Un perfil realizado por "El Mercurio" de cada uno de los 486 fallecidos y 79 desaparecidos tras el terremoto y maremoto de febrero pasado permitió determinar a quiénes golpeó con mayor brutalidad la catástrofe. Unas 27 familias perdieron a dos o más de sus miembros. Las historias detrás de los números.
Hasta ahora se sabía escasamente de ellos. Se especulaba que eran en su mayoría niños, pescadores y habitantes del litoral de la Séptima y Octava Región. Sin embargo, al revisar en profundidad los nombres de la lista oficial de 486 muertos y 79 desaparecidos la crudeza de los resultados desborda las presunciones hasta ahora planteadas. Para hacer este análisis, "El Mercurio" consultó datos del Ministerio del Interior, el Registro Civil, informes comerciales y policiales.
Del total de fallecidos informados por el Ministerio del Interior, casi el 60 por ciento corresponde a adultos mayores y menores de edad, principalmente mujeres, dueñas de casa y estudiantes. Gran parte de las víctimas no tenía domicilio en las zonas costeras sino que provenían de Talca, Santiago y Curicó. La catástrofe además les quitó la vida a una cantidad importante de residentes de Constitución y Cauquenes y a una parte significativa, aunque indeterminada, de turistas.
Los fallecidos son 249 mujeres y 234 hombres. De ellos, 68 son menores de 18 años y nueve son menores de dos años. Un total de 193 personas tenían más de 60 años, de los cuales 136 eran mayores de 70 y 12 de más de 90 años. Entre los menores de edad que perdieron la vida, tal vez el caso más impactante es el de una guagua que cumplía tres meses de vida el 27 de febrero y el mar se la llevó junto a sus dos padres, de 19 y 22 años.
Aun cuando, según diversos informes analizados, 120 de los 414 fallecidos mayores de edad no registran profesión o actividad económica conocida, 116 corresponden a dueñas de casa, 35 son comerciantes, 29 obreros, 28 agricultores, 26 jubilados y sólo 12 pescadores. Varios de estos últimos murieron en sus botes rescatando gente que era tragada por el mar la madrugada del maremoto.
Los 79 desaparecidos -31 mujeres y 48 hombres- son principalmente jóvenes. De estos, 36 tienen menos de 30 años, de los cuales 23 son menores de edad y tres aún no cumplían tres años. Contrasta con el registro de muertos el hecho de que en esta lista sólo 9 personas sean mayores de 60 años. La ciudad con mayor cantidad de desaparecidos es Concepción, seguida de Temuco y Santiago. Al igual que en el caso de los fallecidos, la mayoría de los desaparecidos son estudiantes y dueñas de casa. Asimismo, 27 familias perdieron al menos a dos de sus miembros y, oficialmente, habrían fallecido sólo tres extranjeros. En la lista no figura el caso de la peruana Lourdes Armas (24), aunque sí su hija Florencia Saavedra, de ocho meses y nacida en Chile. Ambas perecieron aplastadas en su humilde vivienda en Santiago y sus cuerpos fueron repatriados a Perú. En la lista del gobierno tampoco aparece León Carey, de dos años, hijo de un conocido abogado de Santiago, aunque sí figura su hermana Juanita. También llama la atención que en la lista de desaparecidos esté Georgina Toro (78) quien fue ubicada por su hija el 27 de febrero, quien ha retirado la denuncia por presunta desgracia seis veces.
Casi el 60% de los fallecidos y el 40% de los desaparecidos son ancianos y menores de edad. Las familias desmembradas por el desastre
Al menos 27 familias perdieron a dos o más de sus miembros tras el terremoto y maremoto de febrero pasado, siendo las que estaban en Constitución las más afectadas.
Uno de los casos más dramáticos es el de Luis Gatica, quien cada día se sigue levantando de madrugada para recorrer la costa de Constitución en busca de su familia. El 27 de febrero, él estaba junto a los suyos celebrando la semana maulina en Isla Orrego cuando los sorprendió el maremoto. En total, entre su círculo y el de su hermano Juan Francisco, eran nueve personas. Sólo sobrevivió él. Su esposa, Sandra Muñoz; su hija Macarena, de cuatro años, y su pequeña cuñada, Antonia, de siete años, están desaparecidas.
