de una nación que osa llamar a nuestro país republiqueta; si Chile es una republiqueta, qué queda para el país que se inventa fantasmas para construir el miedo.

Chile es un país serio, incapaz de acometer una tan burda operación de espionaje, donde la contraparte sería un suboficial de bajo rango, al que se le pagaría por medio de un courier internacional, francamente una torpeza propia de una novela de cuarta categoría, acto inconcebible para nuestro país.

García en su estado de excitación máxima habla de la supuesta envidia que sentiría nuestro país por el suyo. Déjeme decirle señor García que para la mayoría de los chilenos Perú no genera más que indiferencia, el éxito o fracaso de la nación incaica no es algo que determine la agenda de nuestro país, puede sonar egoísta pero a Chile sólo le preocupa Chile.

Todas las expresiones vertidas desde que reasumió la presidencia del Perú han tenido el mismo tono desafortunado del presente, salvo por un detalle: ha logrado pulir el estilo desafiante de su patrioterismo estéril, autocomplaciente y cavernario. Iniciar una demanda reivindicatoria de territorio marítimo y luego pretender que las relaciones sigan por los canales normales, sólo habla de una estrategia que busca demonizar al interlocutor y mostrarlo como un belicoso vecino que no reconocería fallo alguno de la justicia internacional.

Los Romanos decían que la mejor forma de asegurar la paz es estar preparado para la guerra, por eso felicito que los gobiernos de la Concertación hayan tenido una visión de Estado y por ende dotado a nuestras fuerzas armadas de un material de guerra acorde a las amenazas de los vecinos del norte. No hay que ser ingenuo para darse cuenta que hoy la única hipótesis de guerra posible es con el Perú.

Ante ataques de esta calaña no existe partidismo posible, todos los chilenos debemos estar tras nuestro gobierno y defender sus cursos de acción que hasta ahora transitan como de costumbre por el camino de la cordura y no como ocurre en el Perú, donde su accionar se parece mucho a un estado crepuscular que a un gobierno.

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