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domingo, septiembre 13, 2009

EE. UU. no quiere y Brasil no puede

Brasil no tiene la menor vocación de potencia regional, ni tiene deseos de dirigir a sus vecinos

Estados Unidos no tiene el menor interés en seguir siendo la potencia responsable de la estabilidad y el buen gobierno en América Latina. Esa fue una incómoda tarea del siglo XX. Todo eso se acabó. Al desaparecer la URSS, los políticos estadounidenses ya no sienten ningún peligro potencial para la seguridad nacional procedente de la región. Cuba les parece una dictadura decrépita que desaparecerá a corto o medio plazo por consunción, como les sucede a los ancianos golpeados por la caquexia. A Chávez lo ven como un loquito pintoresco, exportador de petróleo, capaz de hacerles mucho daño a los venezolanos y a sus vecinos, pero no a ellos.

Es verdad que Castro y Chávez están embarcados en una cruzada delirante, encaminada a revivir la conquista del planeta para la causa del Socialismo del siglo XXI, pero la consecuencia de ese disparate (por ahora) solo afecta a las víctimas directas de sus maquinaciones. Incluso, en un conflicto como el ocurrido en Honduras, a Washington no le ha importado coincidir con los objetivos de sus enemigos, aunque el control de ese país por el chavismo eventualmente signifique otro par de millones de hondureños ilegales en EE. UU., huyendo de la hambruna, el cierre de la base de Palmerola, como ya ocurrió con la de Manta en Ecuador, y otra pista de despegue para los narcos. En definitiva, peccata minuta .

Brasil no es potencia. Naturalmente, EE. UU. preferiría que los países latinoamericanos fueran democráticos, prósperos y sensatos, como los de la Unión Europea, por ejemplo, pero Washington ya no siente ninguna urgencia de guiarlos en esa dirección. Le gustaría, eso sí, que Brasil lo sustituyera en ese abandonado liderazgo, y tratan de engatusar a sus líderes para que asuman ese rol, pero este deseo no pasa de ser una ingenua ilusión absolutamente irreal. Brasil es, en efecto, del tamaño de EE. UU., tiene 200 millones de habitantes y posee ciertas zonas parcialmente desarrolladas, como sucede en Sao Paulo, pero dista mucho de ser una potencia. Basta revisar el CIA Fact Book por Internet para comprobarlo: la economía brasileña es de apenas dos billones de dólares (trillions en inglés), y en ningún campo realmente importante resulta puntera e innovadora. Más del 30 por ciento de su población es muy pobre. Tiene una de las distribuciones de ingresos más desiguales del planeta (56,7 en el índice Gini), mientras su per cápita anual, medido en paridad de poder adquisitivo, es de apenas $10,000. Ocho países latinoamericanos lo superan en este rubro, y uno de ellos, Chile, lo hace por un 50 por ciento.

Corrupción vergonzosa. Su nivel de corrupción 3,5 según “Transparencia Internacional”, es vergonzoso y peor que el de varios países africanos. Mantiene una economía protegida, que impide la competencia y el comercio internacional intenso. El “Índice de libertad económica” le asigna una puntuación de 56,7, que se traduce como “economía no libre” (hay 104 países más libres que Brasil en ese índice). Su burocracia es lenta y torpe. Sus universidades son mediocres, con muy pocos centros de excelencia. El número de patentes científicas originales es ridículamente bajo, más reducido que el de Israel, que apenas tiene 8 millones de habitantes. Pero hay algo más trascendente que todo eso: Brasil no tiene la menor vocación de potencia regional. Siempre ha vivido de espaldas a Hispanoamérica (y viceversa), y, por lo menos desde el establecimiento de la República (1889), no siente el deseo de imponerse y dirigir a sus vecinos, lo que no le ha impedido despojar de algunos territorios limítrofes a Argentina, Paraguay, Bolivia, Guyana, Perú y Colombia.

Liderar cuesta dinero, a veces hay que usar la fuerza, y el país, que ni siquiera consigue poner orden en las favelas, lleva demasiado tiempo volcado hacia dentro para reinventarse a estas alturas como los Estados Unidos de Sudamérica. No le interesa. No lo desea. No puede. No tiene fuerzas. Pretende, en efecto, ser importante, pero sin asumir responsabilidades internacionales. Nada de esto quiere decir que Brasil no sea un sitio agradable y divertido para vivir, más grato que muchos países hispanoamericanos, sino que es absurdo pedirle peras al olmo. Nunca funciona.

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2 comentarios:

  1. Sí, es cierto. Brasil no lo puede. Y tambien es cierto que no lo quiere, los brasileños están mas preocupados con sus problemas y tratando de sobreviver - que preocupados con lo que hacen los vecinos. Pero es curioso que a algunos si, parece les importar mucho lo que hace Brasil...
    Lo que quiere ese pais es seguir creciendo y mejorando la vida de su gente, es el interese basico de todos lo pueblos.

    No hay por eso que tener envidia y descalificar de todo modos possibles lo que es Brasil, sus avances y logros.

    No hay pretensiones verde-amarillas de liderar a nadie. Hay si un pais emergente, grande en su tamaño y importancia, con caracter y una voz en el mundo. Hay gente a quienes eso no les gusta, pero Brasil seguirá siendo presencia fuerte en defensa de sus intereses.

    Y de resto, que cada uno cuide del suyo...

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  2. Ah, y perdón, pero antes que me olvide cuanto a las universidades, en el ranking latino-americano entre las diez primeras universidades, 8 (OCHO) son brasileñas y donde primera y mas importante es la Universidad de São Paulo, Brasil.

    Por ultimo, hay que decir que es mas adecuado comparar peras con peras y manzanas con manzanas. La pobreza de Brasil se compara con la pobreza y miseria de TODOS sus vecinos latino-americanos y no con Israel y ni con Estados Unidos.

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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.