Desde ese día, Luis recuerda que trató de sujetar a su hija, pero se le escapó de las manos. Luego, en la segunda ola, se separó de su hermano. No lo vio más.
Una historia similar es la de Carlos Pareja, oriundo de La Florida. Estaba de vacaciones en las cabañas de Quivolgo, al frente de Constitución, junto a su esposa, Marianela, y a sus tres hijos, Paulo, Elisa y la pequeña Jael, de dos años y tres meses. Cuando despertaran, tenían pensado empacar sus cosas y seguir de viaje al sur. Sin embargo, el terremoto los despertó antes.
Luego de sentir la violencia del movimiento, la familia trató de irse en su auto. Pero, inesperadamente, llegó la primera ola. Ante esto, decidieron salir del auto y subirse a una especie de locomotora que había en el lugar. Por un momento, pensaron que se iban a salvar. Pero fue una sensación falsa.
Poco rato después llegó la segunda ola, que los separó. Durante largos minutos, Carlos perdió de vista a toda su familia. De pronto, vio a su hijo mayor que había salvado a la del medio. Juntos comenzaron a buscar a Marianela y a la pequeña Jael. Pero no estaban por ninguna parte. Tras varios días de búsqueda, ambas aparecieron muertas. Y Carlos se quedó sólo criando a los dos hijos que le quedaron. Jael aún está en la lista que hizo el Gobierno de desaparecidos.
El pequeño Tomás, de nueve años, tuvo distinta suerte. Él estaba en Isla Cancún cuando llegó la ola, pero sus abuelos Fanny Henríquez y Juan Francisco Villalobos, ambos de 53 años, no se separaron de él en ningún momento. Y cuando les flaquearon las fuerzas, dejaron a Tomás abrazado a un tronco, con la advertencia de que por nada del mundo se soltara. El niño fue encontrado vivo. Su abuelo apareció sin vida nueve días después, y Fanny continúa desaparecida.
Niños y ancianos, los más golpeados
La profesora Alicia Chipoco Pollock, a sus 90 años, era uno de los personajes más emblemáticos y queridos de Pelluhue. En los años 40 creó el internado de niñas de la localidad y realizó clases en diversos colegios rurales de la zona. A las 4:20 de la madrugada del 27 de febrero intercambió sus últimas palabras con su hijo, Jeoffrey Semler. Tras ello vino el maremoto. Fue arrastrada por las aguas, y sólo fue encontrada al día siguiente en la playa. Su hija Astrid, que vive en Estados Unidos, instalará una fundación con su nombre para ayudar a Pelluhue con apoyo de comunidades educacionales de Atlanta.
Luis Petersen Herrera, de 96 años, no pudo huir del maremoto en la Isla Juan Fernández. Marcial Badilla Reyes, a sus 94 años falleció en Talcahuano. Los tres forman parte del grupo de 12 mayores de 90 años que fallecieron.
Asimismo, causó impacto la muerte de los gemelos Raúl y María Ignacia Villagra Herrera, de nueve años de edad, que no pudieron escapar de la fuerza de las olas en la costa de Constitución. Una tragedia sufrió el matrimonio del abogado Guillermo Carey y Florencia Moring, quienes perdieron a dos de sus cuatro hijos (Juanita, de cuatro años, y León, de dos) mientras escapaban del maremoto en Pichilemu.
Emilio Gutiérrez Núñez y su esposa Sofía Monsalve, ambos de 35 años, aún buscan el cuerpo de su hijo Emilio José Gutiérrez Monsalve, de 4 años. La noche del terremoto estaban los tres en su casa en Constitución a la orilla del río, junto con los abuelos del niño. Después del terremoto intentaron escapar en los botes para turistas: a uno se alcanzó a subir el pequeño Emilio junto con su abuelo, la cuerda se cortó y se los llevó la fuerte corriente; los padres de Emilio, junto con la abuela del niño, se subieron a otro, se volcaron y pasaron una hora y media aferrados a una boya. Emilio Gutiérrez encontró el cuerpo de su padre, pero ningún rastro de su hijo.
La profesora Alicia Chipoco Pollock, junto a sus dos hijos. Su hija Astrid instalará una fundación con su nombre para ayudar a Pelluhue.Los epicentros de las muertes
La mayor cantidad de víctimas fatales que dejaron el terremoto y el maremoto está en Talca. Según el alcalde de la ciudad, Juan Castro, esto se explica por la gran cantidad de daños que sufrió la ciudad en el centro y en su casco histórico, siendo afectado el 90% de las construcciones de adobe. Oficialmente, 96 de los muertos serían de la capital de la VII Región, presentándose víctimas de entre 8 meses y 94 años de edad. Sin embargo, la mayoría de los talquinos no habrían fallecido en la ciudad. De hecho, según la información de la municipalidad, serían 32 las personas que perdieron la vida en ese lugar. El resto habría muerto estando en Constitución y en las islas Orrego y Cancún, donde se celebraba la Noche Maulina. Es precisamente en Talca donde radica la cantidad más masiva de fallecimientos simultáneos, cuya data de muerte es entre las 4 y 7 de la mañana. Esto, debido a la cercanía con la costa y a la fuerza que tuvo el maremoto en el lugar.
Por ejemplo, fue en Constitución donde los seis integrantes de la familia de Carlos Pareja fueron arrastrados por las aguas. Allí también desapareció toda la familia cercana del paramédico Luis Gatica tras el maremoto.
Una localidad que -pese a su tamaño- resultó especialmente afectada por el maremoto fue Llolleo, en la V Región. Ahí perecieron cuatro personas, mientras paseaban cerca de la costa aledaña al camping del lugar.
La mortal falta de advertencia
En Dichato, la indignación continúa. Una decena de familiares de veraneantes de Santiago y de la Octava Región, al igual que trabajadores del comercio turístico local, culpan a las autoridades por haber informado durante la madrugada del 27 de febrero que se descartaba la llegada de un maremoto a las costas.
Está el caso de la familia Ortiz-Obregón, quienes veraneaban desde hace más de 20 años en Dichato. "Mi mamá, Sonia Obregón, junto a varias personas escucharon en la radio Bío-Bío que no habría maremoto y bajaron con mi papá y mi hermana menor Ester. Cuando mi papá estaba en el auto y mi mamá se vestía, llegó el maremoto. La ola levantó el auto y formó un remolino. Mi papá nadando logró dejar a mi mamá sobre una puerta que flotaba y luego el mar se los llevó junto a mi hermana. Sólo mi mamá pudo salvarse", señala Pablina Ortiz. Jorge Saavedra, comerciante de Dichato que lo perdió todo, pero que sobrevivió al quedarse en el cerro, analiza esto de forma más radical: "Todos los que hicieron caso al gobierno en que no había maremoto bajaron a sus casas y murieron. Nosotros creímos más en los pescadores que dijeron que no era seguro bajar todavía", enfatiza.
"Mis hermanas Nancy y Nena (ambas paramédicas del Hospital Militar de Santiago), bajaron de un cerro, donde se habían refugiado, a la casa para retirar colchones y frazadas, a eso de las 6 de la mañana, ya que huyeron con lo puesto. Estaban dentro de la camioneta cuando las sorprendió el maremoto. En el auto estaban un hijo de una de ellas y sus esposos. Ellos lograron salir del vehículo, pero mis hermanas quedaron atrapadas, ya que las puertas no se abrían. Mi sobrino la tiraba de un brazo, pero no pudo sacarla. Lo último que ella le dijo fue 'hijo bájate y sálvate'", cuenta una de las hermanas de las víctimas.
Los célebres que partieron
El violinista León Ortiz (62) y su hija Valeria (33), eran muy populares en Chillán. Éste era un destacado profesor de música y autor del himno de Chillán, estrenado en 1989 para los 50 años del terremoto de 1939, y Valeria había sido seleccionada nacional de tenis de mesa. La familia veraneaba desde 1990 en Dichato, donde fueron embestidos por el maremoto cuando escapaban en auto.
Otra figura era Erick von Jentschyk (24) estudiante de ingeniería y conocido defensor de las comunidades mapuches en conflicto en Temuco, donde incluso había sido procesado. El joven fue tragado por el maremoto mientras acampaba en Isla Mocha junto a su polola Carla Mellado (22), que está desaparecida. Los padres de ella recorren a diario el sector intentando hallarla.
Asimismo, el coronel (r) Bruno Ritter (66), era hermano del alcalde de Laguna Blanca, un próspero empresario agrícola y uno de los más recordados instructores de la Escuela de Suboficiales de Carabineros en Santiago. Ritter estaba en Curanipe y tras el sismo subió a sus hijos y esposa a su camioneta para huir a Cauquenes, pero el tsunami los alcanzó en la ruta. La sal dañó el sistema eléctrico del auto y la única vía de escape fue una ventana a medio abrir. "Ábranla y sálvense", fue su orden. Los jóvenes sacaron a su madre, pero él fue atrapado por la segunda ola.
Entre turistas desafortunados y construcciones deficientes
Santiago es la segunda ciudad con más muertos y la tercera con mayor índice de desaparecidos. Los fallecidos corresponden a 32 mujeres y 16 hombres, la mayoría de entre 20 y 45 años, que realizaban turismo en la zona afectada por el maremoto. De ellos, 6 vivían en el sector alto de Santiago y cinco en la comuna de La Florida y cinco en Puente Alto, donde se calcula en 2.338 las viviendas dañadas. Asimismo, otros 7 desaparecidos proceden de la capital, dos de ellos de estas últimas comunas.
Entre los casos más dramáticos de fallecidos en la Región Metropolitana están el deceso de Blanca Retamal Jara, una abuela de 78 años de edad, que falleció producto de un politraumatismo cuando una pared de su casa se derrumbó en calle Los Dragones de La Reina. Otro caso de muerte por aplastamiento fue el de siete miembros de la familia Serrano Lira aplastada por la estructura de cemento de un silo de 80 toneladas, que cayó desde 22 metros sobre las dos casas pareadas donde dormían en Talagante.
Otros santiaguinos que perdieron la vida estaban en la costa afectada por el maremoto. Tanya Valeska González González (20) y su pololo, Emmanuel Ávila Duarte (22), cuidaban a su hijo Diego Mora González, de seis años, junto a los familiares del joven. El grupo de ocho personas estaba de vacaciones en Iloca, algunos de ellos trabajando en la zona por la temporada de verano. A las tres de la madrugada, el terremoto los encontró en la calle y no pudieron evadir la primera ola del maremoto. Aunque el agua los arrastró, Tanya se mantuvo en pie abrazada a su hijo. La tercera ola se lo arrebató.
La encontraron otros jóvenes a las pocas horas. No sufrió fracturas ni lesiones mayores, pero sí tenía los pulmones llenos de agua, por lo que la llevaron a un hospital.Con ayuda psicológica retomará sus estudios y su vida. Diego fue velado en Santiago a los pocos días.
La madre soltera ecuatoriana que se sacrificó por sus cuatro hijos
De acuerdo a la lista oficial del Ministerio del Interior, sólo tres extranjeros murieron en la catástrofe del día 27 de febrero: un sueco, una ecuatoriana y una argentina.
La ecuatoriana Ana Viveros Ayoví, de 31 años, era madre soltera de cuatro hijos. Nacida en Guayaquil, en 2007 decidió venir a Chile a probar suerte. Se radicó en Talca, en una pequeña pieza que compartía con su familia y trabajaba de noche en un bar local. Según el consulado ecuatoriano en Chile, su situación era precaria. Tanto así que, con el terremoto, se derrumbó uno de los muros de su hogar. Dicen que para proteger a sus niños, se atravesó entre ellos y el derrumbe, siendo aplastada. Su cuerpo fue repatriado y sus hijos serán recibidos por sus familiares en Ecuador.
El cuerpo del ingeniero sueco Mats Ohlsson, de 56 años, fue rescatado de entre los escombros de un hotel en Concepción. Había llegado hacía menos de un mes a Chile de vacaciones y con la idea de visitar amigos chilenos que había conocido por trabajo. Su cuerpo fue enviado a Gotemburgo, donde lo esperaba su esposa Silvana y sus dos hijos.
Graciela Laikam, de 43 años, oriunda de Buenos Aires llevaba casi una década viviendo en Curicó. Murió junto a su marido chileno Ángel Valenzuela y a su hija, Martina, de dos años. Los tres fueron enterrados en el cementerio de dicha ciudad.
